Hay
viajes a los cuales les pones muchas expectativas y también dudas; este viaje
es uno de ellos. En mi reciente viaje a Europa, había hablado con Carmen Ortega
para hacer un viaje en grupo con Maria a visitar algún lugar atractivo. En un
principio era Cartagena de Indias en Colombia; pero en el camino fui recordando
este sitio como uno de esos lugares que quieres ir, pero siempre estás postergando.
Este es Guatemala. Compartí esta idea con César Alva quien comenzó a búsqueda
de pasajes para ir hasta ciudad de Guatemala sin tocar Lima. La opción fue la
línea COPA vía Chiclayo. El día elegido: martes 23 de julio. Por esos días,
había hecho una pesada mudanza hacia mi nuevo departamento despojándome de
muchas cosas que no iban a estar en mi nueva casa, así como un dolor intenso en
mi pierna izquierda: el desgaste de mi cabeza de fémur que va a condicionar mi
viaje en cierta manera. Sin embargo, pese a todas estas circunstancias, el
viaje iba a salir de todas maneras.
Martes 23 de julio. Decidimos hacer el periplo en un solo día. Salimos en el servicio de 8 am vía Emtrafesa hacia Chiclayo. La distancia de 248 km se hace en un poco más de cuatro horas, que evidencia el remedo de autopista (la del Sol) que une a ambas ciudades. Es insufrible esa carretera que tiene grandes interrupciones, rompemuelles y que ingresa a algunas ciudades, lo que ralentiza el viaje entre ambas urbes. Cuatro horas. Hay zonas como Guadalupe, Chepén o Reque que se va a paso de tortuga. Llegamos a Chiclayo un poco más del mediodía para encontrarnos con César quien había estado en Cajamarca. Erróneamente había hecho el chequeo el día anterior, perdiendo tontamente un poco más de doce dólares. Tontería total. Primero nos fuimos a almorzar algo en el Hebrón en la Av. Balta. Luego, fuimos al aeropuerto en dos taxis (Chiclayo tiene pocos taxis grandes) para hacer todos los trámites necesarios como imprimir nuestra tarjeta de abordaje. Íbamos con equipaje de mano, pasamos todos los controles necesarios como el de los rayos X y la revisión del pasaporte. Maria estrenaba pasaporte peruano. El abordaje fue rápido e íbamos en buena ubicación. Yo tuve que ir con un par de bastones para caminar; uno lo utilizaba como bastón de apoyo para desplazarme y lo haré a lo largo de todo el viaje. El vuelo fue normal durante dos horas 45 minutos hasta el aeropuerto Tocumen en Panamá. La Llegada fue puntual sin cambio de huso horario. Nuestra conexión con Guatemala era en la puerta colindante: nunca mejor conexión. Mi sitio era al lado de la ventana por lo que pude ver algunas vistas del canal. Guatemala tenía una hora menos en su huso horario. Llegamos al aeropuerto internacional La Aurora casi a las 7 de la noche, hora local. Sacando cuenta, habíamos estado casi 9 horas sentados, sea en bus, sea en avión. Ya en el aeropuerto, hicimos cambio de algo de dinero, dólares a quetzales, la moneda local. Eran casi 8 quetzales por dólar. Así recibimos una buena cantidad de esta moneda en billetes para pagar nuestro traslado al departamento que se había alquilado gracias a la gestión de César. Recibimos billetes de denominación de 5 hasta 100 quetzales y luego monedas, bastante bonitas (https://aprende.guatemala.com/cultura-guatemalteca/general/historia-moneda-de-1-quetzal/). Desde el aeropuerto al dpto. eran casi 20 minutos. Era la 14 calle, 317 zona 10, una zona llena de hoteles y restaurantes. Nuestro edificio daba al frente del hotel Clarion y muy del Intercontinental. El barrio es muy bonito y lo íbamos a conocer a lo largo de varios días de nuestra permanencia. Nuestra primera noche de cena nos fuimos a un nuevo restaurante chino por la zona, tan nuevo que no aparece en el Google Maps. Fue una cena muy simpática que consistía en ir creando tu propio plato tomando como base una combinación de sopas, siendo la más deliciosa de tomate. Luego de cenar, nos fuimos a tomar algo en un bar aledaño. Ahí nos comentaron sobre uno de los mejores rones guatemaltecos: Ron Zacapa (https://laestrelladelmar.es/descubriendo-el-origen-del-ron-zacapa/), sobre todo el XO (https://www.youtube.com/watch?v=PgRLIOAvY2I). César tuvo planes de comprar uno compartiendo un buen descuento antes de retornar a Perú, pero era mucho sobre peso. Así cerramos nuestro primer día de viaje, en el que nos fuimos desde Trujillo hasta la ciudad de Guatemala.
Miércoles 24 de julio. Nos levantamos temprano para ir al centro histórico para desayunar ahí y cambiar dinero. La ciudad de Guatemala tiene un poco más de un millón de personas, según datos oficiales; pero con los barrios periféricos llega a casi dos millones de personas. Una primera constatación que fue desmentida es el hecho de su sistema vial. Había leído que era uno de los peores de América con Bolivia y Perú. Bastante falso. El nuestro es peor. Y la organización de su sistema de transporte no es como la pesadilla nuestra que es privada: allí no hay combis, micros (sólo los de transporte turístico y de calidad), menos mototaxis. El tránsito es más ordenado y respetan reglas básicas de tránsito. Sin embargo, no todo es oro. En nuestra primera visita al centro histórico, íbamos a descubrir una pesadilla: cambio de dinero. Tomamos un taxi con el fin de visitar el Palacio de Gobierno, que ahora es Palacio Nacional de la Cultura. Uno puede leer que este palacio está considerado entre los más bellos de Hispanoamérica. En la entrada hay información de los horarios de visita guiada, pero ese día había una ceremonia oficial. Primer chasco. Cruzamos la calle para ir a la Plaza y vimos un memorial por 41 niñas secuestradas y asesinadas, considerado un crimen de estado (https://lacuerda.gt/2021/04/13/la-plaza-de-las-ninas-8-de-marzo/). El espacio está lleno de velas y dedicatorias infantiles, así como memorias de papel. Guatemala es un país que sufrió un duro y violento periodo de violencia guerrillera y del Estado. Poco se ve sobre este duro trance, que es muy parecido al vivido por muchos países centroamericanos y sudamericanos, como el nuestro. Sólo vi en Flores un mural sobre Jacobo Árbenz, por ejemplo, del cual hablaremos después.
Luego fuimos a tomar desayuno no muy lejos de ahí, al Patsy Constitución, perteneciente a una cadena extensa de restaurantes y pastelerías (https://patsy.com.gt/). Un desayuno generoso, con huevos estrellados o revueltos, y lo que veríamos mucho, tortillas y frejoles. Ya había vivido esta experiencia en México. En muchos aspectos, Guatemala y México comparten muchos elementos culturales en común como la gastronomía. Esta sucursal está en una antigua casa que ha sido restaurada e implementada para el propósito que se le está dando. El servicio es muy simpático: haces tu cola, haces el pedido según combo y te dan un cartel que debes colocar en tu mesa para que los que sirven identifiquen lo demandado por ti y los demás integrantes de la mesa. Una vez terminado nuestro desayuno nos fuimos a cambiar dinero: César quería cambiar dólares; yo, euros. Aquí comenzó una pesadilla que nos iba a tomar casi toda la mañana. Debido al incremento de lavado de dinero por narcotráfico, el cambio de billetes se ha hecho demasiado estricto. Fuimos al Banco Banrural, cerca del restaurante donde estuvimos. Ingresar era todo un conjunto de medidas de seguridad. Entramos a cuentagotas para esperar una ventanilla libre: primero revisan tus billetes. Cambié 100 euros, los cuales revisaron detalle por detalle; a César le negaron cambiar sus billetes por tener sellos que las casas de cambio suelen colocar para indicar que el billete no es falso. Pero ese sello, así como una pequeña rotura en dicho billete impide que este sea aceptado en Guatemala. Esto iba a ser problemático y la información al respecto no es la adecuada, pues ese mismo problema íbamos a tener en la ciudad de Antigua. Y lo malo es que en muchas instituciones públicas te piden pagar con moneda nacional y no tienen cajeros o se pueda pagar con tarjeta, sea de crédito o débito. Este creo que es el principal problema que íbamos a tener, pues no hay muchas casas de cambios, por el problema que arriba comenté: lavado de dinero. Sin embargo, lo loable es que el uso de ventanillas en los bancos es bastante discreto y no estás en una exhibición como sucede con nuestros bancos en la que mucha gente ve cómo sacas dinero. Toda esta gestión nos tomó casi dos horas; lamentable. Con el fin de sacarnos el clavo, nos fuimos a la Catedral Metropolitana de Santiago de Guatemala.
Teníamos hambre y habíamos postergado el almuerzo por las visitas. Fuimos a un patio de comidas dentro del campus y almorzamos. Nos íbamos a nuestro departamento a arreglar maletas. En el trayecto descubrimos algo desagradable: cada maleta tenía un recargo de 95 dólares por tramo; esto es: ida, 95; retorno, 95. Total, ¡190 dólares! Comenzamos a buscar una solución a este problema. Avianca/Aviateca nos estaba asaltando literalmente. La solución: viajaríamos con un maletín con lo mínimo de ropa ligera, los artículos de higiene y las cámaras. Coordinamos con el dueño del dpto. para dejar nuestras maletas y con el taxi que nos llevaría esa noche al aeropuerto. Así cerramos nuestros primeros dos días en Ciudad de Guatemala y empezaría de la de Flores. Eso va en la siguiente crónica.