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Trujillo, La Libertad, Peru
Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal
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martes, 27 de agosto de 2024

LAGO ATITLÁN Y CHICHICASTENANGO, CORAZÓN GUATEMALTECO (CRÓNICA DE VIAJE GUATEMALA 5)

 



Domingo 28 de julio. Fiestas Patrias. Como en 2023, nuevamente pasé las fiestas julias fuera del Perú. En el 2023, fue Argentina; ahora, Guatemala. La distancia es de 106 km. El señor del Hotel Nolasco había dado instrucciones para nuestros lugares de tal manera que fuéramos con comodidad, sobre todo yo por mi pierna. Y se cumplió con todo el pedido. Genial Habían quedado en recogernos a las 7 am. para poder llegar a Chichicastenango a tomar desayuno, pues toma un poco más de dos horas el viaje. Llegaron unos cuantos minutos después de las 7 de la mañana. La carretera que se toma es la Panamericana, la cual está en muy buen estado, es amplia y mantiene un tráfico intenso. Guatemala es un país densamente poblado, como casi todos los países centroamericanos. Cruzamos muchos pequeños pueblos en los que había intensa actividad por ser domingo, día de fiesta y de mercado. Las mujeres van con sus trajes y peinados típicos. La forma cómo las mujeres se peinan hacen recordar los peinados de las mujeres de Monsefú en Lambayeque (https://www.youtube.com/watch?v=eRvQCebHh5I). Llegamos casi a las 9 am. al Hotel Los Arcos en el cual tomamos desayuno. Sacábamos cuenta de que la vida es bastante cara para un guatemalteco por los precios de las comidas. Quizás para un viajero europeo no lo sea tanto, pero Carmen, César y Maria eran conscientes de que el estándar de vida es caro en general. Hay una fuerte migración y mucha gente vive (como en el Perú) de las remesas. Muchos han vivido o viven en USA y eso ha determinado, creo yo, el perfil social de este país: esto explicaría la cantidad de cadenas de comida rápida o chatarra en las ciudades guatemaltecas. Es inaudito: uno ve más Mc Donald que restaurantes típicos y una increíble cantidad de iglesias protestantes por todas partes: evangélicos, mormones, testigos de Jehová. En Perú las hay, pero no en la cantidad que hay en Guatemala. Quizás sean esas modas gringas que los emigrados han traído a su patria. Terminado nuestro desayuno, nos embarcamos al rito perpetuo de la sociedad de consumo: comprar. 





