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Trujillo, La Libertad, Peru
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martes, 28 de marzo de 2017

PIURA EN SU HORA (SUMA DE ERRORES EN UNA RICA REGIÓN)

Nací en Piura hace casi 60 años. Nací un mes después y el mismo año en que los soviéticos pusieron el primer artefacto humano en órbita fuera de la atmósfera. La era espacial había empezado. El hombre comenzaba a irse más allá de nuestros confines para dominar (esa es nuestra filosofía) otros lugares allende nuestro planeta. Piura fue mi lugar natural durante mis tres primeros años. Cálida, recuerdo dos hechos memorables de mi niñez: mi primer film en algún cine de la ciudad (un film de Chaplin) y ver a Xiomara Alfaro, quien había impuesto dos canciones de moda en esa época (Nunca en domingo y Moliendo café). La mudanza familiar a Arequipa hizo que me alejase de Piura. Retorné en 1967 a recoger una simpática herencia que incluía un piano de cola, el cual nunca pudimos trasladar a Arequipa. Sí recuerdo el problema del agua: riesgo de insalubridad. El agua de Piura, extraída de subsuelo, era muy salobre.  
Por muchos años solo sabía que cosas que sucedían en Piura por noticieros o diarios. Por mis tíos escuchaba todo lo que había sucedido en la inundación de 1972, cuando las aguas del río Piura llegaron más allá de la plaza de armas. Recuerdo lo de la Represa Poechos, toda la construcción hasta su inauguración en 1976. Ese año con un amigo decidimos ir a Ecuador y visitamos Piura tras una ausencia personal de 9 años. Piura había crecido, pero desordenadamente. Lo del Niño del 82-83 fue un golpe mortal para la ciudad y región; recuerdo situaciones como la de encontrarme con muchos piuranos en Lima (estudiaba en ese entonces en esa ciudad), familias de clase media, quienes habían dejado Piura para instalarse en la capital; los identificaba en los micros y era difícil para ellos: gente mayor a la cual le iban enseñando cómo desenvolverse en una ciudad nueva y grande, por ejemplo, para tomar un micro. Era fácil reconocerlos por su hablar y su desplazamiento tímido en una ciudad que no manejaban. En el 85 retorné a Piura. Ciudad que se levantaba, fue el año que conocí Canchaque y la bella sierra de esta Región; y la zona de Sechura con la impresionante iglesia mandada a construir por Martínez de Compagnon. Piura aún mostraba las heridas de ese duro Niño que le tocó vivir. Calles en mantenimiento, cambios de tuberías, reparación de edificios. En el 93 regresé nuevamente a la ciudad y había signos de progreso. Hasta el 98. Después estuve visitando a un amigo, ya que se había mudado a Piura y pude conocer la vastedad y riqueza, con mayor presencia. Vi el puente caído y la placa que recordaba a todos los que murieron ahogados o arrastrados por las aguas. Ese 2000 hice un viaje alucinante a las lagunas de las Huaringas. Para cruzar un tramo de la trocha, tenías que ir vadeando un río. Le pregunté al chofer cómo lo hacían en temporadas de lluvias a lo cual me respondió tranquilamente que se quedaban aislados hasta dos semanas. También veías cómo la ciudad vieja iba siendo demolida para dar paso a la modernidad: el viejo Piura caía para permitir que edificios reemplacen bellas casas semiabandonadas o semiderruidas. 
Estuve por Piura llevando a amigos para que conozcan Paita, Parachique, Sullana, Talara, Negritos, Cabo Blanco, Narihualá, Colán, Máncora, Chulucanas, Manglar de San Pedro, playa Cangrejos, Yacila, Yapatera, etc. Hemos cruzado por un bosque de postes de energía eólica inactivo aún cerca de Talara; hemos visto la nueva planta de fosfatos y la que estaba en construcción de Cementos Pacasmayo, empresa que se está mudando a esta Región. He visto Poechos, que acompaña a otra represa más pequeña: San Lorenzo. La ciudad se ha plagado de nuevas edificaciones, crecen malls por todas partes, algunos mucho más grandes que los que Trujillo o Chiclayo, ciudades más grandes poblacionalmente hablando; la ciudad y la Región son ricas. Pero, ¿qué ha pasado con toda esa riqueza? ¿Para qué ha servido este boom de todo nivel para una zona que ha sido doblegada por este último Niño? Como de costumbre, se han construido edificaciones sin criterios ni orden, se han zonificado espacios de alto riesgo sin medios de amortiguación (como bosques o grandes parques, por ejemplo)
El Gobierno Central, en 2015, destinó mucho dinero para esta Región pues se sabe que es una de las afectadas. ¿En qué se ha invertido el mismo siendo responsable del mismo el Gobierno Regional de entonces? Se está difundiendo por redes que en el 2007 se rechazó un proyecto de prevención para ser aplicado al río Piura y todo su cauce, y fue rechazado por no tener retorno económico  (como pasó, en cierta forma, con el rechazo al pedido para la zona de El Porvenir).
La gente comenta la ira divina para apuntar los ojos hacia el lado incorrecto; lo que debe de entenderse que más grande y peligroso es la estupidez humana o, lo que me parece más viable, la corrupción de esas personas que a la larga son las causantes de pérdidas humanas y materiales que ahora estamos sufriendo. ¿Prescripción para estos casos? Si el asesinato intencional está incluido ahora dentro de los delitos que pueden prescribir, bueno. La sociedad civil tiene la palabra. 

