El fútbol, como cualquier
deporte, encierra belleza y placer para aquel que lo practica, pues cultiva su
cuerpo y mente generando confort corporal y desarrollando disciplina para lograr objetivos concretos y
mensurables. Los deportes colectivos, además, desarrollan el espíritu gregario
y sentido de pertenencia, además de orgullo colectivo. Toda persona que hace y
practica sistemáticamente cualquier deporte desarrolla, fuera de capacidades
físicas, habilidades individuales y sociales.
Sin embargo, cuando otros
factores intervienen para distorsionar el verdadero sentido del deporte, este
se envuelve en una vorágine que le hace perder su razón de ser. El mundo
deportivo se ha convertido a partir del siglo XX en un filón económico sobre el
cual han intervenido factores comerciales y políticos, los que han desvirtuado
mucho la esencia del deporte. Este se ha vuelto una maquinaria lucrativa (no
solo el fútbol, sino el básquet, vóley, béisbol, entre otros deportes
colectivos) que mueve mucho dinero en el cual los conceptos de ganar o perder
pueden cambiar ya no por logros deportivos per
se, sino por los intereses económicos o políticos que mueven sus hilos para
cambiar resultados. La maquinaria económica crea ídolos y los envuelven en
conceptos creados para el imaginario de la gente que van talando su gusto, su
emoción para incorporarlos como nuevos parámetros extradeportivos. La
maquinaria publicitaria sabe cómo crear y explotar las imágenes de esos ídolos
deportivos portadores de marcas y eslóganes que terminan por volverlos figuras
intocables. Fuera de la millonaria industria de los seguros (piernas, brazos,
por ejemplo), las marcas exigen que los elegidos divinos cultiven más su físico
que realizar a cabalidad cualquier actividad deportiva. La maquinaria, además,
crea modalidades para que el público sienta la emoción de poder acceder a los
Olimpos (Panamericanos, mundiales, olimpiadas) en fórmulas combinatorias que
alejan el sentido original para volverlo más un campo de especulación que de práctica
deportiva. Hay casos en que una selección gana o clasifica más por obra de la
especulación matemática que de la actividad en sí. Suena absurdo, pero es así.
Los resultados de esta selección es una demostración de ello.
Peor es cuando interviene la
política. Como este ya es un campo donde campea la mediocridad e improvisación
cada vez es más frecuente ver deportistas que se convierten en personajes
políticos tentados por diversas tiendas políticas: así los vemos aparecer tentando
un curul para el Congreso u otro quehacer electoral como alcaldías, regidurías
y otros. Y como suele suceder, sobre todo en el mundo deportivo y farandulero
nacional, estos neófitos personajes terminan convirtiéndose en “líderes de
opinión”. Las declaraciones recientes de un personaje de la farándula
televisiva practicante del deporte automovilístico sobre el posible indulto del
expresidente reo Fujimori son una muestra de esa autoridad otorgada por las
nuevas formas de licencia social.