Y nos fuimos al mercado que estaba a sólo media cuadra, el famoso mercado dominical de esta pequeña ciudad cuya fama ha cruzado fronteras (https://www.youtube.com/watch?v=LM_nCEQ_nAg, https://www.callejeandoporelplaneta.com/mercado-chichicastenango-guatemala-que-ver/). Así, nos adentramos en el monstruo. Nos habían advertido sobre nuestras cámaras y billeteras por la increíble cantidad de gente que se conglomeraba en las estrechas calles llenas de puestos donde te ofrecen de todo. Obviamente apuntamos a la artesanía. Guatemala tiene una gran producción artesanal como México, por ejemplo.  Tienen excelentes trabajos en textiles, madera y barro (https://mundoguatemalteco.com/artesanias-guatemaltecas-historia-y-significado-detras-de-los-oficios-tradicionales/#google_vignette). Como habíamos ido como equipaje con una maleta de no más de 10 kilos, teníamos que priorizar. Por ejemplo, tuve que limitar mi gusto por los libros y, al final del viaje, sólo traería uno desde Panamá. Los cuatro nos hacíamos cuadraditos en nuestra cabeza para ver cómo podíamos llevar tanta belleza que veíamos por todas partes. Lo que no vi mucho era orfebrería (https://aprende.guatemala.com/cultura-guatemalteca/artesanias-guatemala/, https://www.youtube.com/watch?v=BOdN5I13tnM). Estuve en México en el 2000 en la ciudad de Metepec en la que hay una vasta tradición alfarera. Hay una producción increíble y traje algunos tesoros de esa visita. Pero en esos tiempos, no había tanta limitación con el peso. Por eso me traje un libro genial sobre la artesanía mexicana: Belleza y Poesía en el Arte Popular Mexicano del 1996, obra hecha nada más y nada menos que por Carlos Monsiváis, Fernando del Paso y José Emilio Pacheco. Esos libros son de colección y me hubiera gustado tener uno sobre este fabuloso mundo artesanal guatemalteco. He aquí les comparto un video que muestra el rico mundo artesanal de Metepec, donde compré un árbol lñuede la vida y un hermoso sol (https://www.youtube.com/watch?v=ZoLGctOUJmI). Una observación que tuvimos con Carmen era el hecho de que vimos pocos libros sobre la historia y arte de Guatemala. Vimos algunos en el Museo Popol Vuh y otros que hallaremos en una librería de Antigua a precios exorbitantes; pero lo usual sería ver en museos y lugares de visita claves una gran oferta de libros de arqueología (en Tikal, por ejemplo, no los había), arte e historia de un país tan rico en estos temas como lo es Guatemala. Pena. Sigamos con nuestra visita al mercado: todos fuimos viendo lo que nos interesaba. Por mi parte compré un bello nacimiento de madera tallada y pintada a la usanza quiché. Además, vi una serie de pequeños animales pintados en varios y vivos colores. Alucinante. Carmen compró un bello regalo para su hija Elisa, quien ama a los gatos. Le llevó un gato que evocaba el imaginario de animales fantásticos alados que se ven el filme Coco, esos que pueblan el mundo de los muertos. César y Maria también iban comprando artesanía y telas. En un momento Maria quería sacar plata y fue acompañada por César para ir a una casa de cambio que no estaba lejos de nuestro lugar. En esos momentos, Carmen y yo nos fuimos a la iglesia de Santo Tomás, donde íbamos a experimentar una de los momentos más emotivos de nuestro viaje. 





Esta es una vieja iglesia en medio de la feria y en la que veremos rituales mayas y el culto católico, una apasionante muestra del sincretismo religioso, nunca mejor representado que lo puedes hallar en lugares donde hubo una fuerte tradición religiosa como Puno o Cusco, por ejemplo. Santo Tomás está pintada de blanco por fuera, pero por dentro es muy tenebrosa, oscurecida, no sólo pinturas e imágenes, sino algunas paredes por el humo perenne de las velas. En el interior no se pueden tomar fotos y hay que respetar esta norma. Aquí hay un video que nos da una idea de este alucinante espacio: https://www.youtube.com/watch?v=41EsI5ZnISo. Pero íbamos a ser testigo de algo que nos iba a conmover: el poder de la fe. Hombres y mujeres, de diversas edades, se acercan al altar principal de rodillas y luego retornan son dar las espaldas a la imagen central; rezan en voz alta en su lengua natal. No se inmutan por la presencia de extraños como nosotros: Absortos en su rezo, piden favores diversos. Vimos a una joven mujer con su bebé en brazos. La escena es poderosa y sólo te queda contemplar mientras oyes las voces clamando por algún favor, una cura, una buena cosecha. Tantas cosas. Guatemala es un país que sufrió una fuerte violencia de clases y hubo masacres contra los indígenas que, como en Perú, son analfabetos y pobres. Algunos comentan que en esta iglesia encontraron el Popol Vuh, el famoso libro en lengua maya que nos explica su cosmogonía (https://arqueologiamexicana.mx/mexico-antiguo/el-popol-vuh-el-libro-sagrado-de-los-mayas). Pero la iglesia es una maravilla viva para la observación de la sociedad indígena guatemalteca (https://aprende.guatemala.com/cultura-guatemalteca/patrimonios/iglesia-parroquial-de-santo-tomas-en-chichicastenango/) (https://www.iglesiadelpilar.com.ar/iglesia-de-santo-tomas-chichicastenango/). Estuvimos un buen tiempo en esta iglesia, pues en medio del alboroto de lo que significa un mercado, este espacio es un remanso de tranquilidad. Al salir un policía me alertó por mi celular que estaba muy expuesto. Le agradecí y seguimos nuestro camino. Se nos “adhirieron” dos personas: una señora que trataba por todos los medios negociables de venderle a Maria una bonita tela y un niño muy vivaz a quien le pedimos que nos saque del mercado, luego de haber visitado la bonita Capilla del Calvario en el que sí vimos todo un ritual maya para el viaje, como nos explicó nuestro pequeño guía. 





