Hacer actividad cultural en nuestra ciudad o Región se ha vuelto en una
proeza por el poco o nulo apoyo que se recibe por parte de organismos públicos
o instituciones y empresas privadas. La politización de alguna de ellas o el
raro concepto de rentabilidad de algunas otras hace que el necesario apoyo
económico para estos eventos se convierta en un camino tortuoso para gestores
culturales en nuestra ciudad; el otro gran problema que enfrenta el espectáculo
en sí, sea académico o artístico, es la afluencia público masivo por lo general
indiferente o ignorante (por desconocimiento) debido a causas como las
estrategias erradas de comunicación hacia público objetivo (por parte de los
gestores) o por el desconocimiento y poco compromiso de posibles promotores
aliados de estos eventos que no colaboran en la difusión del mismo entre un
público habituado a un consumo ligero y banal de formas de espectáculo de
nuestra ciudad. De nuestra experiencia personal, llevamos casi veinte mil personas
al teatro por años dentro del marco de actividades académicas del departamento
que dirigía. Fue un trabajo sostenible, apasionante; pero la sede central en
Lima decidió que no era necesaria esta estrategia pedagógica en la Universidad.
Con los promotores se había trabajado, de manera sistemática, propuestas teatrales
de calidad que revitalizaron la vida de esta arte en nuestra ciudad. Incluso
llamó la atención de sectores empresariales que vieron otro filón interesante
de rentabilidad de su imagen apoyando eventos como estos. Mereció páginas
centrales en suplementos económicos. Pero estas actividades chocan con la
indiferencia e incomprensión de personas que no tienen mucha idea de su
importancia en lo educativo. Iniciadas a todo pulso, valiosas e importantes
para el desarrollo académico, social y cultural de nuestra juventud, impactan
con la dejadez e indiferencia de los interesados en las mismas. La inevitable
partida del Museo de Arte Moderno hacia Lima es una oportunidad más perdida,
incluso para la actividad turística que no termina de comprender el gran filón de volver a ser la Ciudad de la Cultura. Trujillo ha visto extinguirse buenas
propuestas artísticas y académicas.
Sin embargo, muchos ciudadanos no ven extinguir su entusiasmo. Contra huaycos,
viento y marea se han organizado diversos eventos artísticos en pintura y artes
visuales. Este lunes 23 se inaugura el IV
Festival de Cine Peruano de Trujillo en las instalaciones del CIDUNT,
espacio para ver películas que la cartelera comercial no las difundirá. Vendrá,
Liliana Trujillo, actriz principal de Rosa Chumbe, film que representa al Perú
en la vitrina comercial que es el Óscar. Se debatirá el futuro del cine
regional para romper el acentuado ombligo centralista que corroe todas las actividades
en nuestra ciudad. Y se premiará a uno de los principales pilares del cine peruano: Nora de Izcue. Trujillo debe volver al esplendor que la identificó, pero
con la ayuda de todos sus sectores vitales. Un Festival para hacerlo nuestro.