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Trujillo, La Libertad, Peru
Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal

sábado, 10 de diciembre de 2016

JALCA GRANDE, ÓLLAPE, HUANCAS...LA HISTORIA


El sábado 29 de octubre hice realidad uno de mis anhelos: visitar Jalca Grande. Desde la primera vez que fui a Chachapoyas en 1999, en una visita solitaria y con varios estudiantes míos universitarios que me esperaron, tuve la intención de conocer más de esta zona fascinante. En esta oportunidad me encontré con Leonardo Rojas con quien pudimos hablar un poco este último día antes de retornar a Trujillo. Un día antes, gracias a César Alva, había logrado contactarse con un  amigo suyo quien me iba a alcanzar datos de una empresa que hacía viajes particulares a la zona. La Jalca o Jalca Grande es una pequeña ciudad que se halla casi 3 mil metros de altura (2, 891 para ser más exactos) y está a unas dos horas de viaje en auto. Salimos temprano para ganar el día, que se veía esplendoroso (la lluvia se alejó); es el mismo trayecto que se toma para ir a Kuélap o Leimebamba. Vas yendo hacia el sur en paralelo al río Utcubamba que se hallaba bastante cargado. Un poco más allá del desvío para Tingo y Kuélap, nos detuvimos para ver Macro con un poco más de paciencia. Una visita pendiente y, según el chofer, de relativo fácil acceso. Del desvío hasta el pueblo de Ubilón se toma una media hora aproximadamente. Luego ingresas por este pueblo y comienza el ascenso hacia Jalca Grande, que te toma una hora aproximadamente. El camino es carrozable, bastante bien afirmado; pero no imagino cómo será con lluvias pues se ven trazas de deslizamiento. En el tramo entre Tingo y Ubilón, poco antes de llegar fuimos testigos de un pequeño derrumbe sobre la carretera. El auto sube pausadamente, pues hay algunas curvas cerradas que debemos de pasar con precaución. Pero el paisaje es gratificante, puedes distinguir los pueblos sobre las laderas de la otra orilla del río. Esta zona, a pesar de no ser tan alta como en los Andes sureños, tiene unos paisajes espectaculares por la verdura que puebla sus laderas. Eso es lo impresionante de la zona, una zona intermedia entre la montaña y la selva; además de la cantidad notable de lugares arqueológicos. Es el Cuzco del Norte. Un poco antes de llegar a Jalca Grande nos topamos con Óllape, lugar que visitaríamos después de nuestra ronda por la pequeña ciudad. El paisaje urbano desde lejos es interesante por la gran torre de la iglesia que íbamos a visitar. Al llegar al poblado de unas dos mil personas sorprende la cantidad de ropa abrigada en la gente bajo un sol radiante. Como íbamos en el interior de un vehículo no nos percatamos del frío que hace en esta zona. Jalca Grande es una región con mucha historia, incluso preinca. Por aquí llegaron los españoles un poco después de la derrota inca, imperio que había asimilado a los chachapoya un poco antes.

El adelantado español Alonso de Alvarado llegó por estos lares y fundó Jalca Grande. Se edificó esa interesante iglesia que se distingue desde lejos por su alta torre: Nuestra Señora de las Mercedes. Parece ser que el frío hizo que los conquistadores de movieran hacia Levanto y luego a Chachapoyas, que sigue siendo un lugar pequeño y agradable para vivir. La iglesia, parece ser, es la más antigua de la región (se remonta al siglo XVI en 1540)  y fue edificada con las piedras de las ruinas se encuentran cerca de la ciudad. En el exterior se ven detalles que uno puede ver en Kuélap o en Óllape, las ruinas cercanas. En interior tiene pequeños retablos con imaginería indígena. Es una iglesia que necesita un urgente mantenimiento y que debe de ser incorporado a un circuito turístico de personas interesadas en historia y arqueología (cerca está Óllape). Para abrir el convento fuimos el chofer y yo a buscar a una vecina quien se encarga de las llaves del portón. Las mujeres suelen llevar un paño en la cabeza tanto como protección como para cargar cosas. Pero sí que hace frío. La gente tiene un poco cuarteada la piel, imagino por el sol y las heladas que debe de haber en julio y agosto. La visita fue interesante; una vez concluida nuestra respectiva sesión de fotos, dejamos propina a la señora que amablemente nos abrió la puerta. Las calles tienen una marcada pendiente. Incluso hay una gran hoya a la entrada-salida del pueblo. No pudimos visitar el museo de sitio.