Al final le dimos una propina que utilizó para comprar fruta, sobre todo. Nos dirigimos nuevamente al hotel, puesto que era también el punto de partida de nuestro bus a Panajachel. Compré unas bonitas postales. César estaba muy interesado por unas máscaras, pues este hotel tenía una interesante colección; le gustó, pero el precio lo desanimó. Llegó nuestro bus en el que nos íbamos a Panajachel, nos íbamos al lago Atitlán, uno de los lugares más bellos del planeta, con sus tres volcanes y sus simpáticos poblados a orillas de sus aguas (https://www.visitcentroamerica.com/visitar/lago-atitlan-pueblos/, https://www.youtube.com/watch?v=-sco0cFMB3U). El bus llegó a la hora indicada y también nos habían reservado los lugares para ir cómodamente. Genial, buen servicio. Nos despedimos de nuestro pequeño guía y la señora que asediaba a Maria por fin logró venderle el tejido luego de varias negociaciones. En este trajín perdí uno de los bastones. El trayecto dura casi hora y media, contando que en varios pueblos había una animada feria que, felizmente, no bloqueaban el camino. Dormí un poco en el trayecto y a lo lejos vimos la laguna y sus volcanes. Esplendoroso. Llegamos a nuestro hotel: Jardines del Lago, una feliz elección (https://www.youtube.com/watch?v=Lp0hdegvwLs). El bus te deja en el mismo hotel. Nunca mejor servidos. Nos habían recomendado tomar una suerte de taxi desde el hotel mismo que tiene su embarcadero. Pero, nos dimos con la triste sorpresa de que sólo los paseos se hacían por la mañana. Nos comentaron luego que había habido un accidente con ahogados incluido; por esa razón, ya no se aventuraban hacer visitas pasadas las 3 pm. Este paseo te lleva por diversos pueblos como San Marcos o San Juan, sobre todo; es un paseo que te puede tomar por lo menos dos horas. Ni modo. Nos fuimos a almorzar y probé el ceviche guatemalteco, el cual tiene un sabor totalmente diferente al nuestro (https://www.youtube.com/watch?v=HwYxBJpddgI). Habíamos decidido regresar a Antigua al día siguiente para poder visitar la ciudad que se nos quedó en la “boca”. E íbamos a salir a las 9 am. Felizmente la chica del hotel nos sugirió ir en taxi a un pueblo cercano, Santa Catarina. Genial decisión. Arreglamos con las personas del hotel para alquilar un taxi e irnos a este pequeño pueblo que está también a orillas del lago. Iba a compensar nuestra visita frustrada a las otras pequeñas ciudades: https://atitlan.gt/pueblos/santa-catarina-palopo/.




Llegamos al poblado en medio de una fiesta medio religiosa, medio pagana. Estaban terminando la misa y luego la comunidad se reúne para informar o tomar acuerdos. Hablan tanto en castellano como en quiché. Una vez concluida la reunión, comenzó la fiesta. Carmen se acercó a uno de ellos para tomarle una foto y este, a cambio, le pidió cerveza, pero no sólo para él, sino para otros amigos: Carmen y yo unimos un pequeño capital para que estos chicos se tomen una foto con nosotros y luego se dedicaron al baile y la algazara. Eran los diablos masculinos y femeninos. Todo un espectáculo. Descendimos al embarcadero para ver los majestuosos volcanes y el lago; ya era casi las 6:30 pm.



