Quiero compartir esta reflexión personal mayormente descriptiva y reflexiva, presentándoles una serie de situaciones en las que está inmersa la educación nacional peruana en todos los niveles. Esto es: escolar en sus tres niveles, el cual “arroja” a la sociedad un estereotipo de graduado (generalizado) y que ingresa al nivel universitario de pregrado y post grado. Estos datos son los que hemos compartido en una reunión entre directores de colegios del norte del país y las universidades representadas por personas que están involucradas en los procesos de admisión en cada una de ellas que le tocó representar. Como es sabido por la mayoría de docentes el hecho de trabajar en una universidad con ciertas características económicas que podrían influir en lo social, educativo y cultural (aunque estos dos últimos términos ya están implícitos en la palabra “social”) podrían marcar diferencias notables de alumnos en su comunicación; pero lejos de tener muchas diferencias entre estas características (pues estaban las universidades nacionales de otras ciudades del norte peruano, como las privadas de corte religioso y laico) la visión que se tiene del alumno que ha egresado de un colegio de nuestro sistema educativo público o privado, más que de profundas diferencias, éste tiene, para bien o para mal, muchas características comunes. Hay un antiguo proverbio árabe que se pierde en el tiempo “el hombre se parece más a su tiempo que a sus padres”. Esta inmensa sabiduría ancestral nunca ha sido tan correctamente validada como lo es en la actualidad en el mundo de las comunicaciones masivas, creando la “generación.com”. La crisis que ha tocado vivir a varias personas en su niñez, la famosa generación X, está tocando a su fin y ahora estamos presenciando una verdadera revolución del ser humano con el cual vamos a trabajar en el futuro. La crisis desatada por la consciencia del “Si condicional” en la generación precedente está siendo “atenuada” por un proceso sutil de individualización extrema y un pragmatismo impresionante, que los debe hacer reflexionar y que luego de presentar los detalles por los que escribo esto, debemos concluir para dejar puertas y ventana abiertas a su reflexión personal para cuando ya estén pisando de manera decisiva aulas en los espacios que les toque dictar su cátedra (desde la más pequeña hasta las aulas universitarias)
Ante el tipo de postulante que llega a todas las universidades, debemos actuar con ciertos criterios. Un cachimbo en la actualidad:
· Es un experto en manejar diversas herramientas tecnológicas. Cierto es, no importa la condición de un chico de la ciudad de casi todos los estratos sociales; el adolescente se enfrenta a una computadora con una facilidad sorprendente, más aún si quiere comunicarse o informarse
· Crece en un espacio de marcado individualismo y excesiva competencia. El alumno vive la cultura de la recompensa, el estímulo excesivo por objetivos concretos y una competencia feroz para obtener reconocimientos que más allá de estimular el conocimiento, estimula el ego del estudiante, empleando algunas veces mecanismos no justos para lograr los mismos, por ejemplo: falta de solidaridad
· Vive en un mundo de la cultura de lo rápido, útil y rentable. De lo anterior, se entiende cada vez más que el adolescente se muestre frío, utilitario; en realidad, es algo que el sistema socioeconómico está haciendo de él y el sistema educativo, a través de los docentes, incita al alumno a actuar así. No hay que olvidar que el alumno imita lo que los adultos hacen hasta que tienen la capacidad de discernir por ellos solos.. espero.
· Posee acceso a excesiva información sin criterios de investigación. El mundo de la información global ha entrado a la casa del adolescente, ya no sólo la TV, sino esa poderosa herramienta: la Internet. Esta herramienta, mal usada, vista desde los criterios anteriores, es peligrosa por el facilismo y los aún escasos mecanismos de tamizar con coherencia y discriminación efectiva, toda la información a la cual uno accede.
· Inmadurez emocional debido a su edad. De lo anterior, una excelente oportunidad es la de poder influir, espero positivamente, en un ser humano que está formando su escala de valores; el adolescente toma diversas referencias en las que un docente o adulto juega un papel importante; también, y ahí el peligro, juega un rol gravitacional los medios de comunicación.
· Simplifica sus formas de comunicación potenciando lo oral y lo iconográfico. Del punto anterior y lo que motiva el tema central de reflexión de esta exposición, se desprende esta sorprendente característica que está revolucionando el mundo de la comunicación escrita a grados insospechados y que se podría presagiar un cambio drástico en la escritura, apoyado por el soporte tecnológico. Esto se traslada a los aprendizajes de lenguas, en cierta manera, gracias a la oralización de la escritura.
