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Trujillo, La Libertad, Peru
Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal
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domingo, 26 de mayo de 2024

RECORDANDO DESASTRES (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO TRUJILLO 26 DE MAYO)

 


El próximo viernes 31 de mayo recordaremos el gran terremoto que asoló un amplio territorio del Norte peruano hace 54 años, siendo Áncash la zona más afectada en su población e infraestructura. Aunque de manera personal no tuve la amarga experiencia de varios de ese sismo, pero sí vi los estragos cuando vinimos a radicar a Trujillo y cuando visité el Callejón de Huaylas por primera vez. Fuera de las tristes anécdotas que trae este recuerdo, debemos tener presente que se creó un organismo, Defensa Civil, cuyo propósito no es sólo actuar en zonas de emergencia tras un desastre causado por un fenómeno natural (terremotos, inundaciones, El Niño, erosión costera), sino desarrollar en la población una cultura de prevención, tan venida a menos en nuestra sociedad. Los incidentes generados por fenómenos naturales son, en cierta manera, esperados y los agravantes se dan más por la irresponsabilidad e ignorancia de cómo responder frente a estas situaciones que ya no vienen a ser tan anómalas, pues sabemos que van a ocurrir. La corrupción juega un papel importante en la gravedad de las incidencias tras un fenómeno natural, pues el tráfico de terrenos, licencias de construcción, construcciones ilegales, supresión de áreas naturales, deforestación por tala y minería ilegales, entre otras modalidades; todas juegan en contra de la vida y propiedad humanas. No hay peor ciego que el no quiere ver este panorama. Los otros dramas son provocados por la mano del hombre, en los que pueden también intervenir factores naturales. Pero son la misma irresponsabilidad, informalidad y ambición humanas, principalmente, las que juegan el rol decisivo para que desgracias, incluso mortales, sucedan. Dos tragedias recientes tienen esos móviles ocultos y forman parte del triste panteón peruano de accidentes funestos que enlutan hogares: la volcadura de un bus interprovincial en Ayacucho y una explosión por fuga de gas GLP en un grifo en Villa María del Triunfo en Lima. El primer accidente hubiese sido una breve nota en medios, si no hubiese estado entre las víctimas un excongresista; en el segundo caso, es más notorio, por estar en Lima y la amplitud de los daños. Además, hay una situación muy vaga sobre las responsabilidades asumidas por todos los actores involucrados de manera directa o indirecta en ambos casos: desde el estado de la carretera hasta las licencias de funcionamiento y el control de concesionarios de una marca. Pero en sendos casos, la falta de prevención subyace en la desgracia de la que somos testigos. Debería quedar en nuestra memoria casos tan terribles como los incendios de Mesa Redonda o Discoteca Utopía, por ejemplo. Se habla de inseguridad; con estas evidencias, esa sensación se incrementa, pues puedo ser víctima de una explosión, un atropello por un micro sin frenos o una pared vetusta que cae sorpresivamente. Me parece que todo va a quedar como esas cruces en cualquier carretera peruana. En el olvido.


domingo, 13 de agosto de 2023

DESTRUYENDO CIUDADES (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO TRUJILLO 13 DE AGOSTO)

 



Salir de la rutina para conocer nuevos lugares hace ver con criterios más amplios el lugar en el que se vive: la infraestructura, el tejido social y sus manifestaciones, la historia de sus habitantes y sus proyecciones hacia el futuro. Estas vacaciones me permitieron visitar varios lugares de la Región Cajamarca.

