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Trujillo, La Libertad, Peru
Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal
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domingo, 17 de octubre de 2021

CONVIVIENDO CON MONSTRUOS (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO TRUJILLO 17 DE OCTUBRE)


El miércoles 13 fue el Día de la Reducción de los Desastres Naturales. Ese mismo día a las 4 am aproximadamente un sismo remeció varias ciudades costeras, incluida la nuestra. Irónico. Sin embargo, es una latente realidad.

Nuestra ciudad está expuesta a una serie de desastres naturales, súbitos o paulatinos, que ponen en riesgo la vida y la propiedad de sus habitantes. Terremotos y fenómenos de El Niño han dado cuenta de vidas y patrimonios de muchos ciudadanos a lo largo de la historia de este valle en el que se halla ubicado Trujillo. Ahora se van a agregando nuevas amenazas como la erosión costera y la humedad, fuera de un estrés hídrico que ya afecta otras ciudades costeras como Lima; y tenemos no sólo un virus mortal, sino varios (dengue, por ejemplo) que circulan entre los ciudadanos. Algunos de estos monstruos son inevitables: un terremoto puede acaecer en cualquier momento y aún no se logra su predictibilidad: pero muchas consecuencias de estos son provocadas por una serie de condiciones propiciadas por nosotros; desde construir en zonas riesgosas hasta las formas de construcción empleadas que ponen en riesgo a sus habitantes. La adopción de la quincha y el adobe, ya usado en tiempos prehispánicos, fueron una respuesta a los terremotos vividos en nuestras ciudades durante la colonia. Los Niños también nos muestran los errores humanos al edificar en lechos de ríos secos o al deforestar las quebradas cuyos nombres nos causan temor tras una lluvia fuerte. Errores que vamos pagando caro como lo que vivimos en 2017. Aunque felizmente no hubo fallecidos, los daños fueron cuantiosos y nos muestran que no hemos aprendido nada. Las aguas discurrieron por los mismos lugares que atravesaron la ciudad en el Niño de 1997-98, aguas que provinieron del embalse de Mampuesto, ahora usado como cementerio. Esto también es narrado por Don Miguel de Feijóo en relación con el Niño de 1728, cuyas aguas casi se llevan las murallas que rodeaban al Trujillo de ese entonces. Como si nada hubiera cambiado. El terremoto del 70 golpeó duramente a la ciudad y su reconstrucción fue lenta. Muchas iglesias y casas estuvieron en estado ruinoso por décadas; algunas iglesias fueron restauradas por la visita papal de 1985. Tenemos un silencio sísmico por décadas, mientras la ciudad yergue edificios que esperemos estén en la capacidad de poder resistir un movimiento de envergadura; sino tendremos muchos muertos qué lamentar.

Hay dos cambios intencionales que están causando daños, quizás, irreversibles en la ciudad: la erosión costera y la humedad. La primera está muy ligada al molón de Salaverry. La segunda se ha acentuado con la presencia de Chavimochic, generando una suerte de tropicalización que genera cada vez más lluvias. Los intereses económicos son muy fuertes en ambos casos: algunas propuestas han tratado de atenuar los cambios generados con poca suerte. ¿Cómo estamos ante el crecimiento de estos monstruos?

domingo, 30 de abril de 2017

SORPRESAS NON GRATAS (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO DOMINGO 30 ABRIL) INDULTOS Y LLUVIAS

Hace una semana advertía la necesidad de estar atentos ante la desidia que suele envolver a la sociedad peruana frente a diversas situaciones. Dos hechos, una sorpresiva lluvia y una absurda propuesta política, nos invitan a reflexionar al respecto.

La lluvia del jueves por la madrugada despertó del letargo nuestros justificados temores ante la posibilidad de vivir nuevamente esa pesadilla que fue el mes de marzo para el Norte peruano y para nuestra ciudad, en especial. La mañana del jueves nos recordó la amarga experiencia de esa semana que sumió a la ciudad en caos y desesperación de los casi millón de habitantes que viven en Trujillo. A golpes se aprende y la naturaleza nos lo está haciendo recordar con cierta frecuencia. Y vale la pena hacer odiosas comparaciones para que nuestro, muchas veces injustificado, orgullo reaccione positivamente. La misma semana, en nuestro vecino sureño, se produjo un sismo de magnitud 7,1; en un país altamente sísmico como lo es Chile, la cultura cívica demostrada por su población es de resaltar, pues esta ha reaccionado mostrando una educación preventiva y escasa actitud a la especulación. Un violento sismo quizá sea una dura prueba definitiva para la sociedad peruana sobre su cultura cívica, tanto de autoridades como la ciudadanía en general. Los lamentables comportamientos de muchos miembros de nuestra sociedad nos hacen temer una resaca post desastre nada alentadora.


El hecho político surgió del interior del actual gobierno, cuando uno de sus controvertidos integrantes anunció la posibilidad de apoyar el arresto domiciliario del expresidente Alberto Fujimori. Este anuncio es el colofón de una larga semana de disquisiciones que hablan de ciertas debilidades del actual gobierno ante un Congreso movido por la animadversión y condicionamientos desafiantes de muchos de sus integrantes contra la majestad gubernamental. La reacción indignada de gran parte de la sociedad se justifica ante la posibilidad de ceder ante este tipo de extorsiones partidarias que debilitan la sociedad democrática. Esta circunstancia nos debe de hacer recordar a un insigne liberteño, José Faustino Sánchez Carrión, padre de la naciente República peruana. En su actividad epistolar, éste habla sobre la mejor forma de gobierno para nuestro naciente país, la democracia, y advierte sobre los peligros que pueden ir surgiendo contra ella. En una de sus cartas anuncia algunas ideas fácilmente extrapolables temporalmente. Nos alerta sobre “la seducción de los pueblos por el encanto de las palabras con total olvido de las cosas”; el hombre puede ser “cruel e infame” que “sacrificando la causa pública con todo su linaje de intriga y desvergüenza, engrandecimiento personal, prostituye la confianza pública”. Los lamentables ejemplos de nuestros recientes líderes políticos, expresidentes, no hacen más que validar estos duros enunciados, clara advertencia para nuestra democracia. La historia nos sigue enseñando.