¿Estamos ante la caída definitiva de Dina
Boluarte Zegarra? Desde el escándalo de los relojes Rolex, la cascada de
acontecimientos se ha ido acelerando y, al escribir este artículo, tiene su
corolario en los allanamientos de su domicilio civil en Surquillo y del Palacio
de Gobierno, su lugar de labores. Circulan diversos tuits de congresistas de
los partidos que apoyan (¿o apoyaban?) a la presidente que son sintomáticos,
pues muestran un distanciamiento cínico con el fin de evitar que les salpique
el cieno de la desgracia en la que está cayendo irremediablemente la Boluarte. La
investigación sobre este tema fue bastante sostenida tras lo visto en el
programa especial de La Encerrona en el que uno de sus integrantes, el
periodista Ernesto Cabral, hace una descripción muy detallada de la
investigación hecha por él en el caso de estos suntuosos relojes. Estos son una
manifestación abierta, pública de súbito enriquecimiento desde la asunción de
Dina Boluarte al poder. Ha habido muchas personas que han querido negar la
relevancia de este asunto en relación a la investidura presidencial; pero ya, a
estas alturas y circulando por los medios internacionales la gravedad de la
situación, pocos son los ciudadanos que no advierten el agudo problema evidente
de este grave incidente que se está convirtiendo en color hormiga para
Boluarte. Desde el ascenso al sillón presidencial, Dina ha tenido un abierto
apoyo de muchos congresistas que vieron en su situación la oportunidad de su
supervivencia y mantener el incremento de sus arcas; los blindajes
parlamentarios se complementaron con el gabinete a la medida que se armó para
tejer los hilos necesarios para mantenerla en el poder. Tras los luctuosos
sucesos en el Sur peruano, el lascivo ex premier Otárola desde sus diversas
funciones fue creando una narrativa para justificar las violentas acciones que
causaron la muerte de más un medio centenar de peruanos. Pese a todas las
observaciones hechas, Dina siguió en el poder. En el camino hubo más
situaciones cuestionables y allí estaban sus adalides para defenderla. Las
argumentaciones eran disparatadas y, pese al apoyo de medios masivos de
comunicación, su imagen iba cada vez más en picada. La pronta inauguración de
grandes mega obras (nuevo aeropuerto y el puerto de Chancay) y la designación
de Lima como sede de los JJ. Panamericanos 2027 serían la oportunidad para un
baño de popularidad a favor de su desgastada imagen y la del poder político en
su conjunto. Pero este problema no tiene visos de una solución positiva para
Dina Boluarte. En estas semanas hemos visto a líderes como César Acuña y el
presidente regional de Ayacucho, Wilfredo Oscorima, salir en defensa de ella.
Este último personaje abre las puertas del escándalo al verse como un verdadero
pago de favores. ¿Volverán a poner sus manos en el fuego por ella? Sus joyas la
alejan de ese pueblo que ella dice amar: “No solo hay que serlo, sino parecerlo”.