Esta visita fue una buena oportunidad de ver lo bueno y también los males que acogen a todas las ciudades peruanas, en unas más que en otras, incluida Trujillo. Viajar con amigos que saben de arquitectura y la historia de la región me dio más luces. El centro histórico de la ciudad de Cajamarca lo ha salvado la acción tanto de historiadores y arquitectos, como de operadores turísticos; sin embargo, se ve un acelerado deterioro de varias bellas casonas (como en Trujillo) que son carcomidas por el interior para convertirse en cocheras o tugurios comerciales. Los alrededores de la ciudad sí son clara evidencia del desorden y peligro de cientos de edificaciones que surgen sin ningún criterio técnico producto de invasiones, tráfico de terrenos y corrupción rampante que corroen nuestra sociedad. Ya no sólo es criterio estético, es la seguridad de cada uno de las personas que las habitan y el de la ciudadanía en general. Además, el boom de la construcción en zonas en las que hay poca regulación municipal y profesional hace permisible la construcción en zonas de alto riesgo (faldas de colinas y cerros), tala indiscriminada y ocupación de áreas verdes que son el sustento y, a la larga, la sostenibilidad de cualquier ciudad. Estuve, también, en Bambamarca, Chota (con un inmenso coso de toros), Hualgayoc, Cajabamba, Namora, San Marcos, entre otros lugares. Salvo excepciones como Cajabamba y Namora que tratan de cuidar su centro histórico a duras penas, las demás ciudades ven su antiguo centro sometido a un estrés de construcciones de cemento y ladrillo desafortunadas y riesgosas, cuyas medidas de seguridad deben ser dudosas. Algunas edificaciones con numerosos pisos y vidrios multicolores rompen la armonía de lo que solían ser las plazas cajamarquinas de antaño; y para acentuar la crisis estética, estos monstruos tienen sólo la fachada enlucida. Un mal hábito arraigado en todos los estamentos de la construcción. Comentábamos que, por suerte, no se generaban tantos incendios provocados como suele suceder en otros países; pero la explicación fue triste: como hay tanta permisividad en la invasión de tierras (veamos el ejemplo de Trujillo sin ir muy lejos) no es necesario recurrir a “medidas extremas”. La corrupción lo permite. La proliferación de nuevos barrios residenciales en zonas de cultivo es, como ya he resaltado, una cuestionable decisión que afecta la seguridad alimentaria de la zona, concepto que parece no ser muy relevante para muchas personas, fuera del hecho de que muchas áreas verdes son afectadas por la minería formal (lo vimos en el camino a San Pablo) y, peor aún, la informal.


domingo, 9 de julio de 2023

LA CIUDAD Y EL NIÑO (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO TRUJILLO DOMINGO 09 DE JULIO)

 



Parece que se nos viene con fuerza El Niño. Y por partida doble, tal como anuncian los servicios meteorológicos nacional e internacionales. Y todo parece indicar que volveremos a lamentarnos y comentando, posteriormente, de las medidas que debemos tomar para prevenir. Una cultura de la prevención tan asimilada en nuestra cultura, así como la de la puntualidad. Desde que mi familia se asentó en esta ciudad en 1974, he sido testigo de varios Niños que han azotado a la ciudad y que generalmente destruyen los mismos lugares o afectan sectores que luego son poblados de manera irregular hasta que alguna autoridad municipal otorga títulos de propiedad a cientos de familias que ocuparon estos territorios considerados no aptos para viviendas. Hay dos factores que entran en juego y que son causa de la rampante corrupción que corroe el sistema peruano de la construcción: tráfico de terrenos y autorizaciones o licencias a construcciones reñidas con el sentido común. El reciente caso de corrupción de alto nivel que involucra a ciudadanos trujillanos del campo de la construcción es reflejo de ello. Recuerdo en una conversación informal con un arquitecto que me comentaba que había autorizado el uso destinado a áreas públicas (por ejemplo, parques) para la construcción de viviendas; por esa razón, no es raro ver ciertas casas que están construidas cercanas a postes de alumbrado e, incluso, es parte del territorio hogareño. Simpático. El caos urbano que muestra Trujillo en sus trazados de manzanas, calles, avenidas y parques es una muestra de ello. Algunas soluciones propuestas por expertos para mitigar los efectos de El Niño han sido rechazadas por otras que recurren a otras que pueden agravar los daños. Viendo todo de manera holística tenemos soluciones peligrosas. El fallecido arquitecto Jorge Saito proponía soluciones naturales como la arborización masiva y la hechura de grandes parques mitigantes en la ciudad que podrían atenuar los efectos. Recuerdo que en los 70, el Parque Industrial tenía un cerco vivo de árboles que detenía el avance de la arena sobre la ciudad hasta que los migrantes informales comenzaron a talar estos árboles para conseguir leña y el desierto comenzó a avanzar sobre la ciudad. Ahora tenemos la presencia de Chavimochic, proyecto que ha generado grandes cambios en la ciudad como el clima y la napa freática, incrementando la humedad. Y esto agravado con el problema generado por el molón de Salaverry que exigió la construcción de una barrera rocosa en Buenos Aires. Recordemos lo que pasó en esta zona en el Niño Costero del 2017. Sin comentarios. Hay silencios que han sido nocivos para nosotros, silencios que favorecen a oscuros intereses. ¿Nuestras autoridades estarán al nivel de poder exigir a sus ciudadanos un orden urbano necesario, fiscalizar las construcciones, erradicar y reubicar lugares poblados en zonas de alto riesgo como las quebradas? ¿O serán simples cómplices y acentuarán el deterioro en el que está sumido Trujillo desde hace décadas? Ojalá tengamos autoridades que den la talla.



