Sábado 10: último día en
Piura. María tenía clases en la universidad, por lo que César, su amigo y yo
íbamos a dar una vuelta por la ciudad en sí y Catacaos. Generalmente, muchas
veces usamos a la ciudad como una especie de dormitorio para ir a conocer sus
alrededores sin conocer mucho de los secretos que la ciudad encierra en sí. Eso
pasa con Cusco (o Cuzco), ciudad que visitas de manera relámpago y que, por
acuerdo con mis amigos de la PUCP, a inicios de este año que muere recorrimos
con calma la ciudad con sus bellas calles, casas e iglesias. Y aún así fue
insuficiente. Bueno, eso decidimos hacer con Piura en este día; pero también
iba a tener momentos de decepción y frustración como pasaremos a detallar.
María se fue temprano a
trabajar. Un taxi de confianza la lleva y recoge como lo solía hacer durante
las semanas que ha ido a trabajar a Piura. Coordiné con César para que arreglen
sus cosas y pueda dejarlas luego en nuestro cuarto antes de viajar. Por razones
de coordinación, César ya no iba a retornar a Tumbes sino tenía que viajar a
Trujillo. Cosas del raro azar. Nos fuimos a tomar desayuno a otro lugar cercano
de una playa de estacionamiento donde dejamos la camioneta: Don Parce en la
calle Arequipa (calle donde viví mi niñez y de la que recuerdo poco). Este Don
Parce era de la cadena de El Parcelero y parece que tuvieron desavenencias
económicas y cada uno por su lado. El restaurante está en pleno corazón de la
ciudad, al frente del centro comercial Plaza del Sol. El desayuno estuvo
bastante bueno. Piura es una ciudad que tiene una oferta gastronómica
relevante; estos tres días lo demostraron. Luego de pagar la cuenta, nos fuimos
a nuestro primer objetivo: la casa de Don Miguel Grau.
Miguel Grau es uno de los
principales héroes marinos de nuestra nación (https://www.biografiasyvidas.com/biografia/g/grau_miguel.htm). La
Marina de Guerra se ha hecho responsable de la restauración y cuidado de esta
casa museo, que es un verdadero santuario (https://www.marina.mil.pe/es/cultura/museos/casa-grau-piura/). La
visité hace un par de décadas y cada vez que iba, retornaba a visitarla. Entró
en una etapa de restauración tras el terremoto de 1912 (hay una buena profusión
fotográfica de cómo quedó la casa) y ahora se la ve con una mejor museografía,
infografía amable y didáctica, y bastante primor para su cuidado. Esta casa en
realidad no perteneció a Grau, sino a su abuelo materno. Grau radicó en Lima
por lo que la información personal también se encuentra en la casa que residió
hasta el último año de vida (https://www.marina.mil.pe/es/cultura/museos/casa-grau-lima/). La
casa de Piura tiene una serie de fotos muy íntimas como la del héroe y sus
hijos (8 en total); la casa muestra cómo era un hogar piurano a fines del siglo
XIX. Su pequeño patio tiene una estatua de Don Miguel; algunos turistas se
sientan para tomarse fotos como uno lo puede hacer también en la casa de César
Vallejo en Santiago de Chuco. Momentos simpáticos para reforzar la memoria de una
nación que necesita a gritos patrones o modelos de conducta. Un detalle que sí
me entristeció era ver en el patio que está rodeado de algunos edificios que no
tienen enlucido (como en todo en nuestro país); eso desmejora la estética de
tan simpático rincón.
De ahí en adelante iba a tener una cadena de desilusiones
en la ciudad. Nos fuimos hacia la Plaza de Armas a tomar unas cuantas fotos.