De ahí nos dirigimos a Óllape, otra agradable sorpresa. Es un conjunto de ruinas chachapoya (igual diseño en la construcción y el uso de la piedra) que se halla cubierto de vegetación. Dejamos el auto al pie de la ruta y subimos un buen tramo. Nuestro guía chofer nos quiso llevar por una ruta más breve, según él, pero estaba bloqueada. La zona tiene diversos propietarios, campesinos de la zona. Sin embargo, llegar al conjunto arqueológico no es complicado y no se paga. Hay un pequeño grupo de construcciones cubiertas de maleza e, incluso, por árboles. Según nuestro guía es posible que lo visto sea una pequeña muestra de un conjunto mayor que falta por desenterrar: una aventura.




Así culminada nuestra visita a la zona, nos enrumbamos a Magdalena para almorzar una buena sopa serrana (son buenas) y compartir una buena conversación. Una vez concluida nuestra sobremesa, hablé con el guía y le pedí que nos llevase a Huancas, donde se encuentra el cañón de Sonches que había visitado en el 2009. Así nos enrumbamos hacia Chachapoyas para lograr alcanzar aún  luz solar. El tramo desde Chacha al lugar toma unos veinte minutos (hay que ascender y no está asfaltada la ruta). Y el trote bien valió la misa. Llegamos al pueblo de Huancas que ahora se encuentra más organizado que la primera vez que visité. Hay una producción artesanal en barro interesante. La iglesia es pequeña y que su interior es interesante. Pero como la vez pasada, estaba cerrada. No lejos de allí está el cañón. Ahora han marcado unos senderos de piedra que los caminantes pueden tomar para no extraviarse para su destino final. Y ya en el lugar, hay un amplio mirador y una atalaya en cuya parte inferior te venden artesanía. El espectáculo es impresionante; pese a que no llegar ser tan hondo como el Colca, sí es destacable el paisaje, cielo y nubes que acompañan estas honduras. Y comentan que van a hacer un mirador más alto para poder ver desde ahí las cataratas de Gocta, puesto que en dirección oeste se puede ver la zona en un día despejado. Quizá hagan una ruta que una estos dos lugares geográficamente impresionantes.



Ya de retorno a Chacha, en vez de ir al Criadero de Orquídeas que pertenecen a la familia de una exalumna mía de la UPN, fuimos a la casa de la tía de nuestro guía y nos encontramos con un pequeño festival de orquídeas: María se compró tres y yo, un par. Las embalaron bien, ya que se iban hasta Trujillo. Nos dieron todos los detalles para su cuidado. Aún están en mi jardín.
Ya de regreso a nuestro hotel, me encontré con Leonardo Rojas, luego de tantos años y ya residente en esta ciudad. Cosas de la vida; justo cuando hablaba con él vimos pasar a otro exalumno mío de antaño. Grato reencuentro.

Como quedaba tiempo aún, nos tomamos un duchazo. Soraia había tomado en Cuzco una sopa a la minuta, como un chupe. Le dije que en un restaurante central (Plaza de armas) preparan esta sopa. Fue tanta su alegría que mandó a llamar a los cocineros para que le digan cómo se hacía la sopa. Demás está decir que la terminó toda y nos fuimos a nuestro hotel a recoger las cosas. Barriga llena y corazón contento. Chachapoyas se volvió a portar bien.




jueves, 8 de diciembre de 2016

KUÉLAP Y EL MUNDO CHACHA

Aunque este año ha sido poco generoso con los viajes, la última semana de octubre fue una buena oportunidad para escapar nuevamente de Chachapoyas con María y su hija para repetir la experiencia de viajes interesantes por el país, aprovechando la llegada de Soraia por su corta estadía de dos semanas. Así que decidimos ir a tierras amazonenses por dos días (muy breve) para ir nuevamente a Kuélap y dos lugares que iban a ser todo un descubrimiento: La Jalca y Óllape.
El día jueves 27 de octubre nos embarcamos en MovilTours a las 4 PM. El bus se detiene por un cuarto de hora en Chiclayo por combustible y aprovechamos en visitar un restaurante cerca de su terminal que se llama El Uruguayo, un pequeño sitio de propiedad de un ciudadano de ese país que, según él, vino a Chiclayo por un mes y se quedó casi 30 años.  Comimos un delicioso sánguche de lechón cada uno “para el camino”. Son 14 horas de viaje. El bus no iba lleno y desaprovechamos la oportunidad de ubicarnos en cada fila para poder dormir más cómodamente.
Llegamos a Chachapoyas a las 7 AM. Nos dirigimos a nuestro hotel, Hostal del Arriero, cerca de la plaza de armas. Nuestro tour a Kuélap estaba listo a partir a las 9 de la mañana por lo que nos fuimos a tomar desayuno. En un restaurante y mini mercado que pertenece a los mismos dueños de nuestro hotel tomamos una buena merienda para el largo camino. Ahí nos apertrechamos de agua, galletas, frutas, chocolates y otras avituallas. Fuimos al hotel a lavarnos los dientes y esperar la llamada de la gente de la empresa que nos llevaría a nuestro destino de ese día. Kuélap ya la he visitado cuatro veces e iba por una quinta. No hay quinto malo, como dice el dicho; pues sí, vimos las instalaciones del nuevo gran funicular que entrará pronto a funcionar y que dará un movimiento inusual a la zona, pues reducirá el trayecto de cuatro horas a solo una. Además siempre el sitio arqueológico tiene nuevos descubrimientos expuestos al público. La ida fue tranquila y fuimos conociendo a varios de los viajeros que iban con nosotros. Nos detuvimos en Macro para ver los restos y luego nos enrumbamos hacia Kuélap. 




