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Trujillo, La Libertad, Peru
Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal
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domingo, 13 de agosto de 2017

ALTIBAJOS SOCIOCULTURALES (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO TRUJILLO 13 DE AGOSTO)

Trujillo, en lo que va de la semana, ha sido testigo de una serie de acontecimientos sociales y culturales destacables y, también a la larga, preocupantes. Sus ciudadanos han presenciado varias inauguraciones y actividades artísticas, las que le han permitido sacar lustre a la llamada Capital de la Cultura. La inauguración del auditorio de la Universidad Privada Antenor Orrego es un buen precedente para la cultura trujillana y norteña, pues abre una gama de posibilidades para presentar buenos y grandes espectáculos a una ciudad que ya casi cuenta con un millón de habitantes. Usual es saber que buenos espectáculos que llegan a Lima, incluso Arequipa, obvian nuestra ciudad, puesto que no se hallaba un escenario apropiado para acoger un espectáculo de calidad y nivel, ni atraer a un gran público, no solo trujillano, sino del Norte peruano. Nuestro ya pequeño Teatro Municipal, una vez restaurado adecuadamente, debe de volver a ofrecer buenas temporadas de teatro. La inauguración de varias exposiciones artísticas en diversas galerías de la ciudad (la Clínica Zegarra tiene una flamante en su cuarto piso) han movido el ambiente cultural citadino. Además la proyección de un buen número de películas peruanas (documentales y largometrajes de ficción) de manera descentralizada del evento organizado por la PUCP en Lima ha permitido que un buen número de ciudadanos hayan visto filmes que usualmente no vendrían a las carteleras del cine comercial. Culturalmente, Trujillo ha sido un boom.
Sin embargo, el trabajo conjunto de hacer de Trujillo una ciudad de la cultura no es una acción aislada de un puñado de personas que cometen la locura de sacar estos proyectos adelante. Los trujillanos son testigos de grandes proyectos que se llevaron a cabo en nuestra ciudad: bienales de arte, salones de primavera, festivales internacionales de ballet, extintos en el tiempo por falta de sostenibilidad, palabra clave. ¿En qué radica esta sostenibilidad? En la articulación de los diversos eventos entre ellos y con otras ramas importante de la sociedad; por ejemplo, educación y turismo. Poner en valor la frase Capital de la Cultura para ser ofertada como tal no es esperar que los gestores culturales sufran la gota gorda para hallar auspicios a eventos que luego traen réditos económicos a la ciudad. Tenemos que cambiar muchas percepciones sobre el arte y la cultura. Por el lado de la educación, sí es un punto álgido. Ideal es articular con el mundo educativo para que el arte sea apreciado por miles de estudiantes de nuestra ciudad. Pero implica también crear espacios de interacción con los docentes que necesitan ser acompañados en estas actividades. Lastimosamente la docencia sufre una fuerte crisis, en la que la reciente huelga es una evidencia de ello. El docente puede ser un buen aliado en este boom, siempre que se lo trate con dignidad y respeto. Con una buena propuesta escolar de Arte, las posibilidades se multiplican.

domingo, 12 de marzo de 2017

PATRIMONIO, ESE DESCONOCIDO (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO DE TRUJILLO 12 DE MARZO)

En las últimas semanas he tenido la oportunidad de conversar y compartir ideas sobre el tema patrimonial, bastante interesante y harto desconocido por la población en general; recurso valioso y múltiple con el que cuentan los ciudadanos trujillanos y liberteños, pero que, lastimosamente, por desconocimiento u otros intereses, no ven en este el potencial múltiple que yace delante de nosotros.
El patrimonio, como palabra simple, es el “conjunto de bienes propios de una persona o de una institución, susceptibles de estimación económica”. La última frase, tan sensible al ciudadano en general, no ha sido comprendida en toda su dimensión. La Unesco identificó el “patrimonio cultural” definiéndolo como “la herencia cultural propia del pasado de una comunidad, mantenida hasta la actualidad y transmitida a las generaciones presentes y futuras”. Existe un celo que hace que ese patrimonio cultural tenga un vínculo accidentado con lo económico, sea por tristes experiencias vistas con ciertas manifestaciones artísticas que se convierten en formas de lucro personal más que de bienestar armónico con una sociedad; o por celos al convertir un inmueble o un sitio arqueológico en un lugar intocable, inaccesible y lejano para el común mortal.
Desde que los peruanos, en general, y trujillanos, en especial, han comenzado a descubrir su ingente patrimonio (no el oficial), se han aplicado diversas estrategias con el fin de acercarnos a estos recursos naturales o humanos que esperan nuestro interés, estudio y protección. Sin embargo, faltan elementos vinculantes atractivos entre el patrimonio material e inmaterial de una comunidad y los ciudadanos con este. El sistema educativo en general aún no incorpora asertivamente esta riqueza; otras ramas como los comunicadores, turismo y todos sus afines, así como profesionales de algunas artes y ciencias reunidos en colegios profesionales o universidades no han hallado espacios para reunirse con el fin de tratar este tema interdisciplinariamente y generar propuestas viables. Ejemplos positivos hay, pero la difusión de estos buenos ejemplos no han alcanzado a ojos y oídos de personas que podrían ayudar a lograr esta labor.