Regresamos a Panajachel para descansar. No salimos por la noche (me hubiera gustado), pero mi pierna no me estaba dando tanta tregua. Al día siguiente, nos íbamos a Guatemala con una larga escala en Antigua.






miércoles, 7 de agosto de 2024

GUATEMALA, HACIA EL MUNDO MAYA (CRÓNICA DE VIAJE)

  



Hay viajes a los cuales les pones muchas expectativas y también dudas; este viaje es uno de ellos. En mi reciente viaje a Europa, había hablado con Carmen Ortega para hacer un viaje en grupo con Maria a visitar algún lugar atractivo. En un principio era Cartagena de Indias en Colombia; pero en el camino fui recordando este sitio como uno de esos lugares que quieres ir, pero siempre estás postergando. Este es Guatemala. Compartí esta idea con César Alva quien comenzó a búsqueda de pasajes para ir hasta ciudad de Guatemala sin tocar Lima. La opción fue la línea COPA vía Chiclayo. El día elegido: martes 23 de julio. Por esos días, había hecho una pesada mudanza hacia mi nuevo departamento despojándome de muchas cosas que no iban a estar en mi nueva casa, así como un dolor intenso en mi pierna izquierda: el desgaste de mi cabeza de fémur que va a condicionar mi viaje en cierta manera. Sin embargo, pese a todas estas circunstancias, el viaje iba a salir de todas maneras.

Martes 23 de julio. Decidimos hacer el periplo en un solo día. Salimos en el servicio de 8 am vía Emtrafesa hacia Chiclayo. La distancia de 248 km se hace en un poco más de cuatro horas, que evidencia el remedo de autopista (la del Sol) que une a ambas ciudades. Es insufrible esa carretera que tiene grandes interrupciones, rompemuelles y que ingresa a algunas ciudades, lo que ralentiza el viaje entre ambas urbes. Cuatro horas. Hay zonas como Guadalupe, Chepén o Reque que se va a paso de tortuga. Llegamos a Chiclayo un poco más del mediodía para encontrarnos con César quien había estado en Cajamarca. Erróneamente había hecho el chequeo el día anterior, perdiendo tontamente un poco más de doce dólares. Tontería total. Primero nos fuimos a almorzar algo en el Hebrón en la Av. Balta. Luego, fuimos al aeropuerto en dos taxis (Chiclayo tiene pocos taxis grandes) para hacer todos los trámites necesarios como imprimir nuestra tarjeta de abordaje. Íbamos con equipaje de mano, pasamos todos los controles necesarios como el de los rayos X y la revisión del pasaporte. Maria estrenaba pasaporte peruano. El abordaje fue rápido e íbamos en buena ubicación. Yo tuve que ir con un par de bastones para caminar; uno lo utilizaba como bastón de apoyo para desplazarme y lo haré a lo largo de todo el viaje. El vuelo fue normal durante dos horas 45 minutos hasta el aeropuerto Tocumen en Panamá. La Llegada fue puntual sin cambio de huso horario. Nuestra conexión con Guatemala era en la puerta colindante: nunca mejor conexión. Mi sitio era al lado de la ventana por lo que pude ver algunas vistas del canal. Guatemala tenía una hora menos en su huso horario. Llegamos al aeropuerto internacional La Aurora casi a las 7 de la noche, hora local. Sacando cuenta, habíamos estado casi 9 horas sentados, sea en bus, sea en avión. Ya en el aeropuerto, hicimos cambio de algo de dinero, dólares a quetzales, la moneda local. Eran casi 8 quetzales por dólar. Así recibimos una buena cantidad de esta moneda en billetes para pagar nuestro traslado al departamento que se había alquilado gracias a la gestión de César. Recibimos billetes de denominación de 5 hasta 100 quetzales y luego monedas, bastante bonitas (https://aprende.guatemala.com/cultura-guatemalteca/general/historia-moneda-de-1-quetzal/). Desde el aeropuerto al dpto. eran casi 20 minutos. Era la 14 calle, 317 zona 10, una zona llena de hoteles y restaurantes. Nuestro edificio daba al frente del hotel Clarion y muy del Intercontinental. El barrio es muy bonito y lo íbamos a conocer a lo largo de varios días de nuestra permanencia. Nuestra primera noche de cena nos fuimos a un nuevo restaurante chino por la zona, tan nuevo que no aparece en el Google Maps. Fue una cena muy simpática que consistía en ir creando tu propio plato tomando como base una combinación de sopas, siendo la más deliciosa de tomate. Luego de cenar, nos fuimos a tomar algo en un bar aledaño. Ahí nos comentaron sobre uno de los mejores rones guatemaltecos: Ron Zacapa (https://laestrelladelmar.es/descubriendo-el-origen-del-ron-zacapa/), sobre todo el XO (https://www.youtube.com/watch?v=PgRLIOAvY2I). César tuvo planes de comprar uno compartiendo un buen descuento antes de retornar a Perú, pero era mucho sobre peso. Así cerramos nuestro primer día de viaje, en el que nos fuimos desde Trujillo hasta la ciudad de Guatemala.