Ir a este lugar es subir, pues Chachapoyas está  a 2335 m.s.n.m. y Kuélap un poco más de los tres mil. Luego de Macro, fuimos a Tingo donde está el inicio del funicular; luego Lónguita y María. Llegamos un poco agotados al Parador Turístico del lugar para recoger los boletos de entrada. Se veía ya un cielo nublado. Se nos venía una lluvia y en cualquier se podía precipitar. Felizmente, la lluvia no descargó hasta un poco más de mitad de la visita. Ingresamos por la puerta 3, ya que la 1 estaba cerrada por reparaciones y la 2  norte y sur aún no están habilitadas. Había que ir con cuidado, ya que algunos tramos estaban enlodados. El sitio aún se le sigue llamando fortaleza, pues todavía hay varias personas que le adjudican el carácter militar; pero nuestro guía y muchas personas más nos aclararon que el lugar tiene más objeto de uso ceremonial religioso que militar. Una de las novedades (y va tener que ser una visita obligada) es la pronta habilitación del acceso 2 que tiene dos puertas (norte y sur) de carácter dual para uso de solo mujeres o varones. Es una zona escarpada y ya de por sí el entorno es increíble. El lugar, eso sí, va a tener que manejar una cantidad razonable de visitantes (como lo hace Machu Picchu), pues ese día había una buena cantidad de grupos numerosos.



El retorno a pie fue bajo la lluvia; fue más tranquilo (descenso) pero hubo algunas zonas resbalosas por el agua de lluvia o el lodo que estaba acumulando. Llegamos al Parador y me di una escapada para ver el sitio de interpretación. Es genial, informativo, bien presentado, pero lamentablemente poco visitado. Me dio un panorama más detallado de la ocupación de la zona, unas buenas líneas de tiempo y una pequeña muestra de objetos del lugar. Y una buena folletería a disposición de todos.





Así iniciamos nuestro retorno, ya estábamos soltando la lengua entre los viajeros (había de Lima, Alemania y España); bajamos a almorzar y pedimos una buena sopa revitalizadora. Las sopas serranas son una bendición. Ya por el cansancio o emoción, muchos pegábamos nuestros ojos para dormitar. Recién habíamos llegado ese día a Chacha.

Llegamos a eso de las 6 p.m. a nuestro hotel. Decidimos con varios de los chicos que conocimos en el viaje más nuestro guía ir a cenar juntos esa noche. Una buena velada y luego a dormir. Previamente, había hecho los arreglos para ir el sábado 29 a un lugar que no conocía y que se me había cruzado por la mente varias veces: La Jalca.  





domingo, 4 de diciembre de 2016

LA EDUCACIÓN EN TIERRA DE OTORONGOS (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO DE TRUJILLO DOMINGO 04 DE DICIEMBRE)

Que la educación es un negocio redondo, nadie lo puede negar. Que el estudiante es un cliente, es un enunciado conocido y dicho por todos los estamentos de una institución educativa superior desde la implementación de la Ley 26549 que liberaliza y estimula la inversión en la educación universitaria en el sector privado. Y bajo ese espíritu liberal apareció una palabra que va a decidir el rumbo de muchas universidades: rentabilidad. Otras palabras fueron acompañando a estas nuevas instituciones como lo son calidad, accesibilidad, acreditación, entre otras; algunas se fueron quedando por diversas razones en el camino en muchas de las más de ciento cuarenta universidades que funcionan en nuestro país. Desde el 2014 el Estado se propone, con Jaime Saavedra a la cabeza, enmendar esta distorsión que atenta en contra de la educación peruana.
La rentabilidad y la calidad se fueron distanciando por la priorización de la primera, a tal grado que en la actualidad hay universidades que funcionan en condiciones precarias otorgando títulos a nombre de la Nación a personas que han sido engañadas y estafadas al haberles confiado su educación superior. Con el fin de incrementar el lucro, se sujetaron al concepto de mercado y bajo su nombre se engendraron propuestas poco académicas y más ligadas al marketing: la aparición de nuevas carreras con títulos rimbombantes obedece más a la creación de un concepto de mercado que a un estudio real y académico de su propia creación. Se han creado carreras que tenían un nombre y no un plan de estudio para satisfacer un reducido mercado laboral altamente volátil. Las universidades se han dejado ganar por el sentido de la oportunidad que por la proyección de una necesidad en el tiempo y en su espacio físico. El sentido de lucro llega a distorsionar todo el quehacer universitario: sobrecarga laboral; inestabilidad académica; escasa o nula investigación o publicación; reducción de cursos más con criterios financieros que académicos; abundancia de cursos masivos virtuales; redefinición del pensamiento crítico; estandarización silábica con la anulación de cátedra docente; reducción sistemática de la desaprobación de estudiantes no aptos para la vida universitaria. Estos son los principales síntomas que evidencian el deterioro de una universidad para convertirla en una máquina generadora de títulos con el fin de satisfacer a los clientes que pueblan sus aulas. En muchos casos es mejor tener a un graduado de un instituto más efectivo en procesos sencillos que uno universitario de dudosa procedencia.