miércoles, 22 de marzo de 2017

BREVE CRÓNICA DE UNA CIUDAD ABATIDA (TRUJILLO Y SUS HUAICOS NATURALES Y SOCIALES)

Miércoles 22 de marzo. Luego de una semana de lluvias y huaycos (riadas de lodo y piedra), salí a ver cómo estaban mis amigos y una parte de la ciudad: el centro histórico de Trujillo. Premunido de una máscara, gorro, agua y una cámara fotográfica me enfilé hacia la Av. América Norte, ubicada a dos cuadras de mi casa. Mi caminata fue un poco accidentada, pues se habían colocado bolsas de arena en lugares que entorpecían el paso o lo obstaculizaba del todo. Además se veían muchas calles con el acceso a ellas totalmente cerrado. Ojalá que alguno de sus residentes no vaya a pasar alguna urgencia, pues la posibilidad de llegar a cualquier domicilio en esa calle es nula. Agreguémosle la cantidad de tranqueras que se han colocado en varios barrios para que uno imagine el caos que hay en la ciudad. Y muchos vecinos han sacado sus bolsas de basura para depositarlas en las calles a las cuales, tal como están las cosas, dudo que llegue el camión de recojo. En varios aspectos, los ciudadanos, más que ser parte de la solución, somos parte del gran problema en situaciones como estas. En realidad, tenemos de nota en Civismo: 0.



