Hace unos años se emitió por un servicio de streaming la serie danesa Borgen que mostraba los entretelones de los manejos y negociaciones entre los partidos políticos en los momentos decisivos de la vida política de una nación en la que discutían cuotas de poder reflejadas en sus congresos o ministerios. Todas estas movidas debían ser meditadas cuidando cualquier detalle para que después la opinión pública no reaccione negativamente contra tal acción o personaje que signifique la anulación del hecho o la renuncia de un ministro. Viendo el escenario político peruano, la realidad es totalmente diferente y frustrante al no haber una opinión pública que reaccione indignada ante la suma de escándalos y dislates que vivimos los peruanos por las acciones casi criminales del Congreso peruano hasta los torpes y tragicómicos comportamientos del Ejecutivo con Dina a la cabeza. Desde la ley forestal, el tratamiento con la minería ilegal, el relajo en el alicaído magisterio, bicameralidad con reelección dirigida, un largo etcétera; hasta las ridículas justificaciones de diversos personajes por el caso del evidente enriquecimiento y ostentación por parte de la Boluarte y las movidas ministeriales en las burdas negociaciones políticas partidarias para colocar ministros en el gabinete Adrianzén con el fin de lograr el voto de confianza: todo esto es una verdadera pantomima permitida gracias a la debilidad de la opinión pública y a la complicidad de varios medios de comunicación masivos. La cereza del execrable pastel que vamos a digerir como sociedad es la risible explicación que la Boluarte nos ha presentado para justificar el escándalo de los Rolex y joyas con claro alarde. La primera presentación fue para llorarnos en cámara por su posición de ser la primera mujer presidente y su condición de mujer andina; y la segunda sí raya con el paroxismo al presentarnos sus descargos, situación que ha indignado a la opinión pública en general. Estas declaraciones contradicen todo lo dicho y negado con anterioridad y esto debería agravar su permanencia en el poder. Pero han sacado un As bajo la manga: la sostenibilidad. Esto nos dice a los peruanos que debemos actuar como la mujer que es golpeada por su marido perennemente, pero debe defender la unidad matrimonial. ¿Con estos personajes en el poder, seremos un país más estable para invertir cuando están cambiando, “súbitamente”, las reglas del juego con el mega puerto de Chancay, por ejemplo? La premisa de la sostenibilidad la defienden varios partidos, incluso Fuerza Popular, el que trató de vacar a cuanto presidente hemos tenido desde la caída de PPK; el evidente hecho de que los congresistas no desean perder sus pingües ganancias es un obvio argumento existente. Lo que vivimos hoy es insultante para nuestra sociedad en su conjunto y es una de las poderosas razones por la que muchas personas decepcionadas no ven futuro en nuestro país y emigran para escapar de esta pesadilla.