El Achoramiento es un término sociológico acuñado por el jurista
peruano Luis Pásara en los años 70 para describir a la sociedad peruana que
reúne ciertas peculiaridades, producto de una permanente situación emergente. Está
vinculado al término Anomia: “conjunto de
situaciones que deriva de la carencia de normas sociales o de su degradación”
(RAE). El Achoramiento está ligado a la anomia social que, como define Eduardo
Catalán, “es la visión sesgada de
un grupo social cuyo desarrollo depende de aprovechar en su favor los vacíos
legales, los proyectos sociales, [...]. Toda sus posibilidades gramaticales
son aceptadas en el habla diaria peruana: achorarse, achorado; pero no está aún
aceptada por la RAE. Sin embargo, es un término preciso para describir reacciones,
comportamientos y hasta un modo de vida de determinadas personas que tienden
hacia ese tipo de anomia.
En el 2010, el periodista Juan Carlos Tafur acuñó la frase
Derecha bruta y achorada (DBA) para identificar a un grupo de personas que
conforman “una coalición en la que
participan, entre otros, periodistas corruptos, empresarios mafiosos y
políticos pendejos”, en términos de Augusto Álvarez Rodrich. Son personas
que cultivan la viveza y la bajeza como marco referencial de sus acciones y
relaciones con los demás. Son identificados como personas patanes, soberbias,
rayando con la ignorancia. Su capacidad de diálogo es nula y sus chatos
argumentos son tomados por ellos como verdades absolutas y utilizados como
armas para apabullar (atarantar, más criollo) a sus contendores. Y para colmo
de males, algunos de ellos se convierten en una suerte de adalides de
determinados grupos sociales, como ellos, que ven en esta una fácil forma de
obtener resultados positivos para sus intereses.
En las últimas semanas las redes sociales y diversos medios
de comunicación han mostrado las lamentables participaciones de diversos
congresistas fujimoristas en interpelaciones con autoridades del actual
gobierno. Sus comentarios y actitudes han bordeado la chabacanería, como una
estrategia para ocultar tanto sus pasados oscuros así como su escasez de
conocimiento frente a temas cruciales. Han desdibujado la majestad del
Parlamento, cada vez más venido a menos. Recuerdo el lamentable comportamiento
de una congresista fujimorista, cuando académicos de una universidad peruana
exponían sus justificaciones para la asignación de recursos a dicha
universidad. Es pedir peras a un olmo seco.
Lo alarmante es que con el ascenso de un
personaje como Donald Trump en los Estados Unidos, en cierta manera, ha
“legitimado” un lenguaje de provocación y confrontación, actitudes taimadas y
burlonas, argumentaciones chatas y ramplonas como las que ya pueblan nuestro
Congreso. Un espaldarazo internacional a la gente DBA del cotorreo político
nacional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario