Jueves 30 de diciembre. Ruta del Barroco. Por fin, una meta que me había propuesto realizar. Antes de este viaje, me había informado mucho al respecto. Hay una página en Facebook (https://www.facebook.com/rutadelbarrocoandino) que te puede dar muchos datos. Además, en los últimos días estuve leyendo el libro La conquista intelectual del Perú de Luis Martín (es más, llevé el libro al Cusco) que habla sobre la presencia e influencia jesuita en la colonia gracias al famoso colegio San Pablo de Lima, el cual fue clausurado cuando esta congregación fue expulsada por Carlos III. Hay buenas guías de visita de la misma Ruta del Barroco. Esta ruta empieza con la iglesia de la Compañía de la ciudad misma (que visitaría el 01 de enero) y otras tres iglesias en dirección al Sur como yendo a la Cordillera del Vilcanota. En viajes anteriores tuve la oportunidad de ir a la bellísima iglesia de Andahuaylillas (pude fotografiar el interior en una visita en 1991) y siempre es una grata sorpresa. En las conversaciones con el grupete les había hablado sobre esta ruta y los persuadí para poder hacerla. Un día previo a la salida, habíamos coordinado con Isaac, responsable del hotel, para culminar detalles de esta jornada (por ejemplo, dónde almorzar). Chino había hecho otras coordinaciones. Al final veíamos algunas opciones cómodas para poder ir los 4: Verónica, Chino, Goyo y yo. Así logramos un precio módico que nos permitió ir a nuestro ritmo, entrando a diversos lugares de nuestro interés y respetar las pausas para el andar de Goyo. Nos recogió nuestra guía y chofer a las 9 am. Luego pasaríamos a recoger a Chino y Verónica de su casa: era una distancia considerable. Felizmente estaban en la ruta hacia nuestro destino. Ya todos ubicados, iniciamos nuestro periplo a través de la ruta que lleva a Puno, Juliaca y Arequipa. En el camino cruzamos muchos lugares interesantes que ameritan una estancia mayor en Cusco para conocer todos estos espacios cargados de historia. No en vano fue la capital del Imperio Inca, el más grande de América. Muchos nombres los recordaba por mis clases escolares de Historia del Perú (ya más de 50 años) y la lectura del libro La rebelión de Túpac Amaru de Charles Walker, libro que refrescó muchos datos anteriormente aprendidos, pero que dio muchos nuevos detalles de este personaje aún no del todo comprendido. Cruzamos Saylla, Choquepata, Oropesa, Piquillacta, Rumicolca hasta llegar a Andahuaylillas. Recientemente, en 2019 estuve en esta iglesia y siempre hay algo para ver. Recién bajando nos encontramos con Ricardo Chiappe y su esposa María, con su hija y la nieta de ambos. Un encuentro simpático. Estuvimos charlando un rato y quedamos para vernos más tarde (si el cuerpo daba). La iglesia es una verdadera joyita. Extraigo algo de lo escrito en la visita del octubre del 2019: “[..] El siguiente lugar a visitar es la maravillosa iglesia de Andahuaylillas. Ahora la visita ha sido para mí un deslumbrante reencuentro con este bello monumento. Uno ve la iglesia desde afuera y no vislumbra la maravilla que uno va a encontrar en el interior. Es camino al éxtasis. La iglesia muy bien restaurada, muebles, paredes, lienzos, marcos, altares, imágenes; todo restaurado. Ha sido una gratísima visita y me hubiera gustado oír el órgano que fue restaurado con el apoyo del gobierno francés. He visto grabaciones de interpretaciones corales, como Hanan Pacha, en este lugar; imagino cómo se habrán sentido las personas que estuvieron en la entrega-concierto del órgano restaurado para la comunidad. Para estar más tranquilo compré un libro sobre la iglesia, un cd con la música de ese concierto. Fabuloso. (https://www.wmf.org/downloads/World-Monuments-Fund-Fall2011-Newsletter-ESP.pdf). Este otro catálogo que uno debe de leer antes de ir a Cusco y ver otros lugares que, muchas veces, no salen en los paquetes turísticos (http://rutadelbarrocoandino.com/wp-content/uploads/2015/05/AF_RBAnew_catalogo2015_V18_RGB_WEB.pdf). Y para oír Hanan Pacha, este el lugar indicado (https://www.youtube.com/watch?v=S7Z5bf-x2V0). [..]”. Lastimosamente en esta oportunidad no hubo más libros ni CD. Parece ser que se les habían agotado el material bibliográfico. El lugar es bastante fotogénico. El pueblo en sí ha tenido una transformación positiva por el flujo de visitantes. Pero la pandemia los ha golpeado, como cualquier centro que haya dedicado el principal rubro de su actividad económica en el turismo. Esperemos que vaya mejorando.