Luego de seis riadas, el Centro Histórico ha sido uno de los barrios más castigados de la urbe. El Porvenir y Buenos Aires, ambos equidistantes, son también los que más graves consecuencias han tenido. Estos barrios han sido construidos sobre varios lechos de ríos secos que se activan en temporadas pluviales como esta. Recuerdo una visita que hice por el sur de Israel, zona generalmente desértica, en la cual hay lluvias esporádicas pero violentas. Las autoridades habían planificado estos lugares llamados Wadi (un poco como los lechos de ríos secos) para que nada se construyese sobre ellos y que haya advertencias para cualquier visitante, fuera de refugios por su hubiera una furtiva riada de agua. Me tocó la experiencia de vivir una tormenta sorprendente con rayos que iluminaban la noche y que retumbaban sobre las cabañas en las que estábamos hospedados; al día siguiente, hubo una fuerte lluvia y vi cómo esos lechos secos se cargaban de agua que formaban una fuerte corriente y que arrastraba con todo. Buen susto, pero todo bien previsto. Aquí varios de estos lechos son zonas urbanizadas e incluso lotizadas “legalmente”, producto de invasiones, traficantes de tierras y de políticos inescrupulosos para obtener votos futuros. A mi parecer, hay zonas en las cuales la intervención de un proyecto de canalización de aguas significará forzosamente la expropiación de casas e incluso cuadras para construir un gran canal dren para la ciudad. Esperemos que haya ese líder que se faje esta impopular medida, pero necesaria si la ciudad en su conjunto quiere seguir existiendo. Las medidas hechas en Ecuador para su sistema de drenaje han sido extraordinarias, un verdadero ejemplo para el de nosotros, el país que lideraba la economía del continente y no ha sido capaz de crear verdaderos proyectos de impacto social como sí lo ha hecho Ecuador. 19 años perdidos desde el Fujimorato con el Niño del 98 y 34 años desde el Niño 82-83 desde el segundo gobierno de Belaunde. Tiempo perdido.
Sigamos con el lamentable periplo. Entré por la Avenida Manuel Vera Enríquez para encontrarme con un tráfico endemoniado y que levantaba un polvo bastante dañino. Esta tierra llegó del famoso camposanto de Mampuesto, un ex reservorio chimú ahora un cementerio. Huelgan las palabras para preguntar cómo es que este reservorio natural terminó de cementerio que colapsa por ¡segunda vez! Imagino que en la era Chimú, muchos canales se servían de estas aguas cuando había lluvias cuyas aguas alimentaban este reservorio natural. Ahora no existen esas fugas o las mismas se han convertido en calles, avenidas o manzanas de casas. Al llegar a la esquina entre la avenida mencionada y la 8 de Octubre me hallé con un microbús atascado en un hoyo abierto por la corrosión de la capa asfáltica. La presencia de varios policías de tránsito como algunos voluntarios controló el tráfico de gente desesperada de salir como sea de ese tráfago. La gente acataba las reglas, pero no faltaba algún abusivo en camionetas 4x4 que generaban desorden: increíble, no era el transporte público, sino energúmenos al volante que se creen con todo el derecho del mundo a avanzar sin respetar a los demás; incluso algunos parecían tener la intención de arrollar peatones. Subí un par de cuadras la avenida 8 de Octubre y la situación era caótica. Muchas calles estaban bloqueadas u otras llenas de lodo de la riada del domingo 19 (la que fue más fuerte). Me dirigí nuevamente a la Avenida Manuel Vera y tomé la dirección de Av. España. Era un caos total, los policías indicaban a los choferes de no tomar la Vera Enríquez por la cantidad de barro acumulado. Crucé hacia la calle Junín. Un triste panorama; sin embargo, ya había maquinaria removiendo el barro para que haya un tránsito fluido. Tres cuadras de Junín, cercanas a la calle San Martín, estaban llenas de lodo y basura. Y así sucedió con todas las transversales a San Martín, la que ha soportado todas las riadas y, quizá, las que vengan aún. Cuando escribo esto, ya están anunciando otra.