El patrimonio natural y monumental peruano está en constante riesgo, sea por la inclemencias naturales (las lluvias recientes son una clara demostración de ello); o por la más grave que es la acción del hombre, sea inconsciente o conscientemente. Este resulta ser más dañino que un sismo o una inundación. Varias casas del centro histórico se caen no por la inclemencia de las lluvias o los temblores, se caen por la acción desesperada de sus dueños por poseer “un inmueble inútil, un lastre”, pues no tienen alternativas claras de un uso positivo del mismo. Es el mismo problema con el Cerro Campana, aún gran desconocido.
Este gran recurso puede permitir a Trujillo y la Región convertirlos en un polo de atracción turístico, cultural y educativo que estamos desperdiciando.

miércoles, 21 de diciembre de 2016

LAQUIPAMPA, EL CORAZÓN DE LA SIERRA LAMBAYECANA.

La visita de Isabelle Lemoal siempre es pretexto para darse una escapada por lares cercanos, pero aún no conocidos. Así, el sábado 12 de noviembre salimos Orietta, Isabelle y yo rumbo a Chiclayo, previas coordinaciones con la empresa Ecoserv que tiene un albergue ecológico, Huaca de Piedra cerca de Íllimo y colindando con el bosque de Pómac. Como el año pasado, tomamos un bus de Emtrafesa para ir a Chiclayo. Llegamos a casi una de la tarde y, antes de ir a almorzar, fuimos a comprar varias avituallas (fruta, pan, salami) para el día siguiente. Ya el dueño, Dante Díaz, nos esperaba en su camioneta en la misma estación de buses y nos esperó para terminar nuestras compras. Luego nos dirigimos a Lambayeque para almorzar antes de irnos a nuestro albergue (era un tramo de casi una hora); en una primera instancia pensábamos almorzar en el restaurante Pacífico, pero estaba lleno y no había lugar para estacionar. Nuestro guía nos propuso el Cántaro. Había ido allí hace varios años y no lo recordaba mucho; ahora está muy bien, con buenas instalaciones y un servicio muy atento para nosotros. Almorzamos rico, bastante rociados de cervezas para el calor chiclayano. Concluido nuestro almuerzo nos dirigimos hacia nuestro albergue. Se toma la carretera hacia Olmos hasta llegar a Íllimo donde toma un desvío; en realidad es otra entrada al bosque de Pómac; es más, al día siguiente íbamos a atravesar un tramo de este en el viaje a nuestro destino. Como habíamos tenido un viaje de un poco más de tres horas desde Trujillo, más el almuerzo regado de cervecitas llegamos a nuestro hospedaje a leer y hacer una buena siesta. Previamente habíamos coordinado para la cena y también guardar todas las cosas que necesitaban estar en un congelador o refrigeradora. Por la noche cenamos con tranquilidad y vi un poco de televisión; el programa que vi me intrigó, pues era una reconstrucción en formato de telenovela de la vida de Isabel la Católica de España. Había leído una novela sobre ella de César Vidal en la que no sale tan bien parada; además había leído una revista sobre Fernando el Católico de Aragón en el que le da mucho más valor que Isabel. Hubo fragmentos de la serie que sí los había reconocido en ambos textos sobre la elección del Cardenal Cisneros para sus futuros planes como reino y la aparición de Juana la Beltraneja. Una lección de historia en un albergue a miles de kilómetros y cientos de años después de esos acontecimientos registrados. Tomé una ducha fría antes de dormir.