En el 2014, estuvimos en el Museo BCRP que tiene una colección
muy buena de huacos Vicús, además de pinturas de Ignacio Merino (https://www.deperu.com/cultural/museos/museo-del-bcr-piura-2149); sin
embargo, por ser sábado estaba cerrado. Igualmente, los días anteriores por ser
días feriados. Una forma de desalentar un turismo externo que llega, muchas
veces, a la ciudad no precisamente en días laborables. Me quedaré con el
recuerdo de aquella visita. Luego nos fuimos caminando a la pequeña iglesia de
San Francisco. Entre los jirones Callao y Lima, tiene un pequeño atrio y frente
a su entrada principal una bella casa que se va arruinando lentamente. Esta
pequeña iglesia está ligada a la independencia de Piura en el contexto de la
independencia de la Intendencia de Trujillo que el 2020 celebró el
Bicentenario. Los planos de la iglesia pertenecieron a Don Martínez de
Compagnon. (https://www.arzobispadodepiura.org/templos-de-piura-y-tumbes/iglesia-san-francisco/). Esta
iglesia fue declarada monumento histórico en 1969 durante el gobierno de
Velasco. Aquí tenemos un video bastante explicativo: https://www.youtube.com/watch?v=l-3LUoHehk0. Las
personas que estaban en la iglesia fueron muy amables, incluso me dijeron para
prender la luz y tener mejor visibilidad, pero les pedí que no se molestaran.
Iba a ser todo diferente a la siguiente experiencia.
Había pedido información a
un policía sobre el Museo de Arte Religioso de la iglesia del Carmen; además,
visitar la Plaza Merino. El policía no ubicaba el museo, pero sí la plaza;
pensé que no estaba informado. Sin embargo, seguí adelante con mi plan. Fuimos
a la simpática plaza en la que está la estatua de don Ignacio Merino, gran
pintor peruano del siglo XIX (https://www.biografiasyvidas.com/biografia/m/merino_ignacio.htm).
Algunas de sus pinturas están en el Museo del BCRP (que estaba cerrado) y en el
MALI. Además tiene un retrato de Santa Rosa muy interesante (https://www.afapperu.org/noticias-afap/blog-post-title-one-ehzjg). Aquí
más datos: https://publicacioneslima.pe/wp-content/uploads/2018/10/munilibro-9.pdf.
Merino con Luis Montero son los más grandes pintores piuranos del siglo XIX y
de los mejores peruanos con Carlos Baca- Flor y Daniel Hernández. De Montero en
el MALI está la impresionante pintura Los funerales de Atahualpa; de Merino, La
lectura de Don Quijote. Ambas pinturas de gran factura.
La plaza es muy bonita, pero
estaba llena de toldos con cierto orden y un lugar asignado por el MINSA para
vacunación. Imagino que esto será provisional, pues las fiestas navideñas
estaban próximas. En la plaza está ubicada la bella iglesia del Carmen y frente
a la plaza está la iglesia María Auxiliadora. En la primera década de este
siglo, había visitado El Carmen y anunciaban la apertura de un museo. Es una
bella iglesia con altares en pan de oro y un bonito púlpito (https://www.arzobispadodepiura.org/templos-de-piura-y-tumbes/iglesia-del-carmen/). Había
una misa, por lo que decidimos esperar un rato, mientras íbamos a buscar el dichoso
museo para ver sus tesoros tal como lo promocionaban algunas páginas turísticas.
( https://www.raptravel.org/informacion-piura10-departamento-piura-atractivos-turisticos-piura-iglesia-el-carmen.php). No
existe museo alguno, así que decidimos salir a comprar unas botellas de agua
para controlar el calor (que ya arreciaba). Cuando terminó la misa, tomé
algunas fotos y se acercó un señor al cual le pregunté sobre el Museo; en vez
de responderme a mi pregunta, me increpó el hecho de haber tomado fotos y,
después de eso, me dijo que el museo no existía, pues todo había sido devuelto
a la iglesia como institución; le pregunté nuevamente, pues en varias páginas
de internet informan sobre este atractivo turístico, pero me siguió diciendo
que no se debería tomar fotos, que era patrimonio religioso y que no era
espacio para turismo. Bastante decepcionante la situación. Me da pena por la
actitud hacia el visitante y la sensación de información engañosa que puedes
tener de la internet. Aquí alcanzo dos páginas que ofrecen información sobre
este museo que, según esa persona, no existe: https://www.deperu.com/cultural/museos/museo-de-arte-religioso-de-piura-2148; https://ilamdir.org/recurso/4966/iglesia-de-nuestra-se%C3%B1ora-del-carmen-de-piura-y-museo-de-arte-religioso. No
sé con qué criterio se trabaja la información turística de una ciudad que
podría dar mucho a los visitantes, pero no con actitudes como la que nos tocó
vivir.
Y para cerrar la visita de la decepción nos fuimos caminando por la Av.
