La visita de Isabelle Lemoal siempre es pretexto para darse
una escapada por lares cercanos, pero aún no conocidos. Así, el sábado 12 de
noviembre salimos Orietta, Isabelle y yo rumbo a Chiclayo, previas
coordinaciones con la empresa Ecoserv que tiene un albergue ecológico, Huaca de
Piedra cerca de Íllimo y colindando con el bosque de Pómac. Como el año pasado,
tomamos un bus de Emtrafesa para ir a Chiclayo. Llegamos a casi una de la tarde
y, antes de ir a almorzar, fuimos a comprar varias avituallas (fruta, pan,
salami) para el día siguiente. Ya el dueño, Dante Díaz, nos esperaba en su
camioneta en la misma estación de buses y nos esperó para terminar nuestras
compras. Luego nos dirigimos a Lambayeque para almorzar antes de irnos a
nuestro albergue (era un tramo de casi una hora); en una primera instancia
pensábamos almorzar en el restaurante Pacífico, pero estaba lleno y no había
lugar para estacionar. Nuestro guía nos propuso el Cántaro. Había ido allí hace
varios años y no lo recordaba mucho; ahora está muy bien, con buenas
instalaciones y un servicio muy atento para nosotros. Almorzamos rico, bastante
rociados de cervezas para el calor chiclayano. Concluido nuestro almuerzo nos
dirigimos hacia nuestro albergue. Se toma la carretera hacia Olmos hasta llegar
a Íllimo donde toma un desvío; en realidad es otra entrada al bosque de Pómac;
es más, al día siguiente íbamos a atravesar un tramo de este en el viaje a
nuestro destino. Como habíamos tenido un viaje de un poco más de tres horas
desde Trujillo, más el almuerzo regado de cervecitas llegamos a nuestro
hospedaje a leer y hacer una buena siesta. Previamente habíamos coordinado para
la cena y también guardar todas las cosas que necesitaban estar en un
congelador o refrigeradora. Por la noche cenamos con tranquilidad y vi un poco
de televisión; el programa que vi me intrigó, pues era una reconstrucción en
formato de telenovela de la vida de Isabel la Católica de España. Había leído
una novela sobre ella de César Vidal en la que no sale tan bien parada; además
había leído una revista sobre Fernando el Católico de Aragón en el que le da
mucho más valor que Isabel. Hubo fragmentos de la serie que sí los había
reconocido en ambos textos sobre la elección del Cardenal Cisneros para sus
futuros planes como reino y la aparición de Juana la Beltraneja. Una lección de
historia en un albergue a miles de kilómetros y cientos de años después de esos
acontecimientos registrados. Tomé una ducha fría antes de dormir.
Había que levantarse a las 5 de la mañana. Sé que para
Orietta fue toda una experiencia rayando con el sacrificio e inmolación. Hubiera
ido gustosa a Moche a las 11 de la mañana a ver pajaritos. Pese a todo, los
tres viajeros tomamos nuestro desayuno temprano y salimos un poco más de las
seis. Para mí no es tan traumático, incluso había tomado nuevamente otra ducha
fría un poco antes de la cinco para despercudirme de la modorra. Subimos todos
nuestros bultos a la camioneta, puesto que nos íbamos directamente al terminal
de buses a Trujillo luego de la visita a Laquipampa. Salimos atravesando un
buen tramo de Pómac tanto el que está libre y ocupado por agricultores de la
zona, como el área protegida. Conversábamos sobre el problema de la
sostenibilidad del bosque y los habitantes, los intentos de invadirlo, los
tristes sucesos en 2009 causados por los traficantes de tierras con el
asesinato de tres policías. En realidad, la población tiene que integrar a su vida
estos espacios, como el que íbamos a visitar (y que posteriormente se vio
amenazado por los diversos incendios forestales que estallaron una semana
después de nuestra visita). Una vez que la gente lo siente como su medio de
vida, lo va a proteger con mucho celo y valor. Otro de los datos interesantes
que escuchamos en nuestra ruta fue el caso del alemán Karl Weiss, quien fue un
gran benefactor en Chiclayo y director del emblemático colegio San José.
