El día sábado 27 de mayo un grupo
de amigos, liderados por Jorge Saito, se decidió dar un paso importante para la
idea que está rondando a todo los integrantes que nos une el fuerte interés de
ayudar a Trujillo con un sólido plan de reconstrucción dentro del marco de una
prevención lógica y coherente, y que sea abordada desde diversas perspectivas
profesionales. La idea de visitar los lugares donde habían sucedido las más
graves riadas de agua en el mes de marzo por fin se logró concretar y para
ello, Silvia Ponce logró contactar con una movilidad con la que se iba a hacer
el recorrido a tres quebradas que habían asolado la ciudad con siete huaycos. Nos
reunimos en la Universidad Privada del Norte, punto de encuentro de las 10 personas
que íbamos a ir en una Van de la empresa Emtrafesa. A las 9 de la mañana
salimos hacia nuestro primer destino: Quebrada de San Idelfonso. Esta ha sido
la que más ha afectado a la ciudad, acumuló más agua y es la que se encuentra
más poblada de todas las demás. Es la que acoge el famoso cementerio de
Mampuesto, el que en 1998 se hizo famoso alrededor del mundo cuando el embalse
rebasó los frágiles muros de contención así como la fuga que se había hecho,
para desbocarse con lodo, piedras, ataúdes y cadáveres por las calles de la
ciudad. Aún tengo el recuerdo de ese huayco, pues con mi auto pisé un cadáver
atascado cerca de las puertas del entonces ITN en la calle Borgoño. El haber
ido casi dos meses después fue una buena decisión: primero porque la población
aledaña está menos tensa que cuando sucedieron estos tristes eventos, la
población estaba enardecida y temerosa de perder objetos; segundo, ya más
calmada, la población da información sobre lo sucedido sin sentirse objeto de
curiosidad por parte de muchas personas que, de manera impertinente, no
respetan su incomodidad, frustración o privacidad. Llegar al cementerio para
ver el entorno es preocupante, pues muchos de los vecinos ya están en proceso
de reconstruir sus viviendas en esta zona que, ante una nueva versión de
lluvias, será nuevamente declarada zona de desastre. Hay sí muchas casas
colapsadas y abandonadas. De ver en la actualidad la magnitud de la situación,
me imaginé cómo fue la zona en el mes de marzo. Las huellas de la evacuación de
las aguas son visibles. Tal como lo fue en 1998, casi 20 años después. Lo
interesante es el que afectado cementerio ha sido dado en concesión a la
entidad que regenta el otro cementerio de la zona. Según datos históricos,
Mampuesto ha sido testigo de muchos Niños desastrosos que asolaron la ciudad y
sus alrededores. En 1897, todo el Norte peruano sufrió un mega Niño y Trujillo
recibió dos meses de lluvias, desde febrero a abril, que dejaron maltrecha a la
ciudad. Es interesante ver que en el Niño de ese año y el del 1728, como relata
Don Miguel de Feijóo, Mampuesto tuvo una activa “participación” al ser el lugar
donde se acumulaban las aguas pluviales que luego se desembalsarían sobre la
ciudad. El breve artículo de Arturo Rocha Felices tiene datos interesantes al
respecto en las páginas 9 y 10 (http://www.apiperu.com.pe/Presentaciones/articulos%20y%20libros/meganino1891.pdf).
Del mismo autor, encontramos un texto virtual que habla sobre el mega Niño de
1728 y sus daños en la costa Norte del Perú (http://ponce.sdsu.edu/el_meganino_de_1728.html).
Pero mejor es ir a las fuentes de Feijóo, cuya obra Relación descriptiva de la
ciudad, y provincia de Truxillo del Perú fue reeditada en 1981 por el entonces
Banco Industrial. En la página 159 del capítulo XII se habla de Mampuesto, el
origen y las terribles consecuencias de su desborde. Feijóo lo llama Marapuesto y lo denomina como terraplén
hecho por los indios gentiles que “[..] cerraba un gran espacio de una quebrada
entre dos cerros, de lo que resultó se hiciese una profunda laguna; y
humedecidas sus vasas, y cimientos, derrumbándose por lo más débil, precipitada
la multitud de agua que se había recogido, corrió por los campos mediatos[..]”.
Para suerte de Trujillo en ese entonces, las aguas no se dirigieron sobre la
ciudad donde “[..] hubiera desbaratado parte de sus murallas[..]”, sino que se
dirigieron al río Moche. La historia repite el mismo fenómeno. El hombre no
aprende. Y la naturaleza no olvida.