Había que levantarse a las 5 de la mañana. Sé que para Orietta fue toda una experiencia rayando con el sacrificio e inmolación. Hubiera ido gustosa a Moche a las 11 de la mañana a ver pajaritos. Pese a todo, los tres viajeros tomamos nuestro desayuno temprano y salimos un poco más de las seis. Para mí no es tan traumático, incluso había tomado nuevamente otra ducha fría un poco antes de la cinco para despercudirme de la modorra. Subimos todos nuestros bultos a la camioneta, puesto que nos íbamos directamente al terminal de buses a Trujillo luego de la visita a Laquipampa. Salimos atravesando un buen tramo de Pómac tanto el que está libre y ocupado por agricultores de la zona, como el área protegida. Conversábamos sobre el problema de la sostenibilidad del bosque y los habitantes, los intentos de invadirlo, los tristes sucesos en 2009 causados por los traficantes de tierras con el asesinato de tres policías. En realidad, la población tiene que integrar a su vida estos espacios, como el que íbamos a visitar (y que posteriormente se vio amenazado por los diversos incendios forestales que estallaron una semana después de nuestra visita). Una vez que la gente lo siente como su medio de vida, lo va a proteger con mucho celo y valor. Otro de los datos interesantes que escuchamos en nuestra ruta fue el caso del alemán Karl Weiss, quien fue un gran benefactor en Chiclayo y director del emblemático colegio San José. Comentaba que tenía vínculos nazis y que hizo una serie de experimentos en Batán Grande, propiedad de su amigo Juan Aurich, donde desarrolló algunas ideas en la apicultura. La conversación se incrementó al respecto al atravesar, precisamente, el poblado de Batán Grande donde se ve lo que queda de la casa hacienda. Orietta comentaba sobre los fascistas que recalaron por estas tierras, lo mismo que un buen número de nazis que lograron su pasaporte de salida por la iglesia o los Estados Unidos, o la Argentina de Perón. El ascenso fue rápido hacia nuestro destino final: Laquipampa. El año pasado, en nuestro intento frustrado por la lluvia, Dante nos comentaba de los lodazales que suelen hacer en la zona y es cierto, puesto que hay un buen tramo de la carretera que es trocha. Sin embargo, buena parte de la misma está bien asfaltada y contacta varias pequeñas localidades hasta Incahuasi, mítico lugar en la serranía lambayecana, zona limítrofe con la Región Cajamarca. En el trayecto hacia Laquipampa nos encontrábamos con micros que descendían desde Incahuasi con la vestimenta dominguera. Y es una de las pocas zonas norteñas en la que aún se habla quechua. Desde Batán Grande, la carretera es afirmada, pero se halla en relativo buen estado (aunque las lluvias la afectan). El paisaje se vuelve más andino. En esta zona del Perú, los Andes se “alejan” del litoral costero. Ya en Piura la presencia andina es cada más alejada y ya no la vemos en Tumbes. Piura y Tumbes son regiones en la que se respira mar tierra adentro. Laquipampa es un pequeño poblado en la provincia de Ferreñafe. 



Desde aquí se parte para visitar (lo que se puede en una primera visita) el Refugio de vida silvestre Laquipampa. Su extensión es de 8,328.64 ha. Y en ella hay bosques, flora, animales salvajes que se creían extintos, recursos hídricos y bellos paisajes. Hay zonas en las que los agricultores conviven con los bosques y se está logrando que los pobladores identifiquen este bosque como su gran recurso natural en todos los campos. Por eso me dio mucha pena saber que a una semana de nuestra visita, los bosques se vieron amenazados de un gran fuego forestal. En el poblado nos percatamos que se estaban preparando para una fiesta religiosa en homenaje a San Martín de Porres. La pequeña iglesia estaba engalanada y había arcos con muchas botellas de cerveza y gaseosas. Era fiesta y la gente llegaba con sus galas. Luego de un buen café pasado nos dirigimos al Centro de interpretación. Lo que me impactó fue ver una inmensa bromelia en la puerta. Luego de registrarnos y recibir información gráfica, Dante nos presentó a una persona del lugar que nos iba a llevar a los dos lugares que íbamos a visitar en esta oportunidad: la ruta de las lajas y Shambo. La primera era una caminata breve para ver unas pequeñas cataratas. El sendero, aunque corto, es un poco escarpado. Isabelle y Orietta habían decidido a quedarse con Dante para evitar “algunas torturas”.  Isabelle recordaba la casi masacre de las cataratas de Gocta y decidió no arriesgarse.
La primera caminata fue corta, este sitio queda a unos 3 km. Del Centro de Interpretación; hay un sendero ya preparado para los caminantes. Es un juego de caídas de agua que deben de ser, imagino, impresionantes cuando ya es temporada de lluvias. Nuestro guía nos contó que en la poza que estuvimos viendo inicialmente habían muerto dos alumnos y un profesor. Vaya dato. Retornamos por el mismo sendero; en realidad, sí hubiera sido molesto para Isabelle y no me lo hubiera perdonado.