Luego de esta pausa, nos embarcamos en nuestro segundo objetivo: habíamos decidido ir a la capilla de Canincunca y la laguna de Urcos ((Qoyllurcocha) y de ahí tomar el camino de retorno a Cusco con parada en Lucre para almorzar en un lugar recomendado. Ahora sí, íbamos por algo nuevo. Esta capillita está muy cerca de la laguna y el pueblo de Urcos. Canincunca significa “cuello mordido” (raro). Está sobre un adoratorio de la cultura Wari, que tuvo una fuerte presencia en la zona (cerca están Piquillacta y Rumicolca). Aunque pequeña, es una joya por la profusión de sus paredes pintadas y su pequeño altar barroco presidido por la Virgen Purificada o Virgen de la Candelaria, como una buena mamacha que caracterizó a la imaginería cusqueña del siglo XVII y XVIII. Las paredes y techo están pintados con detalles naturales; parece que era el estilo de la época y me hizo recordar la bella capilla de La Compañía de Arequipa. Además, tiene muchos detalles que asemejan a la trama de textiles, que era otro detalle de entonces. Interesante. Los textiles eran elementos importantes, poderosos en la cultura local. Lo interesante es también ver el cementerio local que se halla adyacente al conjunto religioso, en una colina; esa distribución le da un aspecto fuera de lo común que marca el paisaje del lugar. Y hacia la mano izquierda, la laguna. Aparte de la página de la Ruta del Barroco, hay un documento de 1980 que describe la reconstrucción de la iglesia. Y han respetado el documento en sí (escrito a máquina de escribir) y vale la pena leerlo: https://repositorio.cultura.gob.pe/handle/CULTURA/879?locale-attribute=en. Gracias a la iniciativa de Verónica, nos dirigimos hacia la laguna y logramos dar una vuelta al lugar para conocer de más cerca los cambios que está “sufriendo” el lugar: construcciones no muy felices que rompen la armonía del lugar. Hay un raro concepto de modernidad al colocar inmensas construcciones de ladrillo con vidrios traslúcidos de color morado y con paredes sin acabados que comienzan a desentonar agresivamente con el espacio en el que se ubican. Este es un mal en todo nuestro país: el mal gusto y la pésima costumbre de no enlucir paredes laterales e, incluso, principales. Una pena. Y es una amenaza en Cusco: vimos cómo construcciones totalmente fuera de lugar comienzan a crecer como hongos en los diversos barrios de su casco antiguo como San Blas, por ejemplo.
Terminado nuestro recorrido por las estrechas vías que rodean la laguna, nos fuimos a nuestro siguiente objetivo: la Iglesia de Huaro o San Juan Bautista de Huaro. Esta zona fue una reducción de población indígena para su cristianización y asimilación, la iglesia tiene un altar mayor bastante interesante; pero lo más destacado son los murales hechos por un pintor del siglo XVIII: Tadeo Escalante. Los murales tenían esa función de ser muy explícitos con una población que no sabía leer la forma de escrituras, pero sí había una gran capacidad lectora en los murales, los que muestran diversas imágenes de la imaginería religiosa católica de la época. Esto dice un texto al respecto: “[..] El Templo colonial de Huaro, construido entre los siglos XVI y XVII, es de estilo barroco y en su interior se conservan murales empleados durante el proceso de evangelización y firmados en 1802 por el artista cusqueño Tadeo Escalante. Fue el máximo representante del arte mural cusqueño de fines del siglo XVIII e inicios del siglo XIX. Es un verdadero prodigio del arte mural. Los murales miden, aproximadamente, de 3 a 4 metros de largo por 2 metros de altura. El arte es de una belleza desconcertante y terrorífica. [..]” (https://www.fundacionendesa.org/es/prensa/noticias/2014/octubre/templo-juan-bautista#:~:text=Huaro%2C%20Cusco%20(Per%C3%BA)&text=El%20Templo%20colonial%20de%20Huaro,el%20artista%20cusque%C3%B1o%20Tadeo%20Escalante.&text=El%20arte%20es%20de%20una%20belleza%20desconcertante%20y%20terror%C3%ADfica.) Para más lectura, este blog también contiene información interesante: http://blog.pucp.edu.pe/blog/juanluisorrego/2009/02/03/quispicanchi-cuzco-la-iglesia-de-huaro/.