Es todo un logro el haber cancelado las propuestas académicas universitarias de querer licenciar a personas en solo tres años. Pero los congresistas otorongos que protegen sus predios de mediocridad y los comprables quieren eliminar la Ley del 2014 y censurar a su principal gestor. Esperemos que la sensatez y el compromiso por el bien nacional sean el verdadero derrotero de la mayoría.

domingo, 27 de noviembre de 2016

FUEGOS QUE MATAN. ARTÍCULO PARCIALMENTE PUBLICADO EN EL DIARIO LA INDUSTRIA DE TRUJLLO 20 DE NOVIEMBRE

Hace tres semanas escribí en un diario local un artículo de opinión sobre el valor de la vida en el Perú. En ese entonces, me motivó escribir el mismo por la triste muerte de tres bomberos en un misterioso incendio en Lima aún no del todo esclarecido. Pocos días antes se había difundido por las redes un estudio realizado por William Chopik de la Universidad Estatal de Michigan (https://www.indy100.com/article/psychopaths-countries-map-world-empathy-least-seven-lowest-7363926), en el cual se ubica a la sociedad peruana como la tercera más empática a nivel mundial. El informe resulta de lo más irónico por la forma en que nosotros concebimos la seguridad y la prevención, medidas precisamente para velar la integridad de los demás y de uno mismo. De mantener ese criterio, la sociedad peruana debería de estar entre las más protectoras de la vida humana. Sin embargo un nuevo incendio este último miércoles nos salta en la cara. Así pues, todo lo que ha sucedido y viene sucediendo en nuestro país es una muestra que desmiente la posición de una sociedad altamente empática.
A lo largo de la historia peruana han sucedido diversas tragedias y desastres, muchos naturales, otros provocados por la mano del hombre, sea por intención o por descuido. Los desastres naturales son por ahora inevitables, pero la falta de previsión y el relajo en las medidas de seguridad en diversos procesos y protocolos hacen que un desastre sea altamente mortífero no por acción natural, sino humana. Los siniestros o incendios en construcciones no son de origen natural o, como aducen algunos, divino; son producto las más de las veces de la irresponsabilidad, la corrupción, la mala fe o la ignorancia de personas encargadas de dichas medidas. El uso de ciertos materiales, el otorgamiento de licencias de manera oscura, el robo sistemático de ingredientes o el uso excesivo de ciertos materiales que deberían estar de baja son algunos de los factores nada naturales que han sido grandes causantes de tragedias que comienzan con un cortocircuito, el desgaste de cables, la acumulación de material inflamable, etc. La negligencia humana está, además y hay que resaltarla, en la actitud de conmiseración que se tiene ante ciertas situaciones que sabemos son altamente riesgosas: un ejemplo de ello es el comercio ambulatorio que es permitido y hasta justificado para permitir que diversas personas puedan llevar un pan a sus hogares, cuando en realidad pueden llevar la muerte a otros. El caso de Mesa Redonda aún resuena para muchas personas, pero para otras no pasa de ser una anécdota hasta que esperemos otro gran incendio que cause la muerte de 277 víctimas. Entonces se volverá con eterna letanía y la búsqueda de culpables. Pero más irresponsable es el caso de diversas empresas que con el fin de reducir costos no titubean en “sacarle la vuelta a las normas” con el fin de incrementar sus ganancias adosando su irresponsabilidad a la vida de sus empleados, obreros o clientes. Basta darse una vuelta para ver las condiciones con las que ciertos locales de expendio masivo, centros comerciales, tiendas de departamentos en las que fueron inaugurados y en las que se encuentran ahora. Veremos puertas selladas, escasez de grifos o extintores, material inflamable que reemplaza a uno más seguro pero caro, un largo etcétera que valdría pena revisar, cuestionar y actuar antes de convertirse en un nuevo crematorio de inocentes.

Así ya podremos decir que somos una sociedad altamente empática.

