César Acuña y Julio Guzmán están fuera de la carrera a la
Presidencia. La decisión tomada por el JEE el miércoles 9 cierra un capítulo
más de esta contienda electoral. De más está decir que las repercusiones han
comenzado para ambos, sobre todo para nuestro ex alcalde cuyas instituciones
académicas han sufrido una remecida que está causando “muertos y heridos”.
Una de las razones esgrimidas para sacar a al ex candidato
Acuña, fuera de las graves e irrefutables pruebas de plagio, es la de entrega
de dádivas, acción prohibida durante cualquier proceso electoral. Las gruesas evidencias de entrega de dinero
en Piura y Chosica han sido la causa contundente de su exclusión. Lo realizado por
los jefes de campaña del fallido candidato era práctica común de su partido,
como lo mostraron antiguas campañas electorales para la Alcaldía o la
Gubernatura regional; además de utilizar sus centros universitarios como
cantera barata en la cual ejercía un proselitismo evidente bajo el cual sus
estudiantes y profesores tienen que “alinearse”. Varias veces se han denunciado
casos de docentes cuyos contratos eran condicionados por una velada lealtad exigida
que trasgrede el concepto de universidad como tal. Todo esto ha sido siempre
alimentado por un acentuado asistencialismo, el cual es justificado como la
forma cómo ganar presencia (y votos) en diversos sectores sociales sensibles
económicamente. Bolsas de arroz o azúcar equivalían a votos potenciales. Esta
práctica viene desde los inicios del siglo XX desde Leguía hasta nuestros días.
La práctica asistencialista paternalista apunta
precisamente a necesidades básicas descuidadas por el Estado o instituciones
para las cuales fueron creadas. Salud,
alimentación o seguridad han sido cubiertas en diversas campañas electorales por diversos candidatos (Acuña no es el único)
que, en cierta forma, agradecen esta realidad, porque obedece a una costumbre
fácil de captar votos. La pobreza es una extraordinaria oportunidad de negocios
y genera una forma peculiar de seguridad colectiva o de “cubrirse las
espaldas”, como bien lo saben la mafia y el narcotráfico. Son los nuevos héroes
sociales. Esta práctica no la ha hecho solo Acuña y sus seguidores. Debemos
recordar los famosos panetones de la Casa del Pueblo de antaño o los de Keiko
durante la campaña navideña del 2015. Pero en los últimos días, la tentación de
ser dadivoso coincide con la angustia de una posible segunda vuelta electoral y
todo lo invertido en la presente campaña se vaya al agua. Eso parece que ha pasado por la cabeza de
Vladimir Huaroc en Satipo. Si humanitaria fue la justificación que esgrimió
Acuña, la que costó su salida electoral, ergo, ¿qué se está esperando con el
candidato a la segunda vicepresidencia de Fuerza Popular para sancionarlo como
al ex alcalde trujillano? ¿O son medidos todos con diferentes varas? La salud
política nacional espera que el JNE y JEE actúen prontamente con esta acción o
la gente
seguirá viendo en este proceso algo tan turbio que ya muchos hablan, irresponsablemente,
de fraude.
Gerardo Cailloma
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