domingo, 12 de febrero de 2023

ALERTA, PREVENCIÓN (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO TRUJILLO 12 DE FEBRERO)

 



Las escenas que nos han llegado desde Turquía y Siria son terribles. Mientras en el Sur peruano, violentas lluvias causaron mortales deslizamientos en zonas donde se asienta la minería ilegal. Y, por último, se anuncia de manera alarmante un escenario de triste recordación para los trujillanos: un posible Niño como el que tuvimos en 2017, aunque de baja intensidad. Como suele suceder, estas noticias han comenzado a diluirse en los medios de comunicación, tal como ha sucedido con la muerte de varios ciudadanos hace ya un poco de un mes en Juliaca. Todo pasa al olvido de manera intencional, quizás.

El caso del gran sismo turco está trayendo mucha cola. Las dolorosas imágenes muestran grandes edificios colapsados con mucha gente en su interior, mientras familiares impotentes tratan de rescatar entre los escombros a sobrevivientes. Extraña mucho la cantidad de edificios de más de 4 pisos que han colapsado. Son construcciones relativamente modernas que se han desplomado llevando la vida de sus inquilinos. Y las alertas han saltado en esa nación: corrupción en las licencias de edificación, promovida por los magnates turcos de la construcción. Miles de personas han perdido sus propiedades y muchas de ellas, sus vidas. Se genera automáticamente la duda para nosotros: ¿cómo estamos aquí en ese rubro? Uno ve construcciones tan precarias de varias plantas que uno se pregunta qué irá pasar con un verdadero sismo, ese que no se ha tenido en nuestra ciudad desde aquel mayo de 1970. Hay edificaciones en zonas de suelos no adecuados para construcciones de varios pisos, salvo que se cuentan con un buen reforzamiento en las bases y, en algunos casos, de zapatas en zonas pantanosas. Huelga decir dónde se hallan estas en Trujillo. Y esto va amarrado con la posibilidad de volver a sufrir un nuevo Niño que “partió” a nuestra ciudad de norte a sur aquel marzo del 2017. Tras la catástrofe, un grupo de amigos hizo las investigaciones para ver cómo se puede prevenir otro siniestro. Los resultados caían por su peso: licencias de construcción (algunas veces, construcción clandestina), titulación de terrenos en zonas de alto riesgo, un sinfín de errores que permitirán repetir el mismo escenario vivido en ese fatídico marzo. Quizás, todas las edificaciones dañadas en 2017 ya estén nuevamente “operativas” hasta el próximo desastre. Habrá que ver si se ha cumplido con la prevención en las zonas siniestradas de Pataz y Chavín de Huántar, colapsadas hace casi un año. El caso de los mineros ilegales en Secocha, Arequipa, es una evidencia de no haber acatado las disposiciones planteadas en su momento: más de 41 personas muertas por un huaico ya anunciado.