Este último punto es el que nos motivó a reflexionar intensamente entre colegas tanto del colegio como de la universidad en los que trabajo. Los años anteriores, la preocupación estaba centrada en el texto, confiando mucho en la palabra escrita, el texto vertebrado en palabras, en ideas, en párrafos, en microtextos y en macrotextos. Nuestros acercamientos a la lectura no eran tan traumáticos y en caso de no suceder no era generalmente por problemas lingüísticos, sino de otra índole como los económicos, políticos y sociales. Pero el mundo de la tecnología ha invadido todo y ha comenzado a generar una violenta y rápida transformación de las formas comunicativas, siendo la escrita la que mayor repercusión está teniendo. La palabra escrita se ha visto sometida en los últimos años a una presión incesante de la visión rápida que se tiene de la vida en la actualidad. La frase “TIME IS MONEY” ha transformado al ser humano en lo que somos y esta antigua ideología revitalizada en las últimas décadas está presionando hacia la transformación de un nuevo ser humano. Debemos ser más rápidos, efectivos y ahorradores. Todo es mensurable en términos económicos y bajo esa perspectiva, la educación se vio transformada en métodos masivos, rápidos y supuestamente efectivos. Además, en los últimos tiempos, la presencia de los medios masivos de comunicación como el chat ha originado un nuevo hábito de escritura, el cual se está extendiendo a los círculos más insospechados y a las nuevas propuestas de la R.A.L.E. Algunos ejemplos: el vocabulario castellano ha asimilado varias palabras inglesas del entorno de la computadora: ya no se “rastrea”, se “escanea”; otros casos patentes: la eliminación sistemática de la tilde ha originado una suerte de crisis en la misma a tal grado que uno puede encontrarse con textos como el siguiente: ¿esta esta en su casa? No es raro ver estos errores frecuentes en informes de personas que trabajan en redactar documentos (abogados, empleados, secretarias), o en todo aquel que usa la lengua escrita permanentemente como periodistas o docentes. Muchas veces el criterio extralingüístico ahonda este problema. Recuerden ustedes que el año 1994 TELEFÓNICA decidió sacar la tilde de su isotipo para adecuarlo al un supuesto estándar universal. Me pregunto si algún día los franceses han de sacar la ç del nombre de su idioma français. Volviendo al tema del chat, es interesante ver cómo nuestros jóvenes se comunican entre ellos y logran entenderse entre iconos, palabras abreviadas y frases entrecortadas. Pero hay que hacer una salvedad, ese lenguaje escrito que emplean no va más allá de mensajes contextuales y son denotativos. El problema que enfrentamos todas las universidades del país y del mundo es cuando el adolescente traslada ese manejo de escritura al plano de la redacción académica. Una vez que éste se topa con el trabajo intelectual se da cuenta de las innumerables herramientas que no recibió o postergó en su aprendizaje escolar. ¿Qué está pasando en las universidades? Muchas hemos adoptado procesos remediables, acercándolos desde diversas perspectivas, pero más ligados al mundo academicista clásico: por un lado la gramática y por otro lado, un mundo tan postergado como la Fonética y la Fonología.
Dudo que ustedes hayan recibido educación escolar con estas herramientas como es la fonética y la fonología; yo la recibí por primera vez en mis estudios de lenguas en 1977; esta ciencia que forma parte de la lingüística es una suerte de cenicienta a la cual se la ha tratado con poca importancia, ya que había priorización por un lado del lenguaje escrito y por otro lado, las escuelas que se centralizaron en el texto, teniendo una macrovisión de la comunicación. Los estudiosos de las escuelas de Moscú, Praga o Copenhague en cuanto a la materia sonoro, y con científicos como Trubetzkoy, Alarcos Llorach, Hjemslev y Jakobson, herederos de Ferdinand de Saussure, hicieron estudios sistemáticos y coherentes cuyos medios, más que los resultados, han sido tomados por otras ciencias sociales para poder ser aplicadas en sus materias de trabajo. Así palabras como PARADIGMA o ESTRUCTURALISMO, palabras que han sido más conocidas a través de la economía, sociología, psicología o antropología, deben sus orígenes y comprensión a la Lingüística, en especial la FONOLOGÍA. En países con una rica tradición cultural y con un movimiento de lenguas tan importante como los europeos, les permitió conocer las mismas por necesidad o curiosidad, más lo primero que lo último: la guerra, el comercio, el intercambio intelectual han sido grandes promotores de esta necesidad. Pero esta iba acompañada de una educación humanística que se centraba en el estudio de lenguas clásicas y de artes que trabajaban en el sonido como es la música. Estos saberes han sido descartados en los últimos tiempos por no ser “útiles”, mejor dicho, rentables, en las últimas décadas. Quizá ustedes no hayan tenido formación musical básica en sus respectivos colegios, dudo también que hayamos recibido en aulas una sólida formación de una lengua extranjera o autóctona de tal manera que nos haya permitido comparar ésa con la nuestra, con el castellano. No conocimos su sistema fonético y no conocimos el nuestro. La priorización de lo visual postergó a lo sonoro: aún hay docentes o personas ligadas al manejo de la lengua que llaman a la V corta, V dentilabial. Sabemos todos que ese sonido no se realiza en ninguna de las variedades del castellano actual, salvo, quizá, en aquellos que están fusionándose con el inglés (espánglish) o el portugués (portuñol). Un tema interesante de investigación. Pero es inaudito que aún haya docentes o locutores u hombres de teatro que digan cosas como /voįavivirmividakonunavaka/ (¿alguna vez han oído esa pronunciación?). En últimas capacitaciones que he realizado con docentes en esta área es para ellos un mundo nuevo. Hay un marcado desconocimiento del mundo fonético, esto es el lado concreto de lo fonológico, desconocen el mundo de los alófonos, por eso hay graves problemas en lo ortográfico. Ante este desconocimiento tenemos dos graves problemas en ciernes: el docente no tiene fundamentos para aplicar recursos con sus alumnos en caso de las asociaciones de sonido – grafía; por ejemplo /s/ y sus realizaciones: s, z, c. O /k/ y sus realizaciones: k, qu, c. Por otro lado, la forma cómo adecuamos nuestro pobre mundo vocálico (5) con lenguas como el inglés (11) o el francés (16). Un primer punto de observación de la formación de ustedes es, entonces, cuánta fonética conocen ustedes. ¿Han hecho fonética comparativa? ¿Cuánto manejan rasgos suprasegmentales como para trabajar la relación grupo fónico-signos de puntuación? Se acerca la agresiva enseñanza del chino y otras lenguas de inflexión tonemática, entonces ¿manejan los tonemas de manera adecuada? Esto se ve enriquecido con carácter práctico en el mundo del paralenguaje, pero ahora se torna vital con la presencia avasalladora de esta nueva lengua.
De la última reflexión viene mi última observación. Las escuelas pragmáticas anglosajonas, como la pragmalingüística, hablemos de John Lyons, Teun Van Dijk, influidos por la visión de Noam Chomsky, se centraron en el texto, el acto performativo y el carácter actancial de la lengua. Chomsky tuvo otra visión, más preocupado por crear una gramática universal en la cual se ha trabajado mucho. La GGT parte de un supuesto universal mental colectivo, cuyas manifestaciones son las lenguas. Esto es lo ideal perfecto, puesto que según la teoría, nuestra capacidad transformativa nos permitiría “asimilar” fácilmente el manejo de una nueva lengua; parcialmente es cierto, ya que el uso rudimentario de una que se desee aprender nos exige cosas muy básicas para el propósito comunicativo; en los 60 aparecieron con un carácter de solución práctica y rápida aquellos pequeños textos que decían “aprenda inglés en 10 días”, todo esto viene del carácter expeditivo de la segunda Guerra Mundial, momento en el que había que aprender idiomas involucrados en el gran conflicto mundial; pero, ojalá haya pues un texto que me diga “aprenda chino mandarín en 5 días”. Ya nos veremos en Beijing haciendo el ridículo con nuestras simpáticas frases hechas para vivir nuestra sinoexperiencia. El