Terremotos varios han asolado
diversas partes del mundo. Terremotos físicos que han matado a cientos de
personas, como los sucedidos lamentablemente en México, y terremotos políticos
que matan la credibilidad en sistemas políticos, como va sucediendo en nuestro
ya venido a menos Congreso de la República. El tratamiento de ambos y sus
consecuencias tomarán un largo tiempo para entender plenamente lo que estos
significan para la sociedad peruana en su conjunto.
En el primer caso, los
potentes sismos con sus lamentables consecuencias, que hasta la fecha ya tiene
casi tres centenas de fallecidos, han sido manipulados por los medios de
comunicación formales e informales de una manera poco ponderada hasta
escandalosa y fraudulenta como la noticia no confirmada por medios noticiosos
que pusieron en aprietos a cadenas como Televisa en el caso de la “niña Frida
Sofía”, o el uso incorrecto de
instituciones prestigiosas (como la ONU) para difundir noticias alarmistas de
un megasismo. Los medios noticiosos peruanos han usado esta noticia con más
carácter alarmista que la ponderación para una población que ha entrado en una
situación de pánico discretamente contendido. La noticia vende, no importa
cómo. Pero también es una clara advertencia al boom de la construcción
de nuestro país que aún no han pasado una verdadera prueba de fuego como la que
ya han vivido países como Chile, Ecuador y ahora México. En situaciones como
estas, la corrupción juega muchas veces
el papel más criminal en la suma de muertos, heridos y damnificados. El sismo
de Pisco del 2007 mostró las claras ineficiencias del gobierno de entonces y
una década después la ciudad muestra sus heridas en pleno boom de la
construcción y prosperidad económica. La ayuda de la Venezuela de entonces fue
mucho más efectiva, concreta y silenciosa; construyó 100 casas dignas, llamadas
Petrocasas. Vergüenza ajena.
El caso de los hermanos
Fujimori es un sismo silencioso cuyas consecuencias están bajo expectativas
insospechadas. La mayoría partidaria de este Congreso está contemplando, como
un encuentro de pingpong, un desenlace que le va a costar la cabeza a uno de
los dos hermanos, una verdadera brega fratricida. En un partido carente de ideología y petardero de
la democracia formal, hay situaciones que podrían generar una escisión en este
partido lleno de oportunistas y trásfugas. De darse el cuestionado indulto a
Fujimori, los keikistas se verían en una situación embarazosa en cuanto a su
lealtad a la actual lideresa, quien los maneja a su voluntad. En el fondo,
Keiko y sus seguidores confían que PPK no conceda la gracia de la libertad a
Alberto Fujimori, pues generaría una verdadera crisis de liderazgo; Keiko,
amante del poder, envía a sus cancerberos para atacar a su hermano Kenji. No
cabe duda que este sismo sí traerá estragos a un partido unido por intereses
como el miedo, el chantaje y la bravuconería.