Entrar a San Martín es sentirse desolado. Imagino la pesadilla que habrán vivido residentes y comercios que se hallan en esta calle. Aún discurría agua cerca de las bermas. Me acerqué a la Alianza Francesa a ver el edificio. No había nadie, pero luego hablé con el Director y me comentó que habían previsto varias medidas: cubrir objetos y elevarlos, igual libros y otros materiales, asegurar ventanas y puertas. En el 98, el entonces Director vio pasar flotando un gran conteiner de basura desde la avenida Miraflores. No sé qué habrán visto esta vez. Me acerqué al restaurante de unos amigos, el Patio Rojo: daños considerables. Espero que los bancos tengan una política de préstamos blandos a muchos pequeños y medianos empresarios que han sufrido pérdidas parciales o totales de sus medios de trabajo: es lo mínimo que pueden hacer, ya que ahora te prestan dinero a por doquier. Solo espero que no sea una política de usura total que es la esencia, en cierta manera, de un banco.
Seguí caminando por San Martín y vi las tres casas que amenazan desplomarse. Creo que se haría una acción de emergencia, ya que la gente pasa al costado de ellas sin medir el peligro de la caída parcial o completa de una de estas casas. Lamentable. Esta vez me dirigí hacia el Club Libertad. Hablé con el Sr. Anticona, guardián del lugar; me contó aterrado cómo el agua y el lodo ingresaron en el local inundando parte de las canchas de básquet y la entrada. De ahí me dirigí hacia la calle Almagro. Antes di una mano a un señor gasfitero que iba a hacer unos arreglos a una casa, el señor es discapacitado físico y no podía subir los montículos creados con los sacos de arena. Vi otros casos más; si la ciudad en sí es poco amable con los discapacitados físicos, por estos días el panorama es peor. De Almagro fui hacia la Plaza de Armas que yacía aún con polvo, pero ya no como la vi fotografiada el domingo. Subí por Pizarro y en el camino te encuentras con vendedores improvisados de venta de mascarillas. Fui a una farmacia a comprar una medicina que sí había, aparte pregunté por mascarillas: agotadas. Todas estas están en las calles sobrevaloradas. Imagino que el índice de inflación por estos días debe de estar llegando más allá del 40 %. Seguí por Pizarro, quise tomar un jugo y no tenía vuelto: el billete de 10 o 20 soles era raro. Me abstuve y me dirigí hacia la Casa de Emancipación: cerrada. Luego Club Central: cerrado. Doblé por Junín para ver Santa Clara: cerrada. Tomé la calle Independencia hasta España en cruce con Av. Del Ejército. Crucé la avenida, ya no tan caótica para dirigirme hacia la Av. Miraflores. Aquí ya es otro el panorama y el caos volvía a cundir. 




La Av. Miraflores ha sido el cauce “natural” de estas riadas. El asfalto se ha hundido por muchas partes, pero no se ven dichos huecos por la presencia de agua. El caos se iba acentuando a medida que uno se acerca a la Av. Túpac Amaru. La calle está cerrada y a lo largo de la avenida en dirección hacia la Av. América Este las calles trasversales están todas cerradas con barreras de sacos o tranqueras. Es la locura total. En algunos casos, la gente ha hecho una suerte de fortines que a la llegada del agua la derivan hacia el vecino afectándolo. Los trujillanos se quejan del molón de Salaverry y ellos han hecho réplicas del mismo sin importarles a quiénes afectan. Nuevamente, 0 civismo.
Pasé frente al Cementerio de Miraflores. No vi mucho, pero creo que los vivos se han preocupado más por sus vidas que por los muertos. Seguí hasta llegar a Borgoño, doblé para ver cómo estaba la Universidad Privada del Norte, mi ex centro de trabajo, poco afectado. Luego me dirigí hasta Daniel Hoyle para visitar a María. Estaba tranquila felizmente. Pero problemas de agua y organización son los que carcomen la paciencia de la gente. En su casa hice una buena pascana. Como reflexión es la necesidad de organizarnos para exigir a las autoridades presentes y venideras en embarcarse en proyectos globales urbanos que consideren drenes, canales, parques, una urbanización ordenada de la ciudad.




Tomé el camino hacia 8 de Octubre, luego de mi pascana. También en un estado lamentable. Hay algunos sectores que han llegado a situaciones extremas: han construido un muro rápido de ladrillos y cemento.

Trujillo tiene que pensar que ya somos una ciudad tropical y que esta experiencia sea el punto de partida de una ciudad mejor. No queda otra. Porque Trujillo sigue siendo un  lugar bonito para vivir y lo haremos.



lunes, 20 de marzo de 2017

OTRA VEZ (ARTÍCULO DE OPINIÓN PUBLICADO EN EL DIARIO CORREO DE TRUJILLO DOMINGO 19 DE MARZO)