Miércoles 24 de julio. Nos levantamos temprano para ir al centro histórico para desayunar ahí y cambiar dinero. La ciudad de Guatemala tiene un poco más de un millón de personas, según datos oficiales; pero con los barrios periféricos llega a casi dos millones de personas. Una primera constatación que fue desmentida es el hecho de su sistema vial. Había leído que era uno de los peores de América con Bolivia y Perú. Bastante falso. El nuestro es peor. Y la organización de su sistema de transporte no es como la pesadilla nuestra que es privada: allí no hay combis, micros (sólo los de transporte turístico y de calidad), menos mototaxis. El tránsito es más ordenado y respetan reglas básicas de tránsito. Sin embargo, no todo es oro. En nuestra primera visita al centro histórico, íbamos a descubrir una pesadilla: cambio de dinero. Tomamos un taxi con el fin de visitar el Palacio de Gobierno, que ahora es Palacio Nacional de la Cultura. Uno puede leer que este palacio está considerado entre los más bellos de Hispanoamérica. En la entrada hay información de los horarios de visita guiada, pero ese día había una ceremonia oficial. Primer chasco. Cruzamos la calle para ir a la Plaza y vimos un memorial por 41 niñas secuestradas y asesinadas, considerado un crimen de estado (https://lacuerda.gt/2021/04/13/la-plaza-de-las-ninas-8-de-marzo/). El espacio está lleno de velas y dedicatorias infantiles, así como memorias de papel. Guatemala es un país que sufrió un duro y violento periodo de violencia guerrillera y del Estado. Poco se ve sobre este duro trance, que es muy parecido al vivido por muchos países centroamericanos y sudamericanos, como el nuestro. Sólo vi en Flores un mural sobre Jacobo Árbenz, por ejemplo, del cual hablaremos después.



Luego fuimos a tomar desayuno no muy lejos de ahí, al Patsy Constitución, perteneciente a una cadena extensa de restaurantes y pastelerías (https://patsy.com.gt/). Un desayuno generoso, con huevos estrellados o revueltos, y lo que veríamos mucho, tortillas y frejoles. Ya había vivido esta experiencia en México. En muchos aspectos, Guatemala y México comparten muchos elementos culturales en común como la gastronomía. Esta sucursal está en una antigua casa que ha sido restaurada e implementada para el propósito que se le está dando. El servicio es muy simpático: haces tu cola, haces el pedido según combo y te dan un cartel que debes colocar en tu mesa para que los que sirven identifiquen lo demandado por ti y los demás integrantes de la mesa. Una vez terminado nuestro desayuno nos fuimos a cambiar dinero: César quería cambiar dólares; yo, euros. Aquí comenzó una pesadilla que nos iba a tomar casi toda la mañana. Debido al incremento de lavado de dinero por narcotráfico, el cambio de billetes se ha hecho demasiado estricto. Fuimos al Banco Banrural, cerca del restaurante donde estuvimos. Ingresar era todo un conjunto de medidas de seguridad. Entramos a cuentagotas para esperar una ventanilla libre: primero revisan tus billetes. Cambié 100 euros, los cuales revisaron detalle por detalle; a César le negaron cambiar sus billetes por tener sellos que las casas de cambio suelen colocar para indicar que el billete no es falso. Pero ese sello, así como una pequeña rotura en dicho billete impide que este sea aceptado en Guatemala. Esto iba a ser problemático y la información al respecto no es la adecuada, pues ese mismo problema íbamos a tener en la ciudad de Antigua. Y lo malo es que en muchas instituciones públicas te piden pagar con moneda nacional y no tienen cajeros o se pueda pagar con tarjeta, sea de crédito o débito. Este creo que es el principal problema que íbamos a tener, pues no hay muchas casas de cambios, por el problema que arriba comenté: lavado de dinero. Sin embargo, lo loable es que el uso de ventanillas en los bancos es bastante discreto y no estás en una exhibición como sucede con nuestros bancos en la que mucha gente ve cómo sacas dinero. Toda esta gestión nos tomó casi dos horas; lamentable. Con el fin de sacarnos el clavo, nos fuimos a la Catedral Metropolitana de Santiago de Guatemala.