APAGANDO Y AVIVANDO INCENDIOS (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO TRUJILLO DOMINGO 20 DE NOVIEMBRE)

En las últimas semanas, en nuestro país y en el mundo hemos visto surgir incendios naturales así como incendios figurados de corte social, político o económico. Estos acontecimientos han hecho que nuestras sociedades  (no solo la peruana) hayan experimentado diversos tumbos que vale la pena hacer un alto para reflexionar.
Los incendios son un reto permanente para la humanidad. Las causas naturales no son tan  diversas, pues están más relacionadas casi siempre con la sequía. En este fenómeno, hemos compartido y compartimos tristes experiencias con Bolivia, Portugal, España, Israel, Italia, Australia, EEUU, entre otros países. Pero, las provocadas por los hombres son más variadas: sequía por sobreexplotación de recursos, mal uso de cultivos, contaminación, ignorancia y, en muchos casos, angurria humana para convertir un rico suelo natural en uno eriazo para ocupación habitacional. La relación entre bosques y el grueso de la humanidad en los últimos siglos no ha sido nada grata para los primeros. La palabra “deforestación” ya es un vocablo importante en las situaciones de riesgo y que atentan contra nuestra seguridad en general. Y esta situación provoca los otros incendios: los económicos, políticos y sobre todo los sociales. La deforestación por fuego (que suele volverse incontrolable) es un recurso rápido no solo empleado por campesinos sino por traficantes de tierras.  Aún quedan en el recuerdo los incendios forestales que amenazaron Machu Picchu en octubre del año pasado. O el lamentable suceso de octubre del 2009  en que varios inescrupulosos traficantes de terreno intentaron ocupar varias hectáreas del famoso bosque de Pómac (Lambayeque) para luego quemar los algarrobos. El desalojo de esos desalmados le costó la vida a tres policías.
Hace dos semanas estuve en Laquipampa, un refugio de vida silvestre, ubicado también en Lambayeque, que mantiene un delicado equilibrio entre la agricultura y los bosques naturales. Estuve conversando con el promotor de esta ruta turística; comentó sobre las estrategias aplicadas con la población rural con el fin de generar una serie de cambios en las costumbres de los pobladores y visitantes de esta zona ubicada en la interesante sierra lambayecana. La propuesta es bastante simple y compleja a la vez: convertir un recurso natural en el eje económico de toda una población. Este lento proceso debe de culminar en una toma de conciencia local de cuidar su patrimonio. El poblador se vuelve en un celoso guardián de su recurso. Muchas comunidades ya han ido asumiendo estas posturas generándoles confrontaciones con diversos poderes económicos o políticos. Pero les faltan otros recursos más para la prevención.
Recientemente he leído con pena que Laquipampa estuvo luchado contra diversos incendios forestales, algunos incontrolables. Y me viene a la mente los bellos parajes que visité y a la gente amable que conocí. Espero que, como el ave Fénix, resurjan de sus cenizas.

domingo, 20 de noviembre de 2016

DERECHA BRUTA Y ACHORADA (DBA) (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO TRUJILLO 20 DE NOVIEMBRE)

El Achoramiento es un término sociológico acuñado por el jurista peruano Luis Pásara en los años 70 para describir a la sociedad peruana que reúne ciertas peculiaridades, producto de una permanente situación emergente. Está vinculado al término Anomia: “conjunto de situaciones que deriva de la carencia de normas sociales o de su degradación” (RAE). El Achoramiento está ligado a la anomia social que, como define Eduardo Catalán, “es la visión sesgada de un grupo social cuyo desarrollo depende de aprovechar en su favor los vacíos legales, los proyectos sociales, [...]. Toda sus posibilidades gramaticales son aceptadas en el habla diaria peruana: achorarse, achorado; pero no está aún aceptada por la RAE. Sin embargo, es un término preciso para describir reacciones, comportamientos y hasta un modo de vida de determinadas personas que tienden hacia ese tipo de anomia.
En el 2010, el periodista Juan Carlos Tafur acuñó la frase Derecha bruta y achorada (DBA) para identificar a un grupo de personas que conforman “una coalición en la que participan, entre otros, periodistas corruptos, empresarios mafiosos y políticos pendejos”, en términos de Augusto Álvarez Rodrich. Son personas que cultivan la viveza y la bajeza como marco referencial de sus acciones y relaciones con los demás. Son identificados como personas patanes, soberbias, rayando con la ignorancia. Su capacidad de diálogo es nula y sus chatos argumentos son tomados por ellos como verdades absolutas y utilizados como armas para apabullar (atarantar, más criollo) a sus contendores. Y para colmo de males, algunos de ellos se convierten en una suerte de adalides de determinados grupos sociales, como ellos, que ven en esta una fácil forma de obtener resultados positivos para sus intereses.
En las últimas semanas las redes sociales y diversos medios de comunicación han mostrado las lamentables participaciones de diversos congresistas fujimoristas en interpelaciones con autoridades del actual gobierno. Sus comentarios y actitudes han bordeado la chabacanería, como una estrategia para ocultar tanto sus pasados oscuros así como su escasez de conocimiento frente a temas cruciales. Han desdibujado la majestad del Parlamento, cada vez más venido a menos. Recuerdo el lamentable comportamiento de una congresista fujimorista, cuando académicos de una universidad peruana exponían sus justificaciones para la asignación de recursos a dicha universidad. Es pedir peras a un olmo seco.
Lo alarmante es que con el ascenso de un personaje como Donald Trump en los Estados Unidos, en cierta manera, ha “legitimado” un lenguaje de provocación y confrontación, actitudes taimadas y burlonas, argumentaciones chatas y ramplonas como las que ya pueblan nuestro Congreso. Un espaldarazo internacional a la gente DBA del cotorreo político nacional.

