Trujillo, en lo que va de la
semana, ha sido testigo de una serie de acontecimientos sociales y culturales
destacables y, también a la larga, preocupantes. Sus ciudadanos han presenciado
varias inauguraciones y actividades artísticas, las que le han permitido sacar
lustre a la llamada Capital de la Cultura. La inauguración del auditorio de la
Universidad Privada Antenor Orrego es un buen precedente para la cultura
trujillana y norteña, pues abre una gama de posibilidades para presentar buenos
y grandes espectáculos a una ciudad que ya casi cuenta con un millón de
habitantes. Usual es saber que buenos espectáculos que llegan a Lima, incluso
Arequipa, obvian nuestra ciudad, puesto que no se hallaba un escenario apropiado
para acoger un espectáculo de calidad y nivel, ni atraer a un gran público, no
solo trujillano, sino del Norte peruano. Nuestro ya pequeño Teatro Municipal,
una vez restaurado adecuadamente, debe de volver a ofrecer buenas temporadas de
teatro. La inauguración de varias exposiciones artísticas en diversas galerías
de la ciudad (la Clínica Zegarra tiene una flamante en su cuarto piso) han
movido el ambiente cultural citadino. Además la proyección de un buen número de
películas peruanas (documentales y largometrajes de ficción) de manera
descentralizada del evento organizado por la PUCP en Lima ha permitido que un
buen número de ciudadanos hayan visto filmes que usualmente no vendrían a las
carteleras del cine comercial. Culturalmente, Trujillo ha sido un boom.
Sin embargo, el
trabajo conjunto de hacer de Trujillo una ciudad de la cultura no es una acción
aislada de un puñado de personas que cometen la locura de sacar estos proyectos
adelante. Los trujillanos son testigos de grandes proyectos que se llevaron a
cabo en nuestra ciudad: bienales de arte, salones de primavera, festivales
internacionales de ballet, extintos en el tiempo por falta de sostenibilidad,
palabra clave. ¿En qué radica esta sostenibilidad? En la articulación de los
diversos eventos entre ellos y con otras ramas importante de la sociedad; por
ejemplo, educación y turismo. Poner en valor la frase Capital de la Cultura
para ser ofertada como tal no es esperar que los gestores culturales sufran la
gota gorda para hallar auspicios a eventos que luego traen réditos económicos a
la ciudad. Tenemos que cambiar muchas percepciones sobre el arte y la cultura.
Por el lado de la educación, sí es un punto álgido. Ideal es articular con el
mundo educativo para que el arte sea apreciado por miles de estudiantes de
nuestra ciudad. Pero implica también crear espacios de interacción con los
docentes que necesitan ser acompañados en estas actividades. Lastimosamente la
docencia sufre una fuerte crisis, en la que la reciente huelga es una evidencia
de ello. El docente puede ser un buen aliado en este boom, siempre que se lo
trate con dignidad y respeto. Con una buena propuesta escolar de Arte, las
posibilidades se multiplican.
No hay comentarios:
Publicar un comentario