“Cría fama y échate a la cama”. “Cría fama y échate a dormir”. O la extrapolación de la fábula de “El pastorcito mentiroso” atribuida a Esopo. Estos refranes y la fábula mencionada sintetizan, de alguna manera, las diversas reacciones en las redes sociales y las conversaciones de café y entre amigos ante lo ocurrido recientemente en el mundo de las comunicaciones masivas.
El miércoles último se suscitó un extraño incidente en el
distrito de Chadín, provincia de Chota en Cajamarca: un secuestro (así se lo
identifica) de dos periodistas del programa Cuarto Poder que estaban haciendo una
investigación sobre el caso de la cuñada del presidente Pedro Castillo. Además,
hubo una interrupción en la programación de una televisora a nivel nacional en
la que uno de los periodistas leyó un pronunciamiento dictado por los ronderos.
Este incidente generó toda una serie de reacciones de censura y rechazo contra
los autores de dicha acción y solidaridad con los periodistas. Hasta aquí todo
iba dentro de lo correcto, si cabe el término, pues lo que vino después sí
puede ser preocupante para la labor periodística en sí, un poder tan necesario
para combatir la corrupción que recorre campante por todos los estamentos sociales.
Una ola de escepticismo y burla corrió por las redes, agravada por el mensaje
que en grupo se dio en dicho canal de televisión. El efecto debe de invitar a
la reflexión a la parte afectada.
Este hecho enfrenta dos entidades de nuestra sociedad: el periodismo de los grandes medios y las rondas campesinas. En los 80, durante un viaje a Cajabamba tuve un encuentro con una de estas rondas que custodiaba la zona de Cauday; una verdadera tensa situación, muy tensa. Las rondas fueron potenciadas durante el Fujimorato en su lucha contra el terrorismo de SL y MRTA. Pedro Castillo se autodenominó rondero, aunque la Confederación de estas lo desmintió. Se ha desarrollado una situación límbica desde el inicio de este gobierno que desconcierta y genera temores entre muchas personas. Por otro lado, el periodismo de muchos grandes medios se desvirtuó por su actuación extremadamente parcializada durante el último periodo electoral presidencial y es precisamente el programa Cuarto Poder que tuvo una de las más escandalosas parcializaciones que restaron demasiada credibilidad entre la primera, la segunda y la intentona de anulación de dichas elecciones aduciendo un fraude que nunca pudo ser comprobado. El despido y la renuncia de muchos periodistas de este programa y el comportamiento vergonzoso de otros periodistas en la búsqueda sin razón debilitó la fiabilidad a tal grado que ahora muchas personas dudan de la veracidad del actual incidente; en realidad, fue lamentable ver una retahíla de invitados con el fin de justificar dicho fraude distrayendo a la audiencia que hubiera focalizado su atención hacia el improvisado y mediocre gobernante que subió al sillón presidencial. El restablecimiento de la credibilidad es urgente.