La segunda, la ruta Shambo, era más extensa y nos permitía atravesar un bosque. La caminata era relativamente ligera, pues el sendero no era muy escarpado. Atravesamos algunas chacras de campesinos de la zona, algo de ganado vacuno y nos internamos en medio del bosque rodeado por cientos, cientos de mariposas de diversos colores y tamaños. Es impresionante la cantidad de ellas; a medida que avanzábamos la sombra de los árboles nos iba cubriendo hasta que llegamos a una zona de había una caída de agua con un pequeño lago. Hicimos una segunda pausa; antes nos habíamos detenido para refrescarnos en otra caída cuya agua era bastante fría: ideal para el calor y refrescarnos un poco. Luego de la pequeña pausa en la lagunita, el guía nos dijo para subir hasta un mirador, un balcón de piedra natural que te permitía ver toda la estribación andina y la verdura de la zona. De ahí iniciamos nuestro retorno. Durante la visita a esta Reserva, tuve la oportunidad de compartir esta experiencia con dos estudiantes chiclayanos, bastante reflexivos y cuyos comentarios me parecieron bastante atinados sobre el potencial de la zona y el cuidado que debe de existir para no depredar el potencial que tiene esta Región. Comentaban sobre el riesgo de la minería, sea informal o formal, que amenaza estas zonas.





Almorzamos algo ligero; iniciamos nuestro regreso a Chiclayo. La zona por la que cruzamos era por Ferreñafe, para llegar a Chiclayo. Llegamos un poco antes de las 4 pm. Nos despedimos de Dante y de los dos jóvenes que nos acompañaron. Nos fuimos a tomar un café antes de retornar a Trujillo. Hasta otra oportunidad.










domingo, 27 de noviembre de 2016

APAGANDO Y AVIVANDO INCENDIOS (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO TRUJILLO DOMINGO 20 DE NOVIEMBRE)

En las últimas semanas, en nuestro país y en el mundo hemos visto surgir incendios naturales así como incendios figurados de corte social, político o económico. Estos acontecimientos han hecho que nuestras sociedades  (no solo la peruana) hayan experimentado diversos tumbos que vale la pena hacer un alto para reflexionar.
Los incendios son un reto permanente para la humanidad. Las causas naturales no son tan  diversas, pues están más relacionadas casi siempre con la sequía. En este fenómeno, hemos compartido y compartimos tristes experiencias con Bolivia, Portugal, España, Israel, Italia, Australia, EEUU, entre otros países. Pero, las provocadas por los hombres son más variadas: sequía por sobreexplotación de recursos, mal uso de cultivos, contaminación, ignorancia y, en muchos casos, angurria humana para convertir un rico suelo natural en uno eriazo para ocupación habitacional. La relación entre bosques y el grueso de la humanidad en los últimos siglos no ha sido nada grata para los primeros. La palabra “deforestación” ya es un vocablo importante en las situaciones de riesgo y que atentan contra nuestra seguridad en general. Y esta situación provoca los otros incendios: los económicos, políticos y sobre todo los sociales. La deforestación por fuego (que suele volverse incontrolable) es un recurso rápido no solo empleado por campesinos sino por traficantes de tierras.  Aún quedan en el recuerdo los incendios forestales que amenazaron Machu Picchu en octubre del año pasado. O el lamentable suceso de octubre del 2009  en que varios inescrupulosos traficantes de terreno intentaron ocupar varias hectáreas del famoso bosque de Pómac (Lambayeque) para luego quemar los algarrobos. El desalojo de esos desalmados le costó la vida a tres policías.
Hace dos semanas estuve en Laquipampa, un refugio de vida silvestre, ubicado también en Lambayeque, que mantiene un delicado equilibrio entre la agricultura y los bosques naturales. Estuve conversando con el promotor de esta ruta turística; comentó sobre las estrategias aplicadas con la población rural con el fin de generar una serie de cambios en las costumbres de los pobladores y visitantes de esta zona ubicada en la interesante sierra lambayecana. La propuesta es bastante simple y compleja a la vez: convertir un recurso natural en el eje económico de toda una población. Este lento proceso debe de culminar en una toma de conciencia local de cuidar su patrimonio. El poblador se vuelve en un celoso guardián de su recurso. Muchas comunidades ya han ido asumiendo estas posturas generándoles confrontaciones con diversos poderes económicos o políticos. Pero les faltan otros recursos más para la prevención.
Recientemente he leído con pena que Laquipampa estuvo luchado contra diversos incendios forestales, algunos incontrolables. Y me viene a la mente los bellos parajes que visité y a la gente amable que conocí. Espero que, como el ave Fénix, resurjan de sus cenizas.

domingo, 18 de septiembre de 2016

DAÑOS IRREPARABLES (A PROPÓSITO DE NUESTRO PATRIMONIO CULTURAL) ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO TRUJILLO DOMINGO 18 DE SEPTIEMBRE