Sánchez Cerro y luego la Loreto hasta el Museo Vicús, el cual había visitado
también en la primera década de este siglo. (https://www.deperu.com/cultural/museos/museo-municipal-vicus-1812). Este
museo acoge a la famosa estatuita de oro, la Venus de Frías, de cabeza movible.
(https://portadasarquitectonicasgamarra.org.pe/el-idolillo-de-oro-y-la-diosa-de-frias/). Esta joya estaba antes en el Museo Brüning de
Lambayeque. Íbamos con mucho interés para poder reencontrarme con este tesoro
casi dos décadas después. Al llegar nos encontramos con el museo cerrado, con
un candado y sin ninguna explicación o advertencia. Habían anunciado que estos
museos estaban activos y sólo resultaba información falsa. No sólo los actos
vandálicos como los acaecidos en Cusco ahuyentan a los turistas; estas dos
formas son otras para alejar a cualquier visitante. Decepcionante.
Fastidiados, nos fuimos a
recoger la camioneta: ya en vías de ir al hotel a recoger las cosas para dejar
el cuarto de César y colocar sus cosas en el mío, decidimos hacer un alto en el
cementerio San Teodoro, el más antiguo de la ciudad, el cual es patrimonio
cultural de la nación. En este hay pabellones de instituciones religiosas, como
mausoleos familiares con dignas muestras de arte funerario (lápidas, estatuas,
vasijas) (https://www.udep.edu.pe/hoy/2014/07/el-cementerio-san-teodoro-176-anos-de-historia-de-piura/). La
gente no suele visitar los cementerios por una u otra razón; sin embargo, estos
espacios congregan la historia de una ciudad; es la residencia final de sus
ciudadanos. Hay pabellones de los párvulos, muchos datan de finales del siglo
XIX, incluso durante la guerra del Pacífico. El cementerio está bien tenido en
líneas generales; pero, de haber una buena restauración de sus monumentos, se
podría incorporar este espacio como una actividad turística más, incluso para
los mismos piuranos que desconocen su historia (http://www.sbpiura.gob.pe/pagina/centros-productivos/cementerio-san-teodoro).
Una
vez culminada la visita, fuimos al hotel a hacer los cambios necesarios y
llevar al amigo de César a la estación de buses, pues tenía urgencia de viajar.
De ahí nos decidimos hacer una visita a Narihualá, sitio arqueológico que César
aún no conocía. Para eso se toma la ruta hacia Catacaos, pues se encuentra muy
cerca. Esta era mi tercera visita; el año pasado había ido con Maria, Laura y
la directora de la Alianza Francesa de Chiclayo. Narihualá, sitio tallán, tiene
un pequeño museo de sitio que se vio un poco afectado con el sismo del año
pasado. Sobre la huaca están los restos de una iglesia en estado ruinoso. He aquí
un video para información general: https://www.youtube.com/watch?v=JfElgFDit80. La
primera vez que visité este lugar carecía de muchas cosas y la investigación
era incipiente. Ahora ya todo esto ha cambiado (https://arqa.com/actualidad/colaboraciones/narihuala-principal-asentamiento-arquitectonico-de-la-cultura-tallan.html#:~:text=Narihuala%20fue%20el%20principal%20centro,de%20la%20provincia%20de%20Piura.) La
visita fue simpática, poca gente. Muchas personas aún no conocen este lugar. Un
circuito o más información de la sociedad tallán se hacen necesarios. Una amiga ha estado trabajando
con las personas para trabajar en el desarrollo de artesanía y la mejora de
servicios; ahora falta que vaya más gente al lugar, captar otro tipo de turista
o enganchar al turista que busca playa para integrarlo a este circuito.
Ya estábamos con hambre. Con
la intención de hacer compras para nuestras familias y amigos (estaba en varios
juegos colectivos de Amigo Secreto), nos fuimos a Catacaos. Dejamos la camioneta
cerca de la plaza de armas y nos fuimos a deambular por la calle Comercio, la
arteria plagada de tiendas de artesanía, platería, etc. En viajes anteriores
había hecho diversas compras de plata o pedrería. Hay que buscar, pues muchas
cosas se repiten y ves lo mismo en muchas tiendas que venden las mismas cosas.