Hace 19 años, aguas de la Quebrada de San Idelfonso corrían por las calles céntricas trujillanas, luego de que las aguas contenidas en un antiguo reservorio chimú, convertido en cementerio ilegal, hayan sido inadecuadamente tratadas para evitar el rebalse eminente. Y la riada de agua buscó su cauce natural de siglos, ahora convertido en calles y avenidas céntricas. En 1998, hace 19 años. Igualmente en noviembre de ese año, una revista local, especializada en construcción, publicó un artículo mío, “¿Preparados para la adversidad?”, en el que reflexiono sobre nuestro actuar frente a tan apabullante fenómeno, como el que nos aqueja en estos momentos. Ahora que releo los contenidos, poco o nada se ha hecho para cambiar los errores cometidos en ese entonces: se ha seguido construyendo en zonas identificadas como lechos de ríos secos; hay hasta edificaciones de material noble que demuestran cierta solvencia económica. Y Mampuesto sigue siendo utilizado como un cementerio. Otro dato anecdótico fue la publicación de un mapa histórico en que se mostraba toda la red de ríos secos, sobre los cuales se han construido calles y avenidas. Lejos de tomar en cuenta el hecho de ser un cauce natural, los ingenieros, planificadores urbanos y autoridades municipales y regionales de estos últimos 19 años han pavimentado estas zonas sin medidas de precaución (por lo menos, drenes) por lo que la ocurrencia de desastres es mayor en las mismas; además tienen numerosos rompemuelles incrementando el problema.

Trujillo ya viene afrontando una tropicalización, fruto del cambio climático y de la presencia de Chavimochic, proyecto que ha generado un impacto sobre la población. Incremento del calor y humedad, y subida de la capa freática son algunos de los cambios sustanciales experimentados en los últimos años. Y con un Niño, estos se incrementan exponencialmente. El Norte peruano debe de construir pensando en un nuevo Niño, fenómeno inevitable y cada vez más violento. Las carreteras y calles están pensadas para ciudades de escasa lluvia; por eso, colapsan irremediablemente. El sistema de drenaje de Guayaquil debe de ser un ejemplo a imitar por todas las ciudades norteñas: desde Huarmey hasta Tumbes. ¿Las autoridades regionales y municipales se han dado una vuelta por Arequipa para ver el puente que une a dos distritos de esa ciudad? ¿Por qué el puente Moche está a la altura del cauce mayor de este río? ¿No se aprendió con lo que pasó en Piura en 1998 o queremos que suceda el mismo incidente? ¿Existe algún otro puente alternativo para Trujillo, con casi un millón de personas, con las ciudades del sur? Las construcciones del boom de los últimos años han mostrado grandes problemas en su edificación. ¿Se construyeron pensando en el Trujillo de los 80? Queda en la sospecha que muchas previsiones hayan caído en saco roto a causa del fantasma de la corrupción, como Chavimochic, que ha corroído nuestra sociedad por décadas. Al final de cuentas, la reconstrucción es negocio redondo y aceitoso.


viernes, 17 de marzo de 2017

¿PREPARADOS PARA LA ADVERSIDAD? (ARTÍCULO PUBLICADO EN LA REVISTA CONSTRUYENDO 13 DE NOVIEMBRE 1998, HACE 19 AÑOS). SIGUE VIGENTE.

Artículo publicado el 13 de noviembre 1998, Revista Construyendo Diario La industria