El edificio es imponente (un poco más de 83 ms. de largo) y tiene una serie de imágenes relevantes para el culto católico (https://centrohistorico.gt/iglesia-catedral-metropolitana/). Salimos de la iglesia e ingresamos a un pequeño museo del lugar que se encuentra en una calle lateral (calle 8) que está en el antiguo Colegio de Infantes. La colección es pequeña y no se permiten fotos. Salimos del lugar para ir a conocer otros lugares de interés. Nuestro siguiente objetivo: la iglesia o Rectoría de Santa Rosa. No estaba lejos del pequeño museo, así que nos fuimos caminando, pues se encuentra en la esquina con 10ª Avenida y la calle 8 (donde nosotros estábamos). La encontramos cerrada, pero fuimos viendo las antiguas casas que nos hacían recordar a diversos cascos históricos como el de Lima o Trujillo, pero este mejor conservado y no invadido por edificios grandes. Bajamos sólo una cuadra y nos encontramos con el Museo Nacional de Historia (https://centrohistorico.gt/museo-nacional-de-historia/) y aquí descubrimos una de las cosas incomprensibles: el cobro exorbitante al turista extranjero bastante diferenciado del nacional (en algunos lugares no paga). Eso nos desalentó mucho, pues teníamos que gastar rápidamente nuestros billetes recién cambiados y, en el peor de los casos, no tenían la posibilidad de pagar con tarjeta o no había cajeros cerca, como nos iba a pasar posteriormente en otros lugares. Por tal motivo, decidimos priorizar. Dejamos ese museo para ir a otro. Personalmente, me hubiera gustado visitarlo, pues cuando visité un museo con la misma temática en Montevideo, podías conocer a más detalle la historia colonial y republicana de una nación. En fin. César buscó por In-Drive un taxi para ir a conocer una recomendación compulsiva: el Museo Popol-Vuh. Este museo se encuentra en una universidad privada de principios liberales, la Universidad Francisco Marroquín, que es como debe de ser una institución universitaria: promover la cultura y fomentar la investigación (https://www.ufm.edu/). El campus universitario es una belleza y por las funciones que realiza tendría su equivalente en la PUCP; las demás son remedos de universidad (ya uno puede hacerse una lista mental de las que se han creado en los últimos años). El campus acoge otros dos museos más, pero el de nuestro interés está ubicado en una tercera planta y las instalaciones tienen todas las necesidades requeridas para resguardar tal patrimonio. De ser una persona acuciosa, esta visita te puede tomar mínimo una hora: tiene piezas invalorables que nos dieron una muestra de lo que veríamos después en el mundo maya. Una antesala a la belleza. Como Santo Tomás, “ver para creer”. Y la belleza nos estaba deslumbrando a los cuatro: https://popolvuh.ufm.edu/. Si piensan visitar Guatemala, este es un museo de prioridad. 





Teníamos hambre y habíamos postergado el almuerzo por las visitas. Fuimos a un patio de comidas dentro del campus y almorzamos. Nos íbamos a nuestro departamento a arreglar maletas. En el trayecto descubrimos algo desagradable: cada maleta tenía un recargo de 95 dólares por tramo; esto es: ida, 95; retorno, 95. Total, ¡190 dólares! Comenzamos a buscar una solución a este problema. Avianca/Aviateca nos estaba asaltando literalmente. La solución: viajaríamos con un maletín con lo mínimo de ropa ligera, los artículos de higiene y las cámaras. Coordinamos con el dueño del dpto. para dejar nuestras maletas y con el taxi que nos llevaría esa noche al aeropuerto. Así cerramos nuestros primeros dos días en Ciudad de Guatemala y empezaría de la de Flores. Eso va en la siguiente crónica.