acercamiento a una lengua es un proceso complejo que demanda un sólido conocimiento de la nuestra, no para impedir la aprehensión de la nueva, sino para entender el mundo que subyace tras la gramática de la misma. Sé que el sentido “rápido y barato” va en contra de la revitalización de una formación humanística en el aprendizaje de la lengua, esto es, conocer a la cultura y no sólo la lengua; esto lo tienen claro los traductores. El conocer un verbo no implica un conocimiento estático, sino que entra en una viva relación con una serie de actores de lo que lengua es, un sistema vivo en pequeñas modificaciones que se cimentan en sus estructuras. Por eso, la gramática no es el congelamiento de la misma, sino un conocimiento hermenéutico dinámico que implica su pasado y su proyección; veamos el castellano, una de las lenguas más dinámicas; nuestro saber intuitivo lingüístico adecua términos nuevos con facilidad para su uso y usamos esquemas paradigmáticos para hacerlos castellanos, he ahí el caso del término “escanear”. La teoría chomskiana exacerbada puede dejar a un niño desvalido en el conocimiento de su lengua; todos hablamos, de ahí a que todos manejemos la lengua correctamente hay una buena distancia. La presión para rescatar el aprendizaje casi minimalista de la lengua viene por la exigencia de conocer más idiomas, sobre todo aquellas con las cuales tenemos marcadas diferencias: preguntas como ¿Cuál es el verbo en chino? ¿Cómo es el objeto directo en coreano? ¿Por qué en ruso matar a un hombre es en acusativo y a una mujer en dativo? ¿Por qué el quechua usa un sufijador –qa? Son preguntas que saltan, la ignorancia entorpece el fácil acceso a la comprensión de la misma. Que un joven no reconozca un sustantivo, tiene duras implicancias en su vocabulario y su comprensión lectora; es un proceso lento para explicar pero lo he comprobado sobre todo en personas que deben manejar correctamente la lengua como docentes y abogados. El desconocimiento de las categorías gramaticales y sus funciones de la lengua materna no sólo se evidencia en el momento de mejorar un documento en su redacción o mejorar el estilo, sino cuando uno aprende una lengua extranjera. Es como una suerte de encuentro que exige a ambos un conocimiento gramatical de nuestras propias lenguas. Y esta situación es árida entre nuestros alumnos. Personalmente, el haberme acercado a todo tipo de lengua exigió en mí conocer más de la mía, acercarse a todo el mundo lingüístico.
La presencia de profesores nativos que residen en nuestro país es una gran fortaleza con la que un alumno de lenguas cuenta. El manejo que yo pueda tener de una lengua extranjera no es el mismo que un nativo; este viene con todo un bagaje no sólo idiomático, sino cultural que es manifestado a través de la lengua, y es gracias a él o ella que me acercamiento es más efectivo que con un “compatriota” lingüístico. Y esta situación también nos hace ver cuántas carencias y deficiencias tenemos.
Para concluir esta reflexión, enuncio lo siguiente: es verdad que el decir que uno sabe un idioma es un eufemismo de una realidad más prosaica: un profesional sólo utiliza una parte de un idioma, generalmente para leer. El hablar y oír le son desconocidos por una serie de motivos, ya que no tiene esa preparación la cual hemos descrito anteriormente. Un conocimiento serio de una lengua parte del sólido conocimiento que se tenga de la nuestra; luego el hablar con un nativo de una lengua foránea por varios meses durante 15 a 20 horas semanales nos acercará más a la lengua que quiero conocer y aprender, sea para enseñarla, hacer traducción o el manejo profundo que la den a la que han aprendido. Estos son requisitos básicos de su formación, y si han faltado, de su complementación.
Ante el tipo de postulante que llega a todas las universidades, debemos actuar con ciertos criterios. Un cachimbo en la actualidad:
· Es un experto en manejar diversas herramientas tecnológicas. Cierto es, no importa la condición de un chico de la ciudad de casi todos los estratos sociales; el adolescente se enfrenta a una computadora con una facilidad sorprendente, más aún si quiere comunicarse o informarse
· Crece en un espacio de marcado individualismo y excesiva competencia. El alumno vive la cultura de la recompensa, el estímulo excesivo por objetivos concretos y una competencia feroz para obtener reconocimientos que más allá de estimular el conocimiento, estimula el ego del estudiante, empleando algunas veces mecanismos no justos para lograr los mismos, por ejemplo: falta de solidaridad
· Vive en un mundo de la cultura de lo rápido, útil y rentable. De lo anterior, se entiende cada vez más que el adolescente se muestre frío, utilitario; en realidad, es algo que el sistema socioeconómico está haciendo de él y el sistema educativo, a través de los docentes, incita al alumno a actuar así. No hay que olvidar que el alumno imita lo que los adultos hacen hasta que tienen la capacidad de discernir por ellos solos.. espero.