El incendio de la iglesia de San Sebastián de Cuzco es una evidencia más de este largo muestrario de indiferencia y descuido hacia el patrimonio artístico, histórico, natural, geográfico y científico, que en su conjunto conforman el patrimonio cultural de nuestra nación encarnada en nosotros, sus habitantes. Es la actitud que muchos de nosotros tenemos ante tan vasta gama de potenciales, actitud en la que prima nuestra mediocridad e inmediatez antes que la proyección y el desarrollo planificado que puede generar más réditos que los vistos por personas de poco alcance y desmedida ambición. Es un fiel reflejo de lo que lentamente nos estamos convirtiendo: una sociedad desmemoriada, absurdamente práctica y con la visión de la inmediatez sucedánea que prima en todos, sobre todo en los jóvenes.
El patrimonio de una nación es “conjunto de bienes propios de [..] una institución, susceptibles de estimación económica” o ya en el plano individual, “conjunto de bienes que una persona adquiere por herencia familiar”. Para la UNESCO, el patrimonio cultural es “la herencia cultural propia del pasado de una comunidad con la que esta vive en la actualidad y que transmite a las generaciones presentes y futuras”. El tratamiento que los peruanos hemos dado a este material, tanto tangible como intangible, es por lo demás penoso, pese a los diversos intentos estatales o privados por querer desarrollar una conciencia en una población que muchas veces más ve un pilar de adobes antiguos e inútiles que el patrimonio que fortalece su identidad y su orgullo de pertenencia, o una posible gran fuente de ingreso económico permanente e inagotable. La escasa educación, la mezquindad y el afán de lucro desmedido de muchas personas e instituciones han jugado también un rol importante para permitir que el grueso de peruanos actúe con indiferencia frente a los cientos de atropellos contra nuestro patrimonio arqueológico o natural que ocurren a diario. No hay que ir muy lejos de nuestra ciudad para que veamos lo que pasa en Huanchaco y sus totorales, el complejo Cerro Campana o el complejo arqueológico Cerro La Virgen. Para muchas personas sería más atractivo demoler Chan Chan y convertirlo en un mall. El Centro Histórico está permanente amenazado no solo por la suciedad, sino por la galopante contaminación visual y sonora. Podemos dar más ejemplos de lo que sucede o sucedió con cientos de huacas o sitios arqueológicos como Mocollope o Marcahuamachuco.

La educación es la principal herramienta que permitirá desarrollar esa conciencia en la población: el fortalecimiento de los cursos de Humanidades y Arte serán los que guíen la formación de la misma. Complementarán los proyectos sostenibles que tanto necesita nuestra sociedad para hacerla más inclusiva, respetuosa de las diferencias y orgullosa de su pasado múltiple que conforman nuestra compleja identidad.   

martes, 22 de diciembre de 2015

CRÓNICAS CAJACHAS

Domingo 25. Cajamarca se levantaba, luego de haber celebrado fiestas religiosas (como nos había tocado en Arequipa). El día anterior habíamos arreglado con un señor, quien nos llevaría a un paraíso: Porcón. Con la facilidad de movernos por nuestra cuenta, acordamos ir temprano a nuestro objetivo. Tomamos un buen desayuno y salimos casi a las 8 a.m. El trayecto a esa hora no es tan pesado, pues hay poco tráfico hacia esta cooperativa que contradice a todos aquellos que no gustan de este modelo de producción colectiva. La religión, con todo el sentido vertical que esta tiene, puede haber sido un factor positivo para este modelo de éxito (me “gusta” taaanto esta palabra) económico, que permite a toda esta comunidad vivir bien. La carretera está bien tenida por lo que el ascenso es fácil y seguro (relativamente, puesto que también aquí hay locos al volante). En casi 35 minutos llegamos al cruce para descender hacia las instalaciones de la cooperativa. Llegamos al lugar que se halla enclavado entre colinas de poca altura. Previamente en la ruta te encuentras rodeado por un bosque de pinos que se ubican en una buena extensión.  Este bosque no lo pudo apreciar Soraia, pues dormía profundamente por los diversos cambios de horarios y alturas. Es otro de los medios que usa esta granja para generar recursos sostenidos. Aparte de agricultura, carnes y lácteos, la gente de Porcón ha hallado en el turismo un recursos inagotable y permanente que genera buenos ingresos a la comunidad cooperativa (http://www.micajamarca.com/Default.aspx?tabid=56). Y para esto, comenzó instalando un pequeño albergue y en la actualidad, ya vemos que le ha dado réditos y van construyendo más instalaciones. Esta tranquilidad me hace recordar a esos albergues católicos en los que me hospedé en Israel, que eran muy baratos y tenían reglas muy estrictas (toque de queda a las 10 a.m., por ejemplo). No es un lugar para ir a emborracharse o escuchar música a todo volumen; es un espacio para estar tranquilo, caminar, leer, para estar contigo mismo, cosa muy complicada en estos días. Lástima que ya tiene internet.