miércoles, 16 de noviembre de 2016

MONSEFÚ, PAISAJE HUMANO INTERESANTE

El fin de año del 2015 decidimos César Alva y yo embarcarnos a Chiclayo para cerrar un año generoso de viajes y también para pensar en mi pronto cambio laboral. Había conversado con unos amigos sobre mi futuro en un nuevo centro de labores, en un colegio. Así pues, entre la meditación y la diversión, nos embarcamos en Emtrafesa el día 30. En el bus nos encontramos con otros dos amigos más quienes cambiaron sus planes de ir al Caribe por divertirse en Chiclayo. Al día siguiente nos daba el alcance otra amiga: una pandilla de cinco personas.
Al llegar a Chiclayo y ya instalados cada uno en sus respectivos hoteles, quedamos encontrarnos en cenar en un simpático restaurante. Allí hicimos planes para el día siguiente. Coordinamos para ir a una discoteca luego de una buena cena para despedir el año viejo. La idea era quedarnos hasta el 03 de enero, pues caía domingo. El primer día del año caía viernes, un buen fin de semana largo.





El 31 de diciembre, último día del año. Habíamos acordado, César y yo, ir a Monsefú, un lugar que había ido con cierta regularidad, pero que no había visitado con detenimiento. Tomamos un taxi hacia nuestro destino y en el trayecto vimos una gran cantidad de muñecos preparados para quemar el año viejo y recibir el nuevo con buenas vibras. Sabía de muchas tradiciones que aún se preservan y que fueron retratadas por Brüning cuando vivió en esta zona norteña desde 1888 hasta 1925, y cuyo legado fotográfico se encuentra en el museo que lleva su nombre en la ciudad de Lambayeque.  Para suerte compré hace varios años en Chiclayo un libro llamado “Lambayeque, Estudios Monográficos”, editado por James Vreeland en 1988 en una imprenta de Monsefú, “El horizonte”, cuyo autor es Enrique (Heinrich) Brüning. Lastimosamente en esta edición no sale fotos de Monsefú; sin embargo, las demás nos dan una clara idea del mundo de esta pequeña ciudad en la época en que fueron tomadas las otras tomas. Cosas de la vida. El pueblo originariamente no estaba ubicado ahí, sino en Callanca (http://monsefuturistico.blogspot.pe/2012/04/callanca-cuna-de-monsefu.html); queda averiguar más al respecto. He aquí otros datos importantes históricos para conocer el origen colonial de la actual Monsefú (http://blog.pucp.edu.pe/blog/jorgevallejo/2014/10/26/monsefu-una-mirada-a-la-historia-local-en-tiempos-de-fiesta/). Lo que parece cierto es que en el siglo XVII el poblado tuvo que desplazarse a la actual ubicación. También se habla de un personaje, Cium, que es mencionado en el libro de Brüning; Cium fue heredero de un mítico personaje, Naylamp. Cium tuvo doce hijos y uno de ellos, Nor, se instaló en el valle de Cinto, donde se ubican varios poblados entre ellos, Monsefú. En realidad, la historia prehispánica está dando grandes pasos en el norte peruano, sobre todo en esta región. Y uno de estos lugares importantes por esclarecer ha de ser Huaca Chotuna. Y así se armará el rompecabezas del Perú prehispánico. Pero todo apunta que el origen de Monsefú está en el mundo colonial.
Luego de explicaciones iniciales, vamos a abordar dos lugares que me interesaron y visité detenidamente: su iglesia, San Pedro, y su antiguo mercado. La iglesia es de origen republicano. La fachada ha ido cambiando en cuestión de colores, fue cambiada sin autorización en 2011. La actual es ocre. El interior se ve bastante descuidado y desordenado. En algunas hornacinas se ven las telarañas colgando y varias estatuas no han sido colocadas. Algunas tienen hasta tres en la misma hornacina y no son del mismo material y época. Es bastante informe la presentación de las imágenes, pero representa la imaginería popular, llena de colorido. Las imágenes son muy tenebristas, pero no se remontan al barroco, ya que es una construcción y con decorado republicanos. El techo, de madera, está pintado con diversas escenas de la vida de Jesús. En el exterior, tal como vimos en Mórrope y en la iglesia de Yanahuara en Arequipa, vimos el Gólgota tal como se presenta al estilo indígena con una iconografía bastante sencilla para ser entendida por la mayoría de personas. En la parte superior de una de las dos torres que integran esta edificación religiosa había un buitre posado sobre la torcida cruz y otro sobre la cabeza del patrono de la iglesia, San Pedro.