Decidimos seguir con nuestra
visita y enrumbamos hacia las alturas de Río Seco. A nuestro paso veíamos
algunas calles o avenidas que se habían vuelto el cauce natural de las aguas
que descendían a toda velocidad hacia el mar. Las huellas de la altura del
cauce creado eran evidentes en varias casas, algunas de las cuales ya estaban
deshabitadas. Decidimos bajar para ver la quebrada en una zona de Río Seco. Las
personas estaban lotizando la zona, la cual en una próxima temporada de lluvia
terminará por ser arrasada. Nos comenzamos a sentir como verdaderos intrusos en
la zona, por lo que decidimos ir hacia nuestro segundo objetivo: quebrada del Cerro
Cabras.
Fuimos hacia Wichanzao en el
distrito La Esperanza a ver lo que había pasado en la zona. Pese a que sí hubo
un cierto caudal, los estragos en la zona fueron pocos frente a la magnitud de
lo anteriormente visto. Lo que es interesante es cómo en la zona ha prevalecido
cierta forma de construcción similar a la andenería: las pirqas o pircas. Esta
técnica permite nivelar y ganar terreno en las faldas de los cerros. El
problema para la población que se asienta en las laderas de los cerros es crear
buenas bases para evitar deslizamientos y tragedias que lamentar. El Cerro
Cabras se está poblando así. Nuestra Región no ha experimentado un fuerte sismo
desde 1970 y esa situación sí debería de preocupar a toda la ciudadanía. Una
lluvia no causa estragos tan fuertes y extensos como un sismo. Las pequeñas
casas que vimos en esta visita pasarán quizá su primera y última experiencia de
tener un sismo de igual magnitud como el vivido en mayo del 70. El plan de reconstrucción
que se quiere hacer en la zona Norte debe de ir pensando en eso. Trepamos el
cerro Cabras hasta una mediana altura y pudimos contemplar la ciudad. Es un
observatorio natural de la ciudad. A lo lejos contemplamos nuestro siguiente
objetivo: quebrada del León.
Nuevamente ya en nuestra
movilidad, nos enrumbamos hacia nuestra última visita. Antes de llegar a la quebrada vimos un sector nivelado
recientemente sobre el cual se han construido varias casas prefabricadas que
acogerán a los damnificados de la zona del León. Además vimos el edificio del
COER (Centro de Operaciones de Emergencia de Región La Libertad), el cual
irónicamente está ubicado en un lecho de esta quebrada. Se ha pedido a muchos
pobladores desalojar esta zona de alto riesgo, pero no se predica con el
ejemplo. Lo que vimos fue más interesante aún. Las autoridades del Gobierno
Regional y del distrito de Huanchaco estaban utilizando maquinaria pesada para
limpiar el cauce de esta suerte de río seco. Pero dos detalles eran de
película: cuatro o cinco personas trabajaban y por cada uno de los que
trabajaban verdaderamente había casi 6 personas cuya única razón de estar ahí
es inspeccionar, creo. No sé por qué había tanta gente en chalecos que los
identificaban y no tenían función específica alguna. Horas extras que sirven
para sangrar el presupuesto de cualquier gobierno municipal o regional. El
segundo era la limpieza de este cauce natural que amplía su luz y posible
caudal y el espacio de paso bajo un puente que conecta este canal natural. El diámetro
de estos espacios era ridículamente estrecho y ante una primera lluvia estos estarán
destinados a obstruirse. Cambiar mocos por babas. A toda luz, estamos siendo
testigos de una obra cuya utilidad se asemeja a la de un cenicero en una moto.
Y la presencia de todo ese personal sí rayaba con lo ridículo. Lástima que no hubo
periodistas en funciones para informar sobre esta situación bastante irregular.
Y mortificante, pues es dinero público, dinero nuestro.
Ya en nuestro retorno a la ciudad,
hicimos un nuevo alto, ahora en el sector asignado para estas casas
reconstruidas. Son pequeñas que alojan una suerte de tres habitaciones. Son
bastante calurosas y tienen unas pequeñas ventanas para que ingrese aire. Los policías
que custodian el lugar nos permitieron acceder a sus instalaciones. Debe de
entenderse que son provisionales; pero conociendo nuestra capacidad de
adaptación y conformismo se han de volver en viviendas “fijas”. Esperemos que
no.
Fin de nuestra visita de casi
tres horas.