Luego de esta visita, nos fuimos en dirección a Rumicolca, lugar que siempre quise visitar en mis anteriores andanzas cusqueñas. El lugar es un asentamiento Wari que, parece ser, tenía por objetivo controlar el acceso hacia el valle cusqueño desde el Sur. Los Inca intervinieron el lugar y usaron las mismas estructuras y las comenzaron a cubrir con piedras pulidas (andesita). Ahora, todo esto es hipotético, pero tiene cierta lógica. Aquí más datos: https://arqueologiadelperu.com/portada-de-rumiqolqa-ciudad-prehispanica-de-pikillacta-cusco/. El espacio es impresionante y nos permitió ver la laguna de Huacarpay, cerca de Lucre y el hermoso cielo azulado, el cual súbitamente se volvió oscuro y comenzó una tenue lluvia. Por tal motivo, nos fuimos al auto para ir a nuestro siguiente objetivo: almorzar en Lucre.
Con el fin de cortar camino, nuestra
guía tomó un sendero asfaltado que rodeaba dicha laguna que se inicia desde
el balneario de Huacarpay. Lucre es famoso por su arroz con pato y la trucha
(hay muchas granjas). Como en Trujillo en Los Patos, uno escoge el pez que uno
quiere comer: una acción un poco tétrica. Nos habían recomendado el restaurante
Cristo Rey: llegamos casi con la lluvia ya desatada; bajamos del auto y nos
fuimos a ubicar un lugar guarecido. Parece ser que llegamos un poco tarde, pues
el servicio fue lento y los platos tanto de Chino como el mío no fueron buenos.
Una pena, pues habíamos puesto mucha expectativa gastronómica. En fin.
Ya cerrando nuestra jornada, nos fuimos en dirección de Oropesa, la ciudad del pan chuta. En nuestra ruta, fuimos a visitar a una compañera de trabajo de Chino y Verónica. No estaba en su casa, pero se aprovechó en comprar un helado como postre. Llegamos a Oropesa ya un poco cansados. Compramos panes grandes que se venden ya embolsados y luego nos fuimos a ver la portada de la iglesia del pueblo. San Salvador de Oropesa es un edificio hecho en piedra y tiene también, como Huaro, un campanario en espadaña. Nos contentaremos con la información que se da de manera virtual: https://www.facebook.com/1857047297910068/posts/templo-de-oropesa-cuscola-iglesia-de-san-salvador-de-oropesa-es-toda-de-piedra-c/2786483344966454/. Aquí más información: http://blog.pucp.edu.pe/blog/juanluisorrego/2009/02/02/quispicanchi-cuzco-la-iglesia-de-oropesa/.
Ya bastante cansados retornamos a Cusco. Dejamos a Chino y Verónica. No estábamos muy seguro de vernos esa noche, pero sí al día siguiente, víspera de Año Nuevo para hacer las compras en el mercado de San Pedro. Llegamos al hotel y Goyo había coordinado con Ricardo y María para verse más tarde. Mi garganta no iba bien. Luego de un buen reposo, quedamos en vernos a las 7:30 pm en el Café Restaurante que se volvió el punto en nuestra permanencia en Cusco: el Café Plaza. Tuvimos una buena y larga conversa, entre chismes, risas y experiencias de nuestros años universitarios. Genial. Momentos que uno debe de tener para saldar vacíos de la memoria. Nos despedimos de ellos y tomamos nuestro usual taxi para ir a descansar. Fin de esta jornada.