Acostumbrados a vivir en la cultura de la informalidad y la corrupción en todos los niveles de nuestra sociedad, la vida humana no es relevante para muchos inescrupulosos que prefieren lucrar ilegalmente en vez de velar por el bienestar de los demás. Dios nos coja confesados.


domingo, 20 de noviembre de 2022

INSEGURIDAD E IRRESPONSABILIDAD (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO TRUJILLO DOMINGO 20 DE NOVIEMBRE)


Cerramos una semana tensa y con hechos luctuosos. Mientras la inefable clase política (ejecutivo, legislativo e, incluso, el Poder Judicial) hace tontería y media cada vez mostrando la incapacidad y cinismo que los caracterizan, dos accidentes lamentables, signados por la irresponsabilidad, enlutan hogares y acrecientan el sentimiento de inseguridad en nuestra sociedad.

El accidente de la empresa EMTRAFESA segó la vida de trece personas, aunque todavía las cifras son inciertas en el momento que escribo este texto. Una volcadura que pudo evitarse si se hubiera actuado con prudencia y dentro de las normas que deben de regir esta actividad: se habla de la inexperiencia del conductor, del sistema de construcción de una eternamente inacabada Autopista del Sol, del escaso control de la SUTRAN. De haberse cumplido con todos los protocolos, este lamentable accidente se hubiera evitado: un chofer nuevo asesorado por uno de experiencia, el conocimiento del uso adecuado de un óvalo y el uso consciente de todo ciudadano del cinturón de seguridad. Todo indica que la empresa envió a una persona novata que ahora arrastrará en su conciencia la muerte de numerosos pasajeros; que hubo y hay un verdadero desconocimiento sobre el uso de óvalos y rotondas; y que la mayoría de ciudadanos no cumple con las medidas de seguridad como el uso del cinturón. Muchos foráneos ven con asombro nuestro modo de conducir y el total desconocimiento de reglas básicas de tránsito, tanto del sector público como privado. Alguna vez escuché a un dirigente de transporte público que no encontraba sentido del uso de una rotonda u óvalo. Desde este punto ya comenzamos mal. Ante una forma tan agresiva e individualista de los conductores de todo tipo de vehículo, no es extraño que haya graves desastres como el que acaba de suceder.

El segundo accidente pone muchos elementos en entredicho. El fatal hecho que causó la muerte lamentable de dos bomberos y tres en estado grave surge del problema de comunicación en un aeropuerto que se jacta de ser uno de los mejores de Sudamérica. Y el desenlace pudo haber sido más grave de haberse incendiado el avión que trataba de decolar lleno de pasajeros. El incidente también ha desnudado el problema de un país excesivamente centralista. Cerrado el aeropuerto internacional, comenzó el drama para miles de personas que salían o entraban a Lima desde el interior o exterior del país. Un caos total. Es el pago que tenemos por haber permitido que todo sea priorizado en la capital (como el famoso puerto de Chancay, el futuro nudo portuario cercano a Lima). Una situación crítica para la seguridad y continuidad del resto de nuestra nación. Por ejemplo, ayer Trujillo prácticamente quedó incomunicada con el resto del mundo, salvo los vuelos hacia a otras latitudes como Arequipa o Santiago de Chile, que son poco frecuentes. ¿De haber habido una catástrofe de mayor magnitud, nuestro país paralizaría?


domingo, 29 de mayo de 2022

HAMBRES DE NUESTRA SOCIEDAD (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO TRUJILLO 29 DE MAYO 2022)

 


Situaciones casi apocalípticas se ciernen sobre la humanidad. Secuelas de una pandemia que se resiste a extinguirse y una lejana guerra nos muestran cuán peligrosa puede ser la globalidad en momentos como estos. Miedo por doquier. La información que nos llega por diversos medios de comunicación es cada vez más alarmante y frustrante, puesto que la capacidad de respuesta tanto de la sociedad como la de su dirigencia (gobernantes de todos los niveles) para enfrentar estos problemas no son los esperados y corremos el riesgo de ahondar la gravedad del escenario que se avecina. Un Gobierno a la deriva, un Congreso más preocupado en encubrir sus mañas y actos de corrupción, y todos los partidos políticos preocupados por la campaña electoral del próximo octubre intentando cambiar reglas electorales a su antojo nos dan una idea de cuán “en serio” se están tomando medidas para encarar la crisis en ciernes. La anunciada crisis alimentaria es ya un hecho y el gobierno está más preocupado en pagar favores políticos partidarios con personajes mediocres nada aptos para dar la talla a lo venidero. También están los demás sectores que, obviamente, sacarán réditos de esta coyuntura; ya hemos visto “dignos” ejemplos durante la parte más dura de la pandemia con la brutal especulación que mostraron empresas, entidades y personas. Y no recibieron sanción alguna. Lamentable situación que volverá a ocurrir en contextos como estos en la que los grandes pescadores ganarán a manos llenas. China, el gran motor de la economía mundial y gran consumidor, estará tomando medidas duras para proteger su población y economía. Y esa protección va a tener un costo duro contra las demás economías. Parece ser que estamos entrando en un “sálvese quien pueda” mundial, situación que ya la hemos visto y sufrido con las vacunas. Salud y alimentación, las bases de la existencia humana al límite. Ahora ya no van a ser noticia de algunos países recónditos de África, Nororiente o América Latina, ahora la situación amenaza a países de mejor estatus económico o estratos sociales que usualmente ven esta situación en noticieros.

¿Cómo vamos a enfrentar esta situación en nuestro país, el cual ha visto acentuadas las brechas económicas entre grupos sociales con la pandemia? Ya estamos viviendo una ebullición tan mal manejada y poco comprendida en la que vemos a diversos grupos de poder aferrarse a su statu quo, como lo muestran los esperpentos de congresistas que pululan en el hemiciclo. ¿Tendrán la capacidad de trabajar por el bien común? Repasando algunas noticias del 2020 durante la virulencia mayor de la pandemia, releía una entrevista sobre las consecuencias y oportunidades generadas por esta epidemia de Yuval Noah Harari y su cándida propuesta para que la humanidad pueda salvarse en su conjunto planteando la solidaridad entre naciones y personas. Tras la lectura, sólo me quedaba esbozar una sonrisa francamente irónica al recrear estos dos años de una humanidad “tan solidaria”. Dios nos coja confesados.

domingo, 20 de marzo de 2022

MARZO ¿MES NEFASTO? (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO TRUJILLO 20 DE MARZO)

 


Este mes parece signado por grandes desgracias colectivas. En el 2017 una fuerte lluvia dio el inicio de una semana de pesadilla que sumió a la ciudad entera en el caos y la desesperación; en el 2020, el gobierno nos mandó a un aislamiento radical a causa del COVID-19 por crisis sanitaria. 15 de marzo, un deslizamiento de tierra en Retamas, Pataz, la sierra liberteña pone una raya más en la lista de infortunios. Todo en el marco de un conflicto bélico que tiene fuertes repercusiones económicas en nuestra sociedad y el desatino de un TC que abre nuevas heridas sociales en una convulsionada ciudadanía.

Los famosos “castigos divinos” no son más que la evidencia de la incompetencia, corrupción o desidia, tanto de autoridades como de la ciudadanía en general. Aún recuerdo el Niño del 82-83, del 97-98 y el reciente Niño costero del 2017, los que tuvieron los famosos huaicos que asolaron casi los mismos espacios, calles y avenidas de la ciudad. Para el último Niño el gobierno había asignado fondos para la prevención de zonas que iban a ser abatidas. Tras las riadas de esa semana, la famosa prevención quedó en nada. El fenómeno esperado en noviembre del 2016 nos sacudió en marzo del año siguiente. Las zonas asoladas, ya identificadas como zonas de riesgo, volvieron a ser ocupadas y reconstruidas; ya hay pistas, agua y desagüe, sistema eléctrico. Algunos planes de reconstrucción son cuestionables. ¿A esperar que se los lleve el agua otra vez? El COVID derrumbó el sueño de un país pujante por décadas. Dos pilares de su supuesta pujanza fueron bastante relegados: salud y educación. Las brechas abiertas nos desencajaron en todos los aspectos mostrando buenos, pero también viles gestos sociales que vieron en la desgracia una excelente oportunidad de negocio. ¿Habrá cambios para la prevención de una posible nueva catástrofe sanitaria? Lo de Retamas ya linda con la tozudez más precaria: erosión, falta de prevención, informalidad y mucho de criminalidad que también se ha visto en las otras desgracias. Inescrupulosos traficantes de terrenos tienen mucho que ver en el asunto y se coluden con el populismo de autoridades quienes terminan transformando titulaciones en votos. Muchos problemas podrían evitarse si es que el accionar humano fuese el correcto y no confundiéramos perspectivas. La mujer que sobrevivió a una riada de lodo y piedras en Punta Hermosa en el 2017 ocupaba ilegalmente terrenos. Prevención y planificación son palabras postergadas ante la galopante corrupción, populismo, angurria o desprecio por la persona que vemos a diestra y siniestra, no importando el tinte político o el estrato socioeconómico. Así podemos entender el porqué de un accidente en un parque de diversiones, un accidente mortal en una cadena de comida rápida, más de 60 casas dañadas y víctimas mortales en Pataz, los sobrecostos de algunas clínicas o los precios inflados por los balones de oxígeno. Y, por supuesto, “la ira divina nos seguirá castigando, porque así lo dicta el destino”.