Una vez pagada la entrada, compramos nuestros quesos y hongos previamente para dejarlos en el auto. Así nos íbamos a evitar el tumulto que íbamos a encontrar más tarde cuando llegasen los buses y otras movilidades con paquetes de turistas. Interesante, había algunos chicos que habían venido de la selva como parte de sus viajes de promoción. Tenía entendido que estaba prohibido el Norte peruano; creo que esta no comprendía a Cajamarca. El cielo estaba escampado, pero algunas nubes amenazaban con lanzarnos torrentes de agua. Pese a todo, aunque premunidos de casacas y cortavientos y un par de paraguas, comenzamos nuestra visita al simpático zoológico que hay en la granja. Además es una suerte de vivero por la inmensa variedad de flores que puedes ver. De estar uno solo en el lugar, es el paraíso total. Luego de cruzar un pequeño puente, comenzamos a ascender hacia el lugar donde pastan muchas vicuñas en libertad y en cierta vecindad con los humanos. Antes de llegar a ello,  cruzamos la zona donde se hallan los venados, los cuales se acercaban por comida. Este tema es muy sensible y es el momento de educar a la gente de lo que quiere y no puede hacer: muchos les llevan comida chatarra, pero con llevar alimentos naturales (granos como maíz) sería lo ideal. Además hay que evitar los plásticos y chicles que algunos llevan y lanzan sin el menor remordimiento; además están las benditas botellas de plástico de agua o gaseosa que plagan cualquier lugar del planeta, y este no era la excepción. En nuestro caminar vimos a una señora que se dedicaba a recoger esas botellas o bolsas de plástico lanzadas al piso, a pesar de haber basureros por diversos lugares. Oí varias veces a imbéciles (con buen nivel económico; no intelectual, por supuesto) que decían que no importasen que ensuciasen, puesto que había gente encargada de hacerlo. Razonamiento del más bruto que invade nuestra sociedad tan poco educada en estos menesteres. Y me he topado con gente que se llena la boca de haber vivido en el extranjero y una vez aquí se olvidan de esas sanas y correctas costumbres: la más imbécil de todas que oí era que en el extranjero no botaba papeles a la calle o no se cruzaba la luz roja, u otros detalles; pero como estaba aquí, podía hacer lo que le daba la regalada gana. Un perfecto idiota.
Dejemos cosas hepáticas y sigamos con nuestra visita a Porcón. En las vicuñas  nos detuvimos para hacer varias fotos. Soraia estaba contenta de ver estos animales tan cerca, y las fotos iban de un lado a otro. Ya el ascenso nos calentó un poco, por lo que decidimos sacarnos un poco de carga; como iba con mochila, ahí llevamos las chompas o casacas. Sin embargo, pronto nos amenazó un chapuzón. Cielo serrano, como dice la tradición, del cual no que confiar. Caminamos una trocha para ver los ñandúes y los emúes. Luego, al comenzar a bajar a las jaulas de aves y felinos, vimos los primeros grupos que llegaban gritando y corriendo, perturbando la calma del lugar. Bajaban los chicos de diversos colegios en su viaje de promoción. Da pena también ver a varios grandes animales que no tienen mucho espacio para desplazarse. Luego de las aves y felinos (una hembra estaba preñada y bastante irritada, dio un salto que asustó a varias personas), pasamos a una pequeña isla donde estaban los simios y una gran bandada de gansos (hacían más ruido que todos los grupos juntos). De ahí nos fuimos a ver los osos, desde donde divisamos al conductor; le hicimos señales para que nos recogiese en la salida, en un pasadizo donde veríamos más aves y algo que nos llenó la visita: el baile de cortejo de dos pavos reales machos con una hembra. El espectáculo nos cautivó, nos “ganamos” el momento. Así terminamos nuestra visita al lugar y nos enrumbamos a la ciudad, ahora sí más despabilados. La vista del descenso es una cosa impresionante. A lo lejos divisas el cerro Quilish que fue motivo de una fuerte disputa de diversos ciudadanos con la compañía minera de la zona.