· Posee acceso a excesiva información sin criterios de investigación. El mundo de la información global ha entrado a la casa del adolescente, ya no sólo la TV, sino esa poderosa herramienta: la Internet. Esta herramienta, mal usada, vista desde los criterios anteriores, es peligrosa por el facilismo y los aún escasos mecanismos de tamizar con coherencia y discriminación efectiva, toda la información a la cual uno accede.
· Inmadurez emocional debido a su edad. De lo anterior, una excelente oportunidad es la de poder influir, espero positivamente, en un ser humano que está formando su escala de valores; el adolescente toma diversas referencias en las que un docente o adulto juega un papel importante; también, y ahí el peligro, juega un rol gravitacional los medios de comunicación.
· Simplifica sus formas de comunicación potenciando lo oral y lo iconográfico. Del punto anterior y lo que motiva el tema central de reflexión de esta exposición, se desprende esta sorprendente característica que está revolucionando el mundo de la comunicación escrita a grados insospechados y que se podría presagiar un cambio drástico en la escritura, apoyado por el soporte tecnológico. Esto se traslada a los aprendizajes de lenguas, en cierta manera, gracias a la oralización de la escritura.
Este último punto es el que nos motivó a reflexionar intensamente entre colegas tanto del colegio como de la universidad en los que trabajo. Los años anteriores, la preocupación estaba centrada en el texto, confiando mucho en la palabra escrita, el texto vertebrado en palabras, en ideas, en párrafos, en microtextos y en macrotextos. Nuestros acercamientos a la lectura no eran tan traumáticos y en caso de no suceder no era generalmente por problemas lingüísticos, sino de otra índole como los económicos, políticos y sociales. Pero el mundo de la tecnología ha invadido todo y ha comenzado a generar una violenta y rápida transformación de las formas comunicativas, siendo la escrita la que mayor repercusión está teniendo. La palabra escrita se ha visto sometida en los últimos años a una presión incesante de la visión rápida que se tiene de la vida en la actualidad. La frase “TIME IS MONEY” ha transformado al ser humano en lo que somos y esta antigua ideología revitalizada en las últimas décadas está presionando hacia la transformación de un nuevo ser humano. Debemos ser más rápidos, efectivos y ahorradores. Todo es mensurable en términos económicos y bajo esa perspectiva, la educación se vio transformada en métodos masivos, rápidos y supuestamente efectivos. Además, en los últimos tiempos, la presencia de los medios masivos de comunicación como el chat ha originado un nuevo hábito de escritura, el cual se está extendiendo a los círculos más insospechados y a las nuevas propuestas de la R.A.L.E. Algunos ejemplos: el vocabulario castellano ha asimilado varias palabras inglesas del entorno de la computadora: ya no se “rastrea”, se “escanea”; otros casos patentes: la eliminación sistemática de la tilde ha originado una suerte de crisis en la misma a tal grado que uno puede encontrarse con textos como el siguiente: ¿esta esta en su casa? No es raro ver estos errores frecuentes en informes de personas que trabajan en redactar documentos (abogados, empleados, secretarias), o en todo aquel que usa la lengua escrita permanentemente como periodistas o docentes. Muchas veces el criterio extralingüístico ahonda este problema. Recuerden ustedes que el año 1994 TELEFÓNICA decidió sacar la tilde de su isotipo para adecuarlo al un supuesto estándar universal. Me pregunto si algún día los franceses han de sacar la ç del nombre de su idioma français. Volviendo al tema del chat, es interesante ver cómo nuestros jóvenes se comunican entre ellos y logran entenderse entre iconos, palabras abreviadas y frases entrecortadas. Pero hay que hacer una salvedad, ese lenguaje escrito que emplean no va más allá de mensajes contextuales y son denotativos. El problema que enfrentamos todas las universidades del país y del mundo es cuando el adolescente traslada ese manejo de escritura al plano de la redacción académica. Una vez que éste se topa con el trabajo intelectual se da cuenta de las innumerables herramientas que no recibió o postergó en su aprendizaje escolar. ¿Qué está pasando en las universidades? Muchas hemos adoptado procesos remediables, acercándolos desde diversas perspectivas, pero más ligados al mundo academicista clásico: por un lado la gramática y por otro lado, un mundo tan postergado como la Fonética y la Fonología.