Una vez terminada nuestra visita a la iglesia, nos enrumbamos al mercado central que queda en la misma plaza principal. Al entrar, vimos algunos puestos que vendían ropa interior amarilla  y decorada con globos del mismo color para quemar el año; ya estábamos a pocas horas de hacerlo. Los mercados son la parte viva de una ciudad, en ella ves retratada la vida diaria y ves lo que los ciudadanos comen diariamente. El mercado es un muestrario de carnes, frutas, vegetales, pescados y otras rarezas que nunca faltan como el que vimos en Arequipa que vendía fetos de llamas como pago a la tierra. Un mercado surtido en el que busqué algunas cosas que quería llevar a casa: loche, un tipo de zapallo muy antiguo y muy usado en la comida regional lambayecana, en vías de extinción según algunas personas, pues estos frutos no tienen semillas (http://www.peruecologico.com.pe/flo_loche_1.htm); raya seca para hacer el famoso chinguirito, comida que recuerdo con mucho gusto pues mis padres son chiclayanos. La comida de esta zona es una de las más variadas y deliciosas, y ha creado su propia identidad frente a otras regiones del Perú (http://rpp.pe/peru/actualidad/el-loche-nucleo-de-la-gastronomia-lambayecana-noticia-589298). Una cosa interesante que vi fue una bandeja llena de lifes vivos para la venta, peces de río que consumen en pancas. Es un pez que ha estado presente en la dieta de los antiguos moches como lo demuestra el interesante estudio de César Gálvez y Andrea Runcio (file:///C:/Users/Jorge/Downloads/Dialnet-ElLifeTrichomycterusSpYSuImportanciaEnLaIconografi-3200009.pdf). La gente es muy amable; las mujeres se amarran el largo cabello en una gran trenza que luego la enrosca sobre su cabeza. Le sirve como base para llevar objetos como cántaros. Pero he visto una tradición que ya está desapareciendo: las mujeres ya no están vistiendo de negro como solían hacerlo. Antes la mujer iba acumulando un luto inicial por 10 años; si en ese lapso moría otra persona, el luto se iba sumando. Quizá haya habido mujeres que nunca dejaron de usar el negro, pues antes la mortandad era alta.







Para cerrar la visita nos fuimos a la avenida Venezuela en la que se ubica una feria de productos artesanales: tejidos, objetos de madera, recuerdos, etc. Vi algunos simpáticos objetos como manteles y camisas bordadas con finura, y unas muñecas vestidas a la usanza del lugar. Sobre la avenida Venezuela hay algunas casas que esperan solo la picota de la demolición, pese a que en su momento fueron bellas y no han tenido el cuidado merecido. Pero lo más interesante es la pequeña capilla para la Virgen del Carmen, también llamada “la Serranita”. Es una estatua pequeña y que recibe danzas de negritos en su festividad en julio cuando sale en procesión. Lleva un gran rosario de cuentas marrones y tiene el escapulario carmelita.

Una vez concluida nuestra última vuelta, retornamos a Chiclayo para prepararnos para la cena y fiesta. Lastimosamente a medianoche en mi casa de Trujillo ingresaron ladrones. Por esa razón el mismo 01 de enero tuve que retornar a mi ciudad para ver lo acontecido.
En fin, seguiremos investigando la zona.







domingo, 13 de noviembre de 2016

RADIOGRAFÍA DE UNA REALIDAD: DONALD TRUMP (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO DOMINGO 13 DE NOVIEMBRE)

