El domingo 09 de diciembre,
tras los resultados del referéndum, se han cerrado y abierto una serie de
capítulos en la historia de la política peruana: las cifras dan un espaldarazo
contundente a las propuestas presidenciales de reformas profundas en el
alicaído Poder Judicial y en los principales actores de la política peruana, o
sea, los partidos políticos. Pese a toda una intentona de desacreditar esta
actividad electoral y todo el ambiente turbio político en nuestros días, los
resultados son tan abrumadores que han obligado a todas las personas contrarias
al mismo a tener que reformular su mensaje e, incluso, aceptarlo a
regañadientes.
Lo preocupante de los
resultados concierne a los Partidos Políticos. Estos han sido golpeados por dos
resultados directos: la no reelección automática y la transparencia en el
financiamiento de los mismos, sobre todo en periodos electorales. En la primera
advertencia, los cuadros técnicos y de carrera de los múltiples partidos
creados y reciclados en las últimas décadas no han sido los adecuados, puesto
que una de las poderosas razones por las que la población ha votado contra la
reelección de congresistas es la total muestra de incapacidad para legislar y
hacer política correcta en pro de la sociedad. Muchos de estos ambicionan tener
una curul para satisfacer apetitos personales (como creaciones de
universidades, por ejemplo) o para actuar más como una horda que como una clase
política dirigencial. Recientemente una ley que beneficia con exoneraciones
tributarias a casinos raya como un insulto contra la sociedad peruana. Además,
el escándalo de Edwin Oviedo con las azucareras lambayecanas apunta a que va a
arrastrar a un par de conocidos congresistas. Veremos el curso de las acciones
y esperamos que sus demás colegas no terminen por blindarlos como ya se hizo
con uno de ellos en el escándalo Los cuellos blancos del puerto. Pero tenemos
otros sonados casos como Moisés Mamani, Yesenia Ponce, Edwin Donayre, Benicio
Ríos; pareciera que las fuerzas políticas se dedicaran a buscar personajes de
extraña catadura que casi rayan con la escoria social.
La segunda advertencia observa
las fuentes económicas. Las fuertes evidencias de corrupción y el manejo
soterrado de malas prácticas de la empresa Odebrecht han escandalizado a la
sociedad (no solo peruana); esta empresa destinaba dinero sucio de manera
directa o indirecta interfiriendo en la transparencia de un proceso electoral.
En los tentáculos de su acción corruptiva, involucró a muchos directivos de la
Confiep, durante determinados periodos electorales, quienes fueron canales de
inversión de la empresa brasileña para engrosar la caja chica (o grande) de
determinados partidos políticos (como FP, Partido Nacionalista Peruano o el
APRA) en campañas electorales.
Este claro mensaje debe de ser
punto de partida para democratizar los partidos, sumidos aún en el cacicazgo,
unilateralidad, verticalidad o la visión de tratarlo como su chacrita familiar.
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