La reciente conversación con un
amigo quien ahora radica en Lima y trabaja en un organismo de la ONU motiva
este texto. En este diálogo, él me comentaba alarmado la forma cómo cierto tipo
de delincuencia se ha ido incrementando en diversos barrios y urbanizaciones de
clase media y media alta. Esta delincuencia está bastante ligada a la migración
irregular generada por las últimas oleadas de migrantes, sobre todo
venezolanos, que llegaron a nuestro país antes de ponerse ciertos “candados” a
dicha migración. Pero hay que ir por partes para entender este problema en el
cual participan directamente muchos connacionales convirtiéndose en cómplices
del avance de esta modalidad delictiva.
Toda migración siempre
es dolorosa para quien la realiza. Se deja un estilo de vida, familia,
recuerdos por una situación incierta las más de las veces. Muchos son obligados
a tomar esta dura decisión, sobre todo cuando una sociedad sufre fuertes
crisis, como una guerra o depresión económica. Muchos compatriotas se vieron
forzados a emigrar durante el primer gobierno de AGP o la década fujimorista;
precisamente fue durante este periodo que muchos gobiernos cerraron el libre
tránsito a los peruanos como pasó con España que recibió un gran flujo de
peruanos que trabajaron en todo, incluida la delincuencia. Diarios argentinos,
chilenos, japoneses y españoles publicaban noticias de prensa amarilla en las
que muchos compatriotas se veían involucrados. Como deducción simplista del
vulgo, cada latinoamericano (peruano o colombiano especialmente) era un
delincuente en potencia. Para nosotros encajaba perfectamente el despectivo
“sudaca”. La actual crisis económica general ha hecho que muchos que vieron una
posibilidad aquí se haya desvanecido. Hay ciudadanos honrados que han hecho su
vida entre nosotros, pero también hay malos elementos que se unieron para
delinquir. La excesiva informalidad de nuestra sociedad permite, precisamente,
que estos elementos avancen impunemente gracias a, consciente o
inconscientemente, la colusión y permisibilidad dada por la corrupción entre
nosotros. Este avance está dado gracias a ciertas modalidades como el
otorgamiento de licencias de funcionamiento a ciertas actividades que arrastran
en conjunto todo un enjambre delincuencial: licencias para bares o clubes
nocturnos, y hoteles donde hay prostitución atraen a ladrones, comercializadores
de drogas y otros personajes de mal vivir, y hacen suyo el lugar. Las laxas
reglas de migración permitieron que bandas organizadas ingresasen al país;
también está el hecho de que muchos jóvenes sin trabajo se dediquen a comerciar
droga o meretricio. En este sentido, la restricción municipal para ciertos
negocios y la presión de autoridades hacia ciertas formas irregulares de
asociación (como los hacinamientos en parques) deben ser coactados y trabajar
con los vecinos para ejercer una mayor coerción social y económica sobre
negocios irregulares.
1 comentario:
Es cierto. Hace falta mayor comunicación entre el municipio y la ciudadanía para lograr un orden y bienestar en la ciudad
Publicar un comentario