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Trujillo, La Libertad, Peru
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domingo, 25 de febrero de 2024

CIUDAD MARGINAL (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO TRUJILLO 25 DE FEBRERO)

 



Acabada la telenovela de Paolo Guerrero, UCV y el clan Acuña; es necesario volver a los asuntos que son importantes y urgentes para la ciudad, como lo son la seguridad ciudadana y la erosión costera. Pero también hay que abordar temas que, aunque para muchos no son tan relevantes, sí coadyuvan a que la violencia e inseguridad se hayan tornado elementos cotidianos que comienzan a ser aceptados sin tanto remordimiento por las autoridades o asombro por la población. El deterioro de la planificación urbana de nuestra ciudad es una historia vieja, ahora agravada con el caos arquitectónico que ha convertido a muchas residenciales o el centro histórico es lugares desagradables y lesivos contra la calidad de vida en general. Es sabido que mucha gente construye de acuerdo con sus propios intereses, trasgrediendo muchas veces los espacios de los vecinos o de la comunidad en general; la construcción en nuestras urbes es una muestra de lo caótico que es la vida cotidiana sumándose a ello el tráfico de terrenos y el cuestionado otorgamiento de licencias de construcción en zonas restringidas. Hay que resaltar que muchos de estos factores son generadores de violencia, pues hay bandas organizadas tras ello. Pero hay otros que incrementan el deterioro de la estabilidad social de determinado vecindario. En el experimento psicológico de las Ventanas Rotas, hecho por el psicólogo social estadounidense Philip Zimbardo se explica cómo ciertas condiciones permiten la germinación de la violencia en diferentes entornos sociales (https://psicologiaymente.com/social/teoria-de-ventanas-rotas). Este experimento, aplicado en diferentes espacios urbanos socioeconómicos, dio resultados interesantes de cómo una condición especial podía generar reacciones insospechadas en núcleos sociales disímiles. Con dos autos abandonados, se comenzó el experimento; con el hecho de haber roto un vidrio de uno de los autos abandonados en un barrio acomodado, una sutil violencia comenzó a generarse y, de pronto, la calidad de vida de esos ciudadanos se deterioró. Esta experiencia tiene repercusiones psicológicas, sociológicas, culturales y económicas. El resultado de este experimento de las ventanas rotas puede extrapolarse con otros elementos que puedan generar el deterioro de un vecindario. Y esta decadencia se manifiesta en diversos grados de violencia que afectan a los residentes. ¿Es Trujillo una realidad socioeconómica que va en camino a ello? Basta ver diversas urbanizaciones para observar cómo han ido afectando, por ejemplo, el patrimonio de las familias que residen en los mismos. Sólo con revisar la variación de costos de los terrenos y casas a lo largo de los años comprobaremos cómo esta silenciosa situación causa estragos en el tejido social y económico de nuestra ciudad. Muchos arguyen que eso es el progreso y que es inevitable. Entonces cabe preguntarse cómo estamos entiendo el progreso nosotros, así como nuestras autoridades.


domingo, 19 de diciembre de 2021

TRUJILLO, NUEVO FAR WEST (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO TRUJILLO 19 DE DICIEMBRE)


Hablaba con un amigo sobre cine y tocamos el género western que me hizo evocar esas imágenes de un Medio Oeste norteamericano de calles polvorientas y con una ley rampante del más fuerte y con predominancia de pistoleros, asaltantes y autoridades corruptas. Caí en cuenta de que, a medida que iba imaginando escenarios urbanos y sus habitantes, hallaba muchas similitudes entre nuestra ciudad, sucia y polvorosa, con esas imágenes cinematográficas. He venido comentando a través de esta columna sobre el sostenido deterioro de nuestra calidad de vida. Me viene a la memoria una teoría planteada por los científicos sociales James Q. Wilson y George L. Kellinge para explicar el deterioro social, el incremento de la violencia y un amplio espectro de anomias sociales, la Teoría de las Ventanas Rotas.
 A través de diversas observaciones en la que las condiciones físicas urbanas (una de ellas, el ornato) de un lugar ayudan al “relajamiento” peligroso del respeto de las reglas. Otro científico social, Philip Zimpardo, realizó otro experimento hecho con dos vehículos abandonados en dos barrios de condiciones sociales diferentes, Bronx de Nueva York y la residencial Palo Alto en California. Los resultados fueron interesantes: “[..] Cuando el auto abandonado en el Bronx ya estaba deshecho y el de Palo Alto llevaba una semana impecable, los investigadores rompieron un vidrio del automóvil de Palo Alto. El resultado fue que se desató el mismo proceso que en el Bronx, y el robo, la violencia y el vandalismo redujeron el vehículo al mismo estado que el del barrio pobre. [..] No se trata de pobreza. Evidentemente es algo que tiene que ver con la psicología humana y con las relaciones sociales. Un vidrio roto en un auto abandonado transmite una idea de deterioro, de desinterés, de despreocupación que va rompiendo códigos de convivencia, como de ausencia de ley, de normas, de reglas, como que vale todo. Cada nuevo ataque que sufre el auto reafirma y multiplica esa idea, hasta que la escalada de actos cada vez peores se vuelve incontenible, desembocando en una violencia irracional [..]”. Extrapolemos esta descripción con lo que nuestra ciudad ofrece a sus habitantes; mejor dicho, lo que ofrecemos a nosotros mismos. Daniel Eskibel resume lo siguiente: “[..] Si una comunidad exhibe signos de deterioro y esto parece no importarle a nadie, entonces allí se generará el delito. Si se cometen 'pequeñas faltas' (estacionarse en lugar prohibido, exceder el límite de velocidad o pasarse una luz roja) y las mismas no son sancionadas, entonces comenzarán faltas mayores y luego delitos cada vez más graves [..]” Interesante observación en la que Trujillo tiene todas las de perder. Eskibel concluye: “[..] Se trata de crear comunidades limpias, ordenadas, respetuosas de la ley y de los códigos básicos de la convivencia social humana, como la que no tenemos ahora.” Parte de nosotros, ciudadanos, ver qué ciudad queremos para vivir.