Dudo que ustedes hayan recibido educación escolar con estas herramientas como es la fonética y la fonología; yo la recibí por primera vez en mis estudios de lenguas en 1977; esta ciencia que forma parte de la lingüística es una suerte de cenicienta a la cual se la ha tratado con poca importancia, ya que había priorización por un lado del lenguaje escrito y por otro lado, las escuelas que se centralizaron en el texto, teniendo una macrovisión de la comunicación. Los estudiosos de las escuelas de Moscú, Praga o Copenhague en cuanto a la materia sonoro, y con científicos como Trubetzkoy, Alarcos Llorach, Hjemslev y Jakobson, herederos de Ferdinand de Saussure, hicieron estudios sistemáticos y coherentes cuyos medios, más que los resultados, han sido tomados por otras ciencias sociales para poder ser aplicadas en sus materias de trabajo. Así palabras como PARADIGMA o ESTRUCTURALISMO, palabras que han sido más conocidas a través de la economía, sociología, psicología o antropología, deben sus orígenes y comprensión a la Lingüística, en especial la FONOLOGÍA. En países con una rica tradición cultural y con un movimiento de lenguas tan importante como los europeos, les permitió conocer las mismas por necesidad o curiosidad, más lo primero que lo último: la guerra, el comercio, el intercambio intelectual han sido grandes promotores de esta necesidad. Pero esta iba acompañada de una educación humanística que se centraba en el estudio de lenguas clásicas y de artes que trabajaban en el sonido como es la música. Estos saberes han sido descartados en los últimos tiempos por no ser “útiles”, mejor dicho, rentables, en las últimas décadas. Quizá ustedes no hayan tenido formación musical básica en sus respectivos colegios, dudo también que hayamos recibido en aulas una sólida formación de una lengua extranjera o autóctona de tal manera que nos haya permitido comparar ésa con la nuestra, con el castellano. No conocimos su sistema fonético y no conocimos el nuestro. La priorización de lo visual postergó a lo sonoro: aún hay docentes o personas ligadas al manejo de la lengua que llaman a la V corta, V dentilabial. Sabemos todos que ese sonido no se realiza en ninguna de las variedades del castellano actual, salvo, quizá, en aquellos que están fusionándose con el inglés (espánglish) o el portugués (portuñol). Un tema interesante de investigación. Pero es inaudito que aún haya docentes o locutores u hombres de teatro que digan cosas como /voįavivirmividakonunavaka/ (¿alguna vez han oído esa pronunciación?). En últimas capacitaciones que he realizado con docentes en esta área es para ellos un mundo nuevo. Hay un marcado desconocimiento del mundo fonético, esto es el lado concreto de lo fonológico, desconocen el mundo de los alófonos, por eso hay graves problemas en lo ortográfico. Ante este desconocimiento tenemos dos graves problemas en ciernes: el docente no tiene fundamentos para aplicar recursos con sus alumnos en caso de las asociaciones de sonido – grafía; por ejemplo /s/ y sus realizaciones: s, z, c. O /k/ y sus realizaciones: k, qu, c. Por otro lado, la forma cómo adecuamos nuestro pobre mundo vocálico (5) con lenguas como el inglés (11) o el francés (16). Un primer punto de observación de la formación de ustedes es, entonces, cuánta fonética conocen ustedes. ¿Han hecho fonética comparativa? ¿Cuánto manejan rasgos suprasegmentales como para trabajar la relación grupo fónico-signos de puntuación? Se acerca la agresiva enseñanza del chino y otras lenguas de inflexión tonemática, entonces ¿manejan los tonemas de manera adecuada? Esto se ve enriquecido con carácter práctico en el mundo del paralenguaje, pero ahora se torna vital con la presencia avasalladora de esta nueva lengua.