Lo que nadie se esperaba ha sucedido: las elecciones estadounidenses de este último martes tiró por los suelos una visión cándida que suele ser construida en los medios de comunicación sobre la sociedad norteamericana, tratando de apelar al respeto de los DDHH y a una serie de valores que han tratado de caracterizar a los Estados Unidos en las últimas décadas desde la derrota de Vietnam.
Muchas ventanas inciertas se están abriendo y se abrirán una vez que Trump tome el mando en enero del 2017. Cierto es que muchas de sus propuestas tendrán que pasar por aprobación senatorial de por medio, pero son aquellas por las cuales el electorado norteamericano le ha dado su respaldo, habida cuenta que las cámaras tienen también mayoría republicana y tienen que “atender” a su electorado. Y está en la obligación, en cierta manera, de cumplir con ello. Lo que la política norteamericana estuvo tratando de reconstruir en estos últimos años en relación con el mundo en general y con el latinoamericano en especial, ha entrado en un balance bastante peligroso cuyas consecuencias no se han previsto del todo. Países como México y Cuba están en vilo por lo que este nuevo Presidente decida una vez instalado en la Casa Blanca. Florida, una zona bastante sensible con el tema cubano, ha dado las espaldas a los demócratas por los avances hechos con Obama en cuanto al asunto de la isla; y México quizá sea el país  más afectado en muchos aspectos: desde su psique nacional al haberlos tratado casi como una fuente de zánganos, ladrones y narcotraficantes para justificar la construcción de un vergonzoso muro; hasta la posible revisión del NAFTA, un tratado comercial que trajo muchos dolores de cabeza a la población mexicana al transformar su economía para adecuarla a las exigencias de su gran vecino y que fue una de las principales causantes del famoso Efecto Tequila de 1994. El espíritu proteccionista de Trump, apoyado por los pequeños agricultores de su país, generará grandes problemas a los numerosos TLC, incluido el nuestro. Esta suerte de Alianza para el Progreso económica empresarial de los 90 (los inició Chile en 1994) y la primera década de este siglo fue una estratagema empleada por los gobiernos de entonces con el fin de romper los posibles bloques económicos que podrían surgir para negociar con los países ricos como EE.UU. Toledo hizo la gestión y la concluyó AGP en el 2007 con bombos y platillos. Ahora bien, muchos analistas aseguran que Trump, hombre pragmático, los respetará. Pero la ira de un electorado que ve con malos ojos estos tratados tendrá que ser sopesada. Y la política de migración tendrá un vuelco impredecible, pero que se piensa en resultados bastante lamentables.
En realidad lo que hemos visto en los últimos tiempos ha sido más una careta o un buen maquillaje que ha terminado de desdibujarse con estos resultados de una sociedad que tiene fuertes demonios y halló en Trump su válvula de escape.

domingo, 6 de noviembre de 2016

POLÍTICO =¿CÍNICO? (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO DE TRUJILLO DOMINGO 06 DE NOVIEMBRE)

Durante las últimas semanas hemos sido testigos de ciertas declaraciones o silencios intencionales de varios personajes del círculo político nacional que lindan con la desfachatez o, de lo mal intencionado que uno pueda pensar, el cinismo más duro que pueda emanar de los mismos. Difícil es pensar que estos personajes hayan emitido declaraciones basadas en una candidez de gente ya ducha en estas lides o simplemente callarlas por creer tener argumentos sólidos y no discutibles para sustentar sus propuestas de tal o cual decisión tomada.
A lo largo de la historia de la política peruana republicana hemos tenido políticos que, además de demagogos, han sido expertos en tergiversar datos, ideas e información con el fin de ocultar una grave verdad que afecta al bien común, al sistema político que infelizmente acoge a este tipo de personas o a la sociedad en general. No es una práctica moderna o nacional. Aún queda el recuerdo en la historia norteamericana la forzada renuncia de Richard Nixon por el escándalo Watergate; por meses, Nixon y su gente trataban de ocultar evidencias contundentes que desenmascararon el turbio espionaje hecho contra el partido demócrata y que usó servicios estatales como el FBI o la CIA para empañar las elecciones presidenciales de 1972. Su sucesor, Gerald Ford, lo libró de la cárcel. Gajes y favores pendientes.
Los testimonios de algunos congresistas para defender la elección de dos cuestionables personajes en el triunvirato del Banco Central de Reserva; la desopilante comparación entre el bisoño Carlos Moreno y su negociazo, y el siniestro Vladimiro Montesinos por parte de un congresista tránsfuga (además); el silencio amañado del burgomaestre limeño frente a dos escándalos vinculantes que le han estallado en las manos, ligados a la corrupción de Lava Jato y el lamentable incendio de Cantagallo; y la elección por parte de este Gobierno de un exviceministro fujimorista cuestionado por corrupción; todo esto nos hace pensar en posturas que rayan con el cinismo.
Situaciones como estas generan en la población un total descrédito del aparato político democrático, puesto que, como personas elegidas por el voto popular, su actitud significa una traición a las aspiraciones de los votantes, así como a la confianza depositada por los electores en dichos elegidos. Salvo que los mismos electores sigan también ese posible camino del cinismo manifiesto en estos últimos días.
Queda la activa presión de la sociedad civil, así como el compromiso de una prensa libre para desentrañar a estos personajes y sus patrañas que deterioran nuestra sociedad. Nixon comenzó su caída gracias a un informante y dos valientes periodistas que recibieron el apoyo de su diario. Quizá esos buenos ejemplos podrían acaecer con más frecuencias por estos lares.