Una vez concluidas nuestras compras fuimos a almorzar; pedimos consejos de las
personas de la tienda donde compramos y nos recomendaron uno nuevo que se ubica
en un segundo piso. Lastimosamente, no aparece este en el mundo virtual. Queda
sobre la calle Comercio a una cuadra de la plaza principal. Los tamalitos verdes
estuvieron precisos. Lo mismo que sus carnes aliñadas. Buena elección. Salimos
con dirección a la plaza y vimos la iglesia principal abierta: la iglesia de
San Juan Bautista. (https://turismoi.pe/iglesias/iglesia/iglesia-de-san-juan-bautista--4.htm).
Esta iglesia la he visitado muchas veces en las numerosas visitas que hice a
Piura durante los 90 e inicios de este siglo; en 1998 estuve en una celebración
de Semana Santa. En esta oportunidad, había una ceremonia de confirmación de
algunos jóvenes. Hice algunas fotos y luego nos fuimos a recoger la camioneta
con nuestros bultos y compras. La vía entre Catacaos y el acceso al nuevo
intercambio vial (de los numerosos que ahora Piura tiene – sana envidia-) para
ir a Piura el tránsito es un poco pesado por existir sólo una vía por
dirección. Esperemos que pronto esto se convierta en autopista, pues es también
el camino para conectar con otra zona que ha crecido poblacionalmente: Sechura.
Nos fuimos a dejar la camioneta.
Fuimos por la Av. Progreso (larga), estábamos en Castilla; teníamos que cruzar
el río y lo hicimos por el puente Bolognesi. Viéndolo bien, pocas veces hemos
cruzado el Piura, pues todo lo hicimos en el margen norte (en cierta manera). Desde
ahí, ya era fácil ubicarse. Al llegar al grifo donde se encuentra la empresa de
alquiler de autos San José, cargamos de combustible para entregarlo. Todo Ok.
Hicimos el pago y luego César me invitó a tomar una buena raspadilla en la
tienda del grifo. Ahí nos enteramos que Francia y Marruecos habían pasado a la
semifinal. Locura. Todavía no habíamos avisado a Maria que Portugal había
perdido, pero imagino que, con sus alumnos, estos le habrían comentado. Como había
problemas para hallar un taxi (de locura) decidimos caminar al hotel: una buena
caminata para reposar el tardío almuerzo. Fuimos en dirección al centro
comercial Plaza de la Luna (bonita arquitectura) que tiene a su costado el
hotel Holiday Inn. Caminamos toda la Av. Guillermo Gulman, donde vimos varias
ardillas corriendo por el jardín central. Llegamos a la Av. Sánchez Cerro hasta
llegar a la calle Los Naranjos y luego tomar la Av. Sullana. Es una zona
comercial, pues se halla cerca del mercado por lo que hay que ir muy atento
para evitar robos. De ahí doblamos a la Av. Country y nos encontramos con un espacio
interesante: la Plazuela Mártires de Uchuraccay, la cual tenía los bustos de
los periodistas asesinados en esa masacre (https://lum.cultura.pe/noticias/%C2%BFqu%C3%A9-ocurri%C3%B3-en-uchuraccay).
Nos detuvimos un rato a ver los mismos y vimos con pena que algunos habían sido
vandalizados y tenían pintas. En nuestra caminata al hotel le contaba a César
sobre la proyección del documental de Hernán Rivera Mejía, director
cinematográfico franco peruano que estuvo con nosotros en la Alianza Francesa
para presentar su obra (https://lum.cultura.pe/noticias/%C2%BFqu%C3%A9-ocurri%C3%B3-en-uchuraccay).
Al llegar al hotel, tomé una
buena ducha; Maria llegó y nos preparamos para ir a cenar ya con nuestras cosas
listas para partir. Antes de salir, se hicieron los pagos necesarios y nos
fuimos al otro patio de comida que queda vecino al que habíamos ido el día anterior
en la Av. Andrés Avelino Cáceres. Escogimos un buen restaurante: Festa. El
único problema (y creo que pasa en muchos restaurantes de nuestro país) es la
música a todo volumen y bailable. Una rara combinación de ir a comer y bailar
al mismo tiempo. Personalmente me disgusta estar sentado para comer rico y que
te revienten el oído (no puedes ni hablar) con música chillona. Creo que es un
hábito que haría mucho bien por nuestra salud mental, calmarnos para disfrutar
lo que vas comiendo con placer: las carnes buenas y el postre, mucho mejor; fue
tan bueno que decidimos repetir este último. De ahí nos fuimos al hotel a sacar
nuestras cosas e ir a la agencia. Fin de nuestra visita piurana.