Ya en la ciudad, nos fuimos a almorzar al Costa del Sol, un suculento almuerzo. Allí me encontré con una persona que no veía en años. En realidad, el almuerzo estuvo extraordinario por estas fusiones que algunos osados se atreven en preparar y también en comer, como nosotros. Fuimos a dejar algunas cosas al hotel y salir a ver la ciudad. Lastimosamente, ya habían cerrado todos los lugares de visita como el Cuarto del Rescate o el Museo del Complejo Belén; incluso el Museo de San Francisco estaba cerrado. Sin embargo, decidimos hacer una caminata por la ciudad. Cajamarca tiene bellos rincones, puertas, ventanas, pasajes, calles. Deben apostar por la ciudad como un producto turístico y explotar todo aquello por lo cual era famosa: su ganadería y mundo agrario. Cenamos con César en el Querubino para despedirnos de Cajamarca hasta una nueva oportunidad.







lunes, 14 de diciembre de 2015

CRÓNICAS AREQUIPEÑAS Y CAJACHAS

Miércoles 21 de octubre. El problema del agua en el hotel que nos quedamos a pernoctar cambió la cara de ese bonito viaje. Hice las coordinaciones para que nos devolvieran al hotel anterior para que nos podamos bañar. Arequipa, pese a estar soleada, tiene agua bastante fría. Felizmente, una vez ya todos duchados, emprendimos una última visita con la que cerraríamos el viaje a Arequipa: el mercado San Camilo. En Arequipa, durante mi niñez e inicios de mi juventud, vivía cerca de este mercado (calle Santo Domingo, cuarta cuadra). Recuerdo mis visitas con mi padre o solo para ir a comprar figuritas de mis álbumes. En realidad, poco recordaba de sus instalaciones interiores. La motivación era de ir a comprar todas las cosas que sueles llevar a casa de Arequipa: pan tres puntas, queso para hacer rocoto relleno, chichasara, guaguas de pan. Tomamos un taxi para ganar tiempo y poder aprovechar más el tiempo. Lo del incidente del agua nos había quitado tiempo y bajado un poco “las baterías”. Grande fue mi sorpresa de hallar un mercado ordenado, relativamente limpio y no tan bullicioso como suelen ser los mercados. Quizá la hora y el día hayan ayudado a evitar tumultos. El primer objetivo era los higos que María quería llevar. Merodeamos por hallarlos a buen precio y, luego de una marcha breve, quedamos en el puesto de una señora que los vendió baratos. Nos invitó más fruta y salimos a ver más cosas: el mercado era un paraíso para la curiosidad. Vimos diversos tipos de papa, de maíz, granos cocidos, quesos, más frutas. Cuando llegamos a la sección de granos, una señora prácticamente “posó” para la cámara de Soraia quien tomaba fotos a todo este mundo de cosas nuevas para ella. La dueña del puesto arreglaba primorosamente sus cosas para exhibirlas bonitas, bien puestas, para que sean llevadas a otro lado del mundo en la memoria de los viajeros que pasaron por ahí. Luego pasamos por la sección de sombreros y, posteriormente, a una sección de productos para magia y shamanería: fetos de vicuña o llama para pagos a la tierra que se usan para las construcciones, pócimas de amor y amarre, equecos para la buena suerte, plantas para ahuyentar los malos espíritus y curar el mal de ojo, vigorizantes en perfume (uno se llamaba Siete Machos y con fotos sugerentes). Luego fuimos por la sección de los panes para comprar los famosos tres puntas que no salieron tan buenos (nos dimos cuenta ya en Trujillo). Pero la sección que iba a ser la más simpática fue la de los jugos, sección en la que hicimos un alto para tomarnos un delicioso con papaya arequipeña y otras frutas de la región. La señora, también amable, nos mostraba cómo preparar jugos con estas frutas y nos dimos un atracón; estaba tan festivo nuestro ambiente que pronto llegaron más personas a curiosear la casi fiesta que estábamos disfrutando. Después de esta celebración a la conversación, a los buenos momentos, al pasarla bien, teníamos que regresar al hotel para empacar nuestras cosas e irnos al aeropuerto. Como no estábamos lejos de la iglesia de Santo Domingo, hicimos un alto antes de tomar un taxi. Patricia, una amiga de la infancia y cuyo hijo nos había organizado el viaje, se encargó de recogernos del hotel para llevarnos al aeropuerto. En nuestro camino de retorno, Patty me iba contando sobre los viejos amigos; además, Patty y María se habían conocido en mes de abril para la celebración de los 80 años de mi madre en Trujillo. Y así llegamos a nuestro punto de retorno. Ya antes en el hotel habíamos hecho nuestros chequeos de conexión Lima-Trujillo. Una vez ya chequeados subimos a las instalaciones de ingreso. El aeropuerto está bien implementado. Antes de ingresar a la sala de embarque, compré varias cosas de La Ibérica, inevitable si has visitado Arequipa. El vuelo salió casi en hora y llegamos puntualmente a Lima y en su aeropuerto estaríamos unas cuantas horas, en tránsito a Trujillo (¿algún día Trujillo tendrá interconexiones provinciales sin tocar Lima?).