Los últimos acontecimientos que abatieron a nuestro país deben de invitarnos a una reflexión sobre nuestra actitud y planificación de todas las actividades que desarrollamos, empezando por una de las más básicas y prioritarias: la educación.
Hemos sido testigos de un cambio de actitud general hacia muchos cursos escolares, desplazados unos por otros, los últimos magnificados por una serie de cambios que han venido sucediendo en los últimos años. Esta actitud, sin embargo, no solo es ajena a los PPFF o estudiantes, sino a los mismos docentes de los cursos en cuestión, lo que agrava esa dejadez traslucida en poca innovación, escasa motivación y débil capacitación que se da los docentes de esas áreas. Me estoy refiriendo a los cursos de Geografía, Historia y Educación Cívica.
Vamos paso por paso. El reciente fenómeno del Niño (1998) es un acontecimiento evidentemente geográfico, cuya repercusión se hará sentir por varios años, en un principio, negativos; y, de ser bien canalizados, en positivos. Este acontecimiento ha sido estudiado por mucho tiempo por los científicos especializados en geografía física y climatología. Los instrumentos cada vez más sofisticados permiten obtener datos más exactos, corroborando o corrigiendo observaciones hechas hace varios años e incluso siglos.
Es, también, un  fenómeno histórico, de marcada preocupación por todos aquellos que han sido, son y serán afectados por este acontecimiento de envergadura que causó, incluso, la desaparición o casi extinción de culturas ancestrales. Por lo tanto, las preocupaciones centradas en la visión real de que dicho fenómeno es inevitable han desarrollado, a lo largo de la historia, respuesta para poder sobrellevarlo. En algunos casos, los antiguos peruanos lograron armonizar y sobrevivir al fenómeno; en otros, significó la extinción de esa civilización.
El desarrollo silencioso de la Historia y Geografía permite entender mucho mejor por qué muchas culturas se hubieron extinguido sin que haya mediado participación externa humana (invasión, guerra). Algunos misterios comienzan a ser comprendidos en su real magnitud gracias a la necesaria interrelación disciplinaria, acción aún no del todo planteada en aulas escolares o universitarias, más por prejuicio o celos desarrollados en las últimas generaciones. Este conocimiento es necesario para cualquier sociedad, pues le permite buscar medidas preventivas y a desarrollar estrategias que nos permitan continuar existiendo evitando el colapso. Y este conocimiento, básico o profundo, se accede por la educación de toda la población involucrada.
La población, de pronto, se encontró sorprendida por aquello que ya estaba previamente anunciado. El diario La Industria publicó mapas donde figuraban datos ya observados ¡hace siglos!, datos que la arrogancia moderna jamás los tomó en cuenta. Calles céntricas del viejo Trujillo son en realidad cauces secos. Se construyeron edificaciones –hasta de material noble-en lechos de ríos secos, los cuales se colmataron (no hay que ser un genio de ingeniería o de historia para saberlo, ¿o sí?) y volvieron a su esencia natural. ¿Qué pasó con todos los sofisticados conocimientos de ciencia y tecnología frente a lo de Mampuesto? ¿Se consultó a los anales de la historia que fue un RESERVORIO creado para aprovechar las aguas de las quebradas? Otros datos, desde el aire se ve cómo estuvieron afectados, Huanchaco, Huanchaquito, Trujillo y sus numerosos barrios, el cauce del río Moche, todos anegados; pero Chan Chan no muestra amenazas de este desembalse.
¿Qué pasó con Defensa Civil, la cual TODOS integramos? ¿Qué pasó con nuestro sentido de colaboración, solidaridad y orden durante el desastre? ¿Por qué la gente se dedicaba a crear sus propias protecciones sin orden y coordinación alguna para crear una suerte de canal para canalizar las aguas que venían? ¿Dónde aprendemos esto? ¿Hay cursos destinado para esto? ¿Matemáticas, Química, IT? De aquí vienen más preguntas: ¿cuántas horas gastan nuestros estudiantes en marchar por las calles de Trujillo, las cuales no saben proteger en caso de desastre? De haber capacitado mejor a nuestros jóvenes, ¿hubiesen sido más efectivos en hallar respuestas a padres desesperados ante una casa inundada? ¿Qué les estamos negando, pues, a nuestros estudiantes en nuestros centros educativos?
De ahí vienen más dudas sobre las universidades, ¿estas instituciones que forman a los futuros dirigentes (creo) de su región, ciudad y barrio incluyen en sus estudios de la realidad, si es que los hay, la presencia de este Fenómeno? Ingenieros civiles, arquitectos, economistas, comunicadores, ¿saben lo que es el Niño y lo que debe de hacerse para atenuar sus consecuencias? Entonces, ¿es el Fenómeno del Niño un acontecimiento importante a tomar en cuenta o nos lo pasamos por alto?

En nosotros, como docentes, están las respuestas.