Entre muertos vivientes y
personajes que se escurren por embajadas, se viene galopante el referéndum este
domingo 09 de diciembre. Todo, en un ambiente insospechado hace un año, cuando el
otrora partido fuerte naranja mangoneaba a su gusto y disgusto la política de
un débil PPK, acorralado por una suerte de jauría naranja cuya consigna era
torpedear la estabilidad de la nación y todas sus actividades. La renuncia de
este en marzo de este año nos daba un panorama sombrío plagado de evidentes
hechos escandalosos de corrupción, ocultos por un Poder Judicial plagado de
jueces corruptos, aliados al hampa u otras formas ilegales que buscaban cubrirse
las espaldas en este alicaído poder del Estado. Dos semanas antes del discurso
del nuevo Presidente, Martín Vizcarra, estalla el escándalo de Los cuellos
blancos del puerto, banda a la que pertenecían muchos magistrados, encargados
de limpiar la cochinada de diversos políticos (varios congresistas han sido
escandalosamente blindados), empresarios corruptos y una gama de personaje que
removieron en ese entonces a Fuerza Popular. En ese contexto, un envalentonado (y, en
cierta forma, presionado) Martín Vizcarra dio su discurso de orden que cayó
como un baldazo de agua fría a muchos congresistas que reaccionaron rasgándose
las vestiduras y tomando poses desafiantes contra el discurso y el mismo
Presidente. Pero desde ese entonces y faltando solo una semana, el panorama es totalmente diferente al
momento de la renuncia de PPK: los escándalos no dejan de estallar y
sorprenden, desacreditando a toda una clase política tan mal vista por la
sociedad civil, pese a todas las argucias y leguleyadas que rayan con el
absurdo para tratar de parecer dignos de la vestidura que se les otorgó tras
las elecciones presidenciales del 2016. El referéndum es, pues, producto de
esta fuerte crisis institucional que exigen la debida corrección con el fin de
hacer marchar al país y la sociedad con instituciones sanas, calidad de la que
no gozan ahora.
Las 4 preguntas apuntan a
justificar por mandato popular cuatro reformas que se ponen en consulta a la
población: 1) la aprobación de la reforma constitucional sobre la conformación
y funciones de la Junta Nacional de Justicia (antes Consejo Nacional de la
Magistratura); 2) La aprobación de la reforma constitucional que regula el
financiamiento de organizaciones políticas; 3) La aprobación de la reforma
constitucional que prohíbe la reelección inmediata de parlamentarios de la
República; y 4) La aprobación de la reforma constitucional que establece la
bicameralidad en el Congreso de la República. Todas estas consultas se hacen,
en cierta manera, para refundar el aparato estatal al cual pertenecen el
corrupto Poder Judicial y el Congreso de la República, espacio al cual acceden
los candidatos de diversos partidos políticos que participan en diversas
contiendas electorales.
La primera pregunta ataca de
raíz el podrido sistema judicial de donde saltó el primer grueso caso de
corrupción que ha dejado tambaleantes a congresistas (Becerril, el más
notorio), jueces (el más sonado, Hinostroza, quien osadamente fugó del país),
empresarios (Camayo, Orellana, entre los más “destacados”), hombres de medios,
incluso deportistas (Cubillas huyó del país). Entre el grupo de jueces y
magistrados aún hay personas que pueden salvar la dignidad de este poder
estatal, pues un puñado de ellos no solo han descabezado esa banda, sino que ha
puesto contra las cuerdas a personajes de dudosa reputación como la lideresa
Keiko Fujimori y el escurridizo Alan García Pérez.
La segunda cae por su peso.
Ante las gruesas evidencias escandalosas de financiamientos oscuros, como el
que estamos viendo en Fuerza Popular y sus raros aportes y cócteles, urge a la sociedad
peruana controlar a los partidos que surgen para copar poderes y luego
justificar situaciones irregulares delictivas como el narcotráfico, lavado de
activos, minería ilegal (acaba de estallar un escándalo que involucra a otra
congresista de FP) y otras actividades ilícitas que han permitido que la
corrupción haya crecido de manera alarmante. La proliferación de partidos hasta
de carácter familiar, carente de ideología y de cuadros adecuados es otra de
las razones por las cuales surge este reclamo. Por otro lado, la gente habla de
retracción de la inversión en nuestro país, y una de estas causas es la
evidencia de pagos groseros de coimas, actividad que realizó a manos abiertas
Odebrecht. Hay empresas honestas que no quieren caer en ese juego de pagar
tajadas, sobres cerrados, ayudas indirectas, terrenos, departamentos, piscinas,
un largo etcétera. Si ahora, hasta los muertos aportan a los fondos
partidarios.
La tercera es una llamada de
atención a los partidos políticos, improvisados estos, de no haber formado
cuadros que puedan suplir a sus actuales representantes (muchos de ellos
bastante mediocres, por decir lo menos) que han terminado por anquilosarse en una
curul. Incluso se debe de trabajar, a mi modo de ver, con congresistas que sean
residentes en la región, ya que muchos solo usaron un cupo partidario para
acceder al poder sin conocer nuestra realidad. Me viene a la memoria gente como
Doris Sánchez u Octavio Salazar, este último congresista por La Libertad sin
residir en nuestra ciudad. Por esta propuesta de reforma urgente, los congresistas
actuales han generado a través, como siempre, de leguleyadas una propuesta por
la que se debilita y desvirtúa la cuarta propuesta de reforma: la
bicameralidad. Con el fin de entornillarse en el Congreso, han creado una
figura de tal manera que a todos aquellos personajes cuestionados por su
comportamiento, encubrimiento, dejadez o corrupción amenacen con su reelección.
Prácticamente, salvo aquellos congresistas actuales o los que simpaticen por
ellos, el rechazo de la mayoría hacia esta reforma se ve venir.
Como sociedad, los peruanos
tenemos una gran oportunidad para generar cambios relevantes en el mundo
estatal.
Pero esos cambios no serán
sustanciales si nosotros, como ciudadanos interesados y afectados, no nos
organizamos para monitorear dichas reformas y, a futuro, a las autoridades
electas; no basta que haya un mundo virtual que esté denunciando diversas
fechorías y un grupo de ciudadanos que se fajen en esta lucha contra los
corruptos enfrentando a cuanto personaje oprobioso ha cruzado por nuestro
camino político. Es importante que nosotros también estemos apoyando las
reformas como sociedad civil. A fin de cuentas, es para nosotros que se
realizan las mismas. Comencemos por participar en estas elecciones y marcar
correctamente este simple cuestionario de 4 preguntas. Quizá tengamos un
bicentenario deslumbrante, después de todo.