De la última reflexión viene mi última observación. Las escuelas pragmáticas anglosajonas, como la pragmalingüística, hablemos de John Lyons, Teun Van Dijk, influidos por la visión de Noam Chomsky, se centraron en el texto, el acto performativo y el carácter actancial de la lengua. Chomsky tuvo otra visión, más preocupado por crear una gramática universal en la cual se ha trabajado mucho. La GGT parte de un supuesto universal mental colectivo, cuyas manifestaciones son las lenguas. Esto es lo ideal perfecto, puesto que según la teoría, nuestra capacidad transformativa nos permitiría “asimilar” fácilmente el manejo de una nueva lengua; parcialmente es cierto, ya que el uso rudimentario de una que se desee aprender nos exige cosas muy básicas para el propósito comunicativo; en los 60 aparecieron con un carácter de solución práctica y rápida aquellos pequeños textos que decían “aprenda inglés en 10 días”, todo esto viene del carácter expeditivo de la segunda Guerra Mundial, momento en el que había que aprender idiomas involucrados en el gran conflicto mundial; pero, ojalá haya pues un texto que me diga “aprenda chino mandarín en 5 días”. Ya nos veremos en Beijing haciendo el ridículo con nuestras simpáticas frases hechas para vivir nuestra sinoexperiencia. El acercamiento a una lengua es un proceso complejo que demanda un sólido conocimiento de la nuestra, no para impedir la aprehensión de la nueva, sino para entender el mundo que subyace tras la gramática de la misma. Sé que el sentido “rápido y barato” va en contra de la revitalización de una formación humanística en el aprendizaje de la lengua, esto es, conocer a la cultura y no sólo la lengua; esto lo tienen claro los traductores. El conocer un verbo no implica un conocimiento estático, sino que entra en una viva relación con una serie de actores de lo que lengua es, un sistema vivo en pequeñas modificaciones que se cimentan en sus estructuras. Por eso, la gramática no es el congelamiento de la misma, sino un conocimiento hermenéutico dinámico que implica su pasado y su proyección; veamos el castellano, una de las lenguas más dinámicas; nuestro saber intuitivo lingüístico adecua términos nuevos con facilidad para su uso y usamos esquemas paradigmáticos para hacerlos castellanos, he ahí el caso del término “escanear”. La teoría chomskiana exacerbada puede dejar a un niño desvalido en el conocimiento de su lengua; todos hablamos, de ahí a que todos manejemos la lengua correctamente hay una buena distancia. La presión para rescatar el aprendizaje casi minimalista de la lengua viene por la exigencia de conocer más idiomas, sobre todo aquellas con las cuales tenemos marcadas diferencias: preguntas como ¿Cuál es el verbo en chino? ¿Cómo es el objeto directo en coreano? ¿Por qué en ruso matar a un hombre es en acusativo y a una mujer en dativo? ¿Por qué el quechua usa un sufijador –qa? Son preguntas que saltan, la ignorancia entorpece el fácil acceso a la comprensión de la misma. Que un joven no reconozca un sustantivo, tiene duras implicancias en su vocabulario y su comprensión lectora; es un proceso lento para explicar pero lo he comprobado sobre todo en personas que deben manejar correctamente la lengua como docentes y abogados. El desconocimiento de las categorías gramaticales y sus funciones de la lengua materna no sólo se evidencia en el momento de mejorar un documento en su redacción o mejorar el estilo, sino cuando uno aprende una lengua extranjera. Es como una suerte de encuentro que exige a ambos un conocimiento gramatical de nuestras propias lenguas. Y esta situación es árida entre nuestros alumnos. Personalmente, el haberme acercado a todo tipo de lengua exigió en mí conocer más de la mía, acercarse a todo el mundo lingüístico.
La presencia de profesores nativos que residen en nuestro país es una gran fortaleza con la que un alumno de lenguas cuenta. El manejo que yo pueda tener de una lengua extranjera no es el mismo que un nativo; este viene con todo un bagaje no sólo idiomático, sino cultural que es manifestado a través de la lengua, y es gracias a él o ella que me acercamiento es más efectivo que con un “compatriota” lingüístico. Y esta situación también nos hace ver cuántas carencias y deficiencias tenemos.
Para concluir esta reflexión, enuncio lo siguiente: es verdad que el decir que uno sabe un idioma es un eufemismo de una realidad más prosaica: un profesional sólo utiliza una parte de un idioma, generalmente para leer. El hablar y oír le son desconocidos por una serie de motivos, ya que no tiene esa preparación la cual hemos descrito anteriormente. Un conocimiento serio de una lengua parte del sólido conocimiento que se tenga de la nuestra; luego el hablar con un nativo de una lengua foránea por varios meses durante 15 a 20 horas semanales nos acercará más a la lengua que quiero conocer y aprender, sea para enseñarla, hacer traducción o el manejo profundo que la den a la que han aprendido. Estos son requisitos básicos de su formación, y si han faltado, de su complementación.
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