El remezón del indulto de
Fujimori sigue causando estragos en todos los ámbitos del mundo político
peruano. Desde el hecho de haber creado un Gabinete de parches y retazos hasta
demostrar cómo están “unidos” los diversos partidos con mocos y babas. Las
consecuencias ponen en entredicho, cada vez más, el irónico (e hilarante) “Año
del Diálogo y Reconciliación Nacional”, socavado, torpedeado por las decisiones
de nuestro enclenque Gobierno.
La juramentación del “flamante
Gabinete de la Conciliación” este martes 09 de enero tuvo un acta de nacimiento
nada auspicioso. Durante la juramentación, PPK confundió la investidura de
Cayetana Aljovín, una suerte de ministra comodín, puesto que esta ha ocupado,
con este ministerio, tres carteras bastante disímiles: en 2016 dirigía el
Ministerio de Desarrollo e Incluso Social (bastante cuestionada en ese
entonces); en el 2017 encabezó el Ministerio de Energía y Minas: y ahora, en
2018, es la nueva canciller al dirigir la delicada cartera de Relaciones
Exteriores, en el momento más álgido de nuestro país frente a la comunidad
internacional por el cuestionado indulto. La rotación de ministros es bastante
alta en este gobierno, que ingresa a su segundo año en el poder en una lenta
agonía que no tiene cuándo acabar. Pero lo sucedido en otras tiendas políticas
es bastante interesante y va a decidir los trazos que vendrán durante este
2018. El nombramiento de dos ministros de las canteras del APRA ha desatado la
ira non santa de la dirigencia aprista provocando la expulsión automática de
Javier Barreda y Abel Salinas. Esta medida ha sido cuestionada por Jorge Del
Castillo, en abierto desafío a Mauricio Mulder y su líder, AGP. Pareciera que
las cosas se están saliendo de control en el monolítico partido. Quizá sea una
disidencia más de las varias que tuvo a lo largo de su historia partidaria. El
otro cuadro es bastante más interesante: FP está cuestionando, incluso algunos
abiertamente, el indulto de su líder natural (o por lo menos eso han pregonado
permanentemente y era el caballito electoral partidario). La lucha fratricida
entre los hermanos Fujimori ha entrado en una nueva fase tras el inesperado
(para Keiko) indulto. Ambos han saboreado el gusto del poder y no lo van a
soltar fácilmente. Los mensajes de los voceros keikistas y las sanciones contra
los 10 congresistas “disidentes” de FP son un claro proceder para restablecer
el orden en una tienda política que se pensaba férrea y que torpedeaba la
continuidad de este débil gobierno. Pero vienen situaciones en la que el
panorama se enturbiará más: Lava Jato sigue su avasallante camino y la crisis
de los líderes actuales se puede (y debe) agravarse.
Al final de cuentas, ¿valió la
pena el tan ansiado indulto para tener el escenario actual? ¿Están satisfechos
los apristas, izquierdistas, keikistas y de otras tiendas con el indulto
“humanitario”?
Feo panorama. Bienvenido al
Perú, Francisco.