Pero nuestras actividades no concluían con este viaje, sino que se prologaban ese fin de semana. En una cena que tuvimos el jueves 22, y a iniciativa de César Alva, nos embarcamos el viernes 23 a Cajamarca. Gracias a César regresamos al hotel donde estuvimos en los carnavales de este año: el Cabildo. Hizo las reservas telefónicas y Lorena nos consiguió los boletos por bus. Así el viernes 23 salíamos por fin de semana a tierras cajamarquinas.
Llegamos bastante temprano el sábado 24, así que descansamos un poco. Cajamarca estaba muy distinta a la que vimos en febrero. Algunos negocios habían cerrado. César estaba con sus familiares por unas fiestas, así que quedamos con él para más tarde. La idea era visitar dos lugares este primer día: la necrópolis de Combayo (http://labrujuladelazar.blogspot.pe/2012/03/combayo.html)  y el santuario de Polloc, lugar que habíamos visitado en febrero. Hicimos arreglo con un taxista para que nos llevara a Combayo; pero el viaje iba a ser un poco decepcionante. Había estado aquí en el 2009 y pensé que algo había mejorado; sin embargo, la realidad iba a ser otra. El mismo taxista estaba medio perdido. Para llegar al lugar tomas la ruta a las ventanillas de Otuzco (parte en pequeño de lo que veríamos luego) y sigues la ruta que conecta con Celendín como ruta final. Hay un buen tramo asfaltado y el paisaje es espectacular; pero la señalética es pobre y, por eso, nos terminamos pasando de nuestro objetivo. Llegamos al poblado de Combayo, donde nos dieron las instrucciones indicadas. 











Combayo es un lugar espectacular, pero en abandono. Hay que trepar y no es aconsejable para acrofóbicos. Las tumbas pertenecen a la cultura Cajamarca que data entre 500 a 1200 d. C.  Están en un lugar alto y está un poco más de tres mil metros s. n. m. Es considerado el cementerio más antiguo del Perú. Aquí hay más datos (http://www.mincetur.gob.pe/TURISMO/OTROS/inventario%20turistico/Ficha.asp?cod_Ficha=2298).  Ojalá Cajamarca deje de lamentarse con el tenso asunto de la minería y apunte al rubro del turismo, el cual puede mover tanto dinero como la minería y dar más empleo y mejorar la oferta de servicios. Habría muchos turistas  de buenos recursos que aman la arqueología que se desvivirían por visitar un impresionante espacio como Combayo. Pero si ni los mismos cajamarquinos conocen esta atracción, será bastante difícil que se lo promocione y se lo ponga en valor como se debe. Después de la caminata con María y Soraia, y con el conato de lluvia, emprendimos el retorno a Cajamarca.

Almorzamos en el Cascanueces. El Querubino, un buen restaurante, había limitado su carta casi a pastas. Son síntomas de una ciudad que está perdiendo el atractivo de visitantes. Luego, tomamos otro taxi para ir a Polloc. Este santuario ya lo habíamos visitado en febrero y quedamos deslumbrados. El viaje fue simpático. Hubo momentos de cielo despejado. Polloc es una joyita ubicada en medio de la campiña en la carretera Cajamarca – Celendín (http://elrincondeschultz.blogspot.pe/2015/02/polloc-y-los-carnavales-cajamarquinos.html). En esta oportunidad tuvimos algunos cambios positivos y negativos (depende cómo los veamos). Ahora ya el lugar cuenta con un punto de venta y la plaza exterior tiene muchas zonas más acabadas. Las paredes están terminadas. Pero ya está prohibido tomar fotos en el interior de la iglesia. Luego de verla, nos fuimos al claustro. Estaban en limpieza, por lo que tuvimos que esperar un momento. Una vez culminada la limpieza, procedimos a visitarlo. Ahora los portales están mejor trabajados. Lastimosamente también puedes ver algunas zonas con algunas piedras caídas. Es una obra delicada y hay que tener mucho cuidado con ella. Sin embargo, el lugar se debe visitar. El punto de ventas de trabajos hechos en piedra tallada o madera es interesante. Vale la visita. El mismo taxista no conocía el lugar y prometió regresar a este lugar con su esposa. Retornamos a Cajamarca para coordinar con César para la cena. 











Por la noche, los topamos con la procesión del señor de los milagros, razón por la cual varios bares y pubs estaban cerrados. Para ser sábado, una noche un poco triste.