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Trujillo, La Libertad, Peru
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domingo, 10 de mayo de 2020

¿CAMBIAR? (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO DOMINGO 10 DE MAYO TRUJILLO)


El Gobierno peruano decidió ir “soltando” diversas actividades económicas con el fin de paliar la presión económica de algunas empresas y, sobre todo, de muchas familias que viven el día a día, segmento al cual se han venido “adhiriendo” un buen grupo de personas quienes han perdido sus empleos durante esta crisis. La acción se da en momentos en que vemos una sociedad peruana costeña, la más “rica y con mejores potenciales” económicamente hablando, que presenta cuadros verdaderamente patéticos de contagios y de desorden civil, producto (quizás) de errores sociales que se han cometido en las últimas décadas; y con manifestaciones alarmantes reflejadas en un lenguaje basado en la incapacidad de comprender la real dimensión de la situación como lo dicho por la presidenta de la CONFIEP que ha dejado a más de uno destemplado por las observaciones hechas ante las medidas de seguridad que se requieren para volver a un intento de normalidad. También está ese espíritu mal concebido del “emprendedor” en ver “oportunidades de negocios”; así surgieron los servicios de entrega (delivery) con escasas o nulas medidas de seguridad que exponen no solo al vendedor, sino al comprador de cualquier producto. Sensato es pensar que las cosas no serán como antes, obtuso es pensar lo contrario.
Mientras tanto, otras actividades, las informales, sí han estado “laborando” de manera efectiva en todas partes del mundo. Una de ellas es la tala ilegal, la gran depredadora de nuestros bosques y selvas. Ante la concentración del control en regiones urbanas, la tala ha prosperado y, con ella, la minería ilegal. Cómo habrá sido de escandalosa esta situación que hasta Jair Bolsonaro, el presidente brasileño promotor silencioso de esta actividad, ha tenido que mandar al ejército a detener esta depredación de la selva amazónica. ¿Estas actividades cambiarán? ¿es posible apuntar a trabajar en energías limpias cuando vemos que los países ricos tienen un sobre almacenamiento del crudo y con precios extremadamente bajos?   
En esta pandemia, el Norte peruano se volvió en un paradigma negativo cuyas explicaciones no son de índole económico ni comercial; sino sociológico o antropológico, incomprensible para muchos imbuidos en cuadros estadísticos o flujos de mercado que no toman en cuenta estos detalles. Las preguntas surgen por sí solas: ¿podremos cambiar para que, en una situación futura de la misma gravedad, las respuestas sean más asertivas y pensando en el bien común, pese al sistema en el que han crecido las últimas generaciones bajo esa mentalidad? ¿Podremos aspirar a una sociedad con buenos mecanismos de respuesta que protejan sus preciados bienes como salud y educación?
En la biografía escrita por Alonso Salazar sobre Pablo Escobar, el autor concluye con una pregunta hecha a un hombre de confianza del famoso narcotraficante: “¿Qué significaría la muerte de Escobar?” y tuvo por respuesta: “¡nada! ¡Absolutamente nada, todo seguirá como antes!”

domingo, 27 de noviembre de 2016

APAGANDO Y AVIVANDO INCENDIOS (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO TRUJILLO DOMINGO 20 DE NOVIEMBRE)

En las últimas semanas, en nuestro país y en el mundo hemos visto surgir incendios naturales así como incendios figurados de corte social, político o económico. Estos acontecimientos han hecho que nuestras sociedades  (no solo la peruana) hayan experimentado diversos tumbos que vale la pena hacer un alto para reflexionar.
Los incendios son un reto permanente para la humanidad. Las causas naturales no son tan  diversas, pues están más relacionadas casi siempre con la sequía. En este fenómeno, hemos compartido y compartimos tristes experiencias con Bolivia, Portugal, España, Israel, Italia, Australia, EEUU, entre otros países. Pero, las provocadas por los hombres son más variadas: sequía por sobreexplotación de recursos, mal uso de cultivos, contaminación, ignorancia y, en muchos casos, angurria humana para convertir un rico suelo natural en uno eriazo para ocupación habitacional. La relación entre bosques y el grueso de la humanidad en los últimos siglos no ha sido nada grata para los primeros. La palabra “deforestación” ya es un vocablo importante en las situaciones de riesgo y que atentan contra nuestra seguridad en general. Y esta situación provoca los otros incendios: los económicos, políticos y sobre todo los sociales. La deforestación por fuego (que suele volverse incontrolable) es un recurso rápido no solo empleado por campesinos sino por traficantes de tierras.  Aún quedan en el recuerdo los incendios forestales que amenazaron Machu Picchu en octubre del año pasado. O el lamentable suceso de octubre del 2009  en que varios inescrupulosos traficantes de terreno intentaron ocupar varias hectáreas del famoso bosque de Pómac (Lambayeque) para luego quemar los algarrobos. El desalojo de esos desalmados le costó la vida a tres policías.
Hace dos semanas estuve en Laquipampa, un refugio de vida silvestre, ubicado también en Lambayeque, que mantiene un delicado equilibrio entre la agricultura y los bosques naturales. Estuve conversando con el promotor de esta ruta turística; comentó sobre las estrategias aplicadas con la población rural con el fin de generar una serie de cambios en las costumbres de los pobladores y visitantes de esta zona ubicada en la interesante sierra lambayecana. La propuesta es bastante simple y compleja a la vez: convertir un recurso natural en el eje económico de toda una población. Este lento proceso debe de culminar en una toma de conciencia local de cuidar su patrimonio. El poblador se vuelve en un celoso guardián de su recurso. Muchas comunidades ya han ido asumiendo estas posturas generándoles confrontaciones con diversos poderes económicos o políticos. Pero les faltan otros recursos más para la prevención.
Recientemente he leído con pena que Laquipampa estuvo luchado contra diversos incendios forestales, algunos incontrolables. Y me viene a la mente los bellos parajes que visité y a la gente amable que conocí. Espero que, como el ave Fénix, resurjan de sus cenizas.