domingo, 2 de julio de 2017

PREVENCIÓN A LA PERUANA (ARTÍCULO PARCIALMENTE REPRODUCIDO EN DIARIO LA INDUSTRIA TRUJILLO DOMINGO 02 DE JULIO)

El incendio que estalló en instalaciones informales en Lima la semana pasada es el corolario de esa cultura que se vive el día a día entre la informalidad y la inseguridad. El incendio, además de haber desnudado una de las conocidas y frecuentes formas de esclavitud moderna en nuestro país, nos ha confirmado nuestra informalidad en cuanto a medidas de seguridad se refiere, a la que no escapa ningún estamento socioeconómico de la sociedad peruana. Es la cultura del vivazo o pendejo empresario que actúa sin ningún tipo de escrúpulos que atenta abiertamente contra cualquiera de nosotros; pero también en la actitud discutiblemente justificada de muchos ciudadanos que emplean herramientas de trabajo que son unas verdaderas armas mortales. Salvando distancias, la actitud de un dueño de microbús de casi treinta años, contaminante y deteriorado, se asemeja a la de un dueño de un local en el que hay muchos problemas técnicos de seguridad: les importa un bledo la vida de los demás, incluso la suya misma. Cada uno tiene sus justificaciones, las cuales servirán poco cuando tengan uno o más muertos entre sus manos.
La cultura de la prevención y seguridad es tan poco desarrollada en nuestro país por diversas razones: educativas, económicas, culturales. Por ejemplo, la gente gusta reventar pirotécnicos en fiestas religiosas; fuera de ser molesto a los oídos de todo ser viviente, es un gran riesgo y puede ser causales de incendios. Pero se justifica, por costumbre. Por otro lado, muchas de las acciones que diversas instituciones hacen como medida de prevención son cuestionadas o rechazadas sin comprender que se hacen las mismas con el fin de velar por su seguridad y sus vidas. Fui testigo del malestar manifestado por diversas personas al querer entrar a un lugar cuyo aforo no era más de 70 personas. Lejos de entender razones válidas, las personas cuestionaban la decisión de no permitir el ingreso a pesar de saber que se exponían a una situación de riesgo tanto para él como para los demás.
Pero, lo criminal en todo esto es la negativa de tomar medidas de seguridad por cuestión de “ahorro”. Para muchas empresas, la seguridad se sigue pensando como un  gasto y prefieren invertir en la coima a funcionarios inescrupulosos y corruptos, otros criminales en esta situación, antes que en sistemas para prevención de alto nivel. Y esto sí cruza todos los niveles sociales: las discotecas son una muestra y aún queda el recuerdo de Utopía, cuyos dueños prácticamente salieron indemnes de una sanción mayor. No está lejos el siniestro de los cines UVK en el exclusivo Larco Mar que mató a cuatro personas y ahora queda en el olvido colectivo. Quizá en un par de meses este grave incidente quede, como siempre, en el rincón de la amnesia colectiva que los peruanos sufrimos.