02 de noviembre. Nos levantamos temprano para nuestro último
día en Huamachuco. Ahora ya no íbamos a ascender a alturas demoledoras como
vivimos el día anterior. No. Ahora nos descenderíamos a una zona yunga, un
valle fértil, un paraíso como una vez lo llamó Melissa Massat cuando fuimos en
el 2008. Nos íbamos a Yanasara. Como me había levantado temprano, fui a darme
una vuelta por el centro de la ciudad, visitar su iglesia matriz, su gran plaza
de armas y algunas calles aledañas. Ingresé a la iglesia matriz a la misa
matutina y vi un interesante trabajo con vitrales. Vi la imagen de la Virgen de la Alta Gracia, la virgen principal de Huamachuco. Como era temprano, se veían las plantas y flores cubiertas por rocío y, a medida que subía el sol y la temperatura, se veía el vapor que se desprendía de la vegetación. Retorné al hotel para estar con el grupo.
Como de costumbre, ordenamos nuestro suculento desayuno a la
espera de nuestra movilidad, la que nos iba a llevar a Yanasara, el paraíso, y
a la laguna de Sausacocha. Esta visita trae para mí un grato recuerdo de
aquella visita que hice hace 10 años. La ruta a Yanasara era insufrible. Y lo
sigue siendo aún. Nos habían comentado
que ahora la carretera estaba del todo asfaltada. Era cierto, pero los
deslizamientos hacen un poco riesgosa la jornada. En aquella oportunidad,
íbamos unas 40 personas en el bus, invitados para un fam trip o viaje de
familiarización con el fin de promocionar la ciudad de Huamachuco y sus
atractivos. Hubo un paraje que despertó a todos los que íbamos cabeceando por
la sinuosa carretera: un puente estrecho que permitía el paso de un vehículo de
mediana dimensión ya en riesgo; uno puede imaginar el tremendo riesgo de
sortear este puente. Su estrechez nos doblegó por lo que bajamos raudamente del
bus y pedimos que este pasase solo con el chofer. En aquella oportunidad,
atravesando la ruta con camiones que venían de las minas cercanas de oro hacían
la travesía toda una odisea. En aquella oportunidad, al llegar al lugar ya
cayendo el día, nos llevaron directamente a una poza de agua bastante temperada;
en ese momento se desató una lluvia de regular intensidad, pero nosotros
sentíamos caer las gotas frías en la superficie mientras nuestro cuerpo estaba
en esas aguas deliciosas. Melissa solo llegó a exclamar: “no nos vayamos de
aquí si esto es el paraíso”. Les había hablado tanto al pequeño grupo sobre
esta experiencia y, en realidad, la volví a vivir con ellas. Todos llevamos nuestro traje de baño, salvo Isabel,
quien estaba convaleciente de una reciente operación. Eso no le negó el hecho
de que se tomase una buena caminata, mientras nos dábamos un buen baño en la
poza y un pequeño relajo en las pozas privadas de aguas más temperadas con agua
fría. He aquí algunos datos de la zona, a la que hay que ir ( http://turismorutadelzahir.blogspot.com/2010/09/yanasara-un-paraje-de-aventura-y.html).
Tras 10 años, muchas cosas han cambiado y se ve que el espacio ha ido creciendo
y ofrece más servicios que aquella visita de hace una década anterior. Hay unos
pequeños jardines y hay una gran piscina nueva, más grande que la poza.
Estuvimos un buen tiempo, lo suficiente para disfrutar estas deliciosas aguas
por las cuales uno sigue sintiendo que está en el paraíso. Aquí datos de Iván
La Riva sobre la zona (http://ivanlariva.blogspot.com/2012/02/yanasara-bello-rincon-andino.html).
Ya listos y totalmente laxos, subimos a la camioneta para
ascender a nuestro siguiente destino: la laguna de Sausacocha. Íbamos
tranquilos en la camioneta, deteniéndonos en algunos parajes para tomar fotos
al impresionante paisaje, cuando no hallamos con un embotellamiento: había
habido un derrumbe un kilómetro más de nuestro súbito paradero. Estuvimos un
buen rato, casi unos quince minutos, cuando le preguntamos a nuestro ocasional
chofer sobre el tiempo que posiblemente nos íbamos a quedar y, viendo su reloj,
nos comentó que no mucho, puesto que era casi mediodía y los trabajadores se
iban a almorzar. Dicho y hecho, casi a mediodía, la columna de autos comenzó a
pasar. Aquí todo el mundo sabe cómo son sus tiempos. Llegamos a la laguna,
luego de haber sorteado una buena docena de precipicios amenazantes. El sitio
ha mejorado considerablemente; sin embargo, me pregunto qué harán con todos los
residuos sólidos y líquidos, y las aguas servidas de los numerosos restaurantes
que abundan en la zona: ¿punto final, el lago? Pese a todo, nos embarcamos en
almorzar nuestras consabidas truchas (las del día anterior fueron un verdadero
bocado de cardenal), regadas con algunas cervecillas. He aquí la experiencia de
un viajero al lugar (http://labrujuladelazar.blogspot.com/2018/01/laguna-sausacocha-huamachuco.html).
Tras nuestro almuerzo, fuimos a ver las instalaciones del muelle de este lago.
Sencillo y lleno de botes para dar una vuelta corta por la zona. El origen de
la laguna se hunde en el misterio y la leyenda, he aquí uno que se lee en un
cartel que está en el muelle de la misma laguna (http://munihuamachuco.gob.pe/docs/Sausacocha_Collasgon.pdf).
Las chicas estaban agotadas, así que decidimos retornar a Huamachuco, pues se
venía una fuerte lluvia.
Llegamos a Huamachuco casi una media hora después y nos
fuimos a nuestro hotel. Una buena siesta y a preparar maletas. Más tarde
salimos a husmear la ciudad y buscar un simpático lugar para un café: hay una
suerte de paseo que se inicia (o acaba, depende la perspectiva) en el Teatro
Municipal. Antes habíamos rondado por el mercado a la búsqueda de pan, cosa que
nunca hallamos. Pena. Habíamos estado en su mercado central, el cual no está
muy bien tenido. Nos preocupaba la salubridad y la exposición de carnes de
manera abierta y con muchas moscas. Finalmente hallamos un simpático café con
buenos postres: una isla en el lugar. Buena atención, hicimos una verdadera
pascana. Pero las chicas querían un buen caldo de gallina y eso fuimos a buscar:
el lugar donde habíamos almorzado una buena trucha frita el día anterior fue el
lugar para el caldo de gallina generoso.
Así terminamos nuestra estadía en Huamachuco; el bus salía a
las 10:30 pm. Nos fuimos caminando hasta el terminal de la empresa TUNESA. Las
instalaciones son terribles, todo es bastante caótico. Tuvimos que meter
nuestras maletas por nuestros propios medios. Ahora Isabel y María estaban ya
mejor preparadas para el viaje de retorno. Llegamos a Trujillo casi a las 4 am.