Comentaba que tenía vínculos nazis y que hizo una serie de experimentos en
Batán Grande, propiedad de su amigo Juan Aurich, donde desarrolló algunas ideas
en la apicultura. La conversación se incrementó al respecto al atravesar,
precisamente, el poblado de Batán Grande donde se ve lo que queda de la casa
hacienda. Orietta comentaba sobre los fascistas que recalaron por estas
tierras, lo mismo que un buen número de nazis que lograron su pasaporte de
salida por la iglesia o los Estados Unidos, o la Argentina de Perón. El ascenso
fue rápido hacia nuestro destino final: Laquipampa. El año pasado, en nuestro
intento frustrado por la lluvia, Dante nos comentaba de los lodazales que
suelen hacer en la zona y es cierto, puesto que hay un buen tramo de la
carretera que es trocha. Sin embargo, buena parte de la misma está bien
asfaltada y contacta varias pequeñas localidades hasta Incahuasi, mítico lugar
en la serranía lambayecana, zona limítrofe con la Región Cajamarca. En el
trayecto hacia Laquipampa nos encontrábamos con micros que descendían desde
Incahuasi con la vestimenta dominguera. Y es una de las pocas zonas norteñas en
la que aún se habla quechua. Desde Batán Grande, la carretera es afirmada, pero
se halla en relativo buen estado (aunque las lluvias la afectan). El paisaje se
vuelve más andino. En esta zona del Perú, los Andes se “alejan” del litoral
costero. Ya en Piura la presencia andina es cada más alejada y ya no la vemos
en Tumbes. Piura y Tumbes son regiones en la que se respira mar tierra adentro.
Laquipampa es un pequeño poblado en la provincia de Ferreñafe.
Desde aquí se
parte para visitar (lo que se puede en una primera visita) el Refugio de vida
silvestre Laquipampa. Su extensión es de 8,328.64 ha. Y en ella hay bosques,
flora, animales salvajes que se creían extintos, recursos hídricos y bellos
paisajes. Hay zonas en las que los agricultores conviven con los bosques y se
está logrando que los pobladores identifiquen este bosque como su gran recurso
natural en todos los campos. Por eso me dio mucha pena saber que a una semana
de nuestra visita, los bosques se vieron amenazados de un gran fuego forestal.
En el poblado nos percatamos que se estaban preparando para una fiesta
religiosa en homenaje a San Martín de Porres. La pequeña iglesia estaba
engalanada y había arcos con muchas botellas de cerveza y gaseosas. Era fiesta
y la gente llegaba con sus galas. Luego de un buen café pasado nos dirigimos al
Centro de interpretación. Lo que me impactó fue ver una inmensa bromelia en la
puerta. Luego de registrarnos y recibir información gráfica, Dante nos presentó
a una persona del lugar que nos iba a llevar a los dos lugares que íbamos a
visitar en esta oportunidad: la ruta de las lajas y Shambo. La primera era una
caminata breve para ver unas pequeñas cataratas. El sendero, aunque corto, es
un poco escarpado. Isabelle y Orietta habían decidido a quedarse con Dante para
evitar “algunas torturas”. Isabelle
recordaba la casi masacre de las cataratas de Gocta y decidió no arriesgarse.
La primera caminata fue corta, este sitio queda a unos 3 km. Del
Centro de Interpretación; hay un sendero ya preparado para los caminantes. Es
un juego de caídas de agua que deben de ser, imagino, impresionantes cuando ya
es temporada de lluvias. Nuestro guía nos contó que en la poza que estuvimos
viendo inicialmente habían muerto dos alumnos y un profesor. Vaya dato.
Retornamos por el mismo sendero; en realidad, sí hubiera sido molesto para
Isabelle y no me lo hubiera perdonado.
La segunda, la ruta Shambo, era más extensa y nos permitía
atravesar un bosque. La caminata era relativamente ligera, pues el sendero no
era muy escarpado. Atravesamos algunas chacras de campesinos de la zona, algo
de ganado vacuno y nos internamos en medio del bosque rodeado por cientos,
cientos de mariposas de diversos colores y tamaños. Es impresionante la
cantidad de ellas; a medida que avanzábamos la sombra de los árboles nos iba cubriendo
hasta que llegamos a una zona de había una caída de agua con un pequeño lago.
Hicimos una segunda pausa; antes nos habíamos detenido para refrescarnos en
otra caída cuya agua era bastante fría: ideal para el calor y refrescarnos un
poco. Luego de la pequeña pausa en la lagunita, el guía nos dijo para subir hasta
un mirador, un balcón de piedra natural que te permitía ver toda la estribación
andina y la verdura de la zona. De ahí iniciamos nuestro retorno. Durante la
visita a esta Reserva, tuve la oportunidad de compartir esta experiencia con
dos estudiantes chiclayanos, bastante reflexivos y cuyos comentarios me
parecieron bastante atinados sobre el potencial de la zona y el cuidado que
debe de existir para no depredar el potencial que tiene esta Región. Comentaban
sobre el riesgo de la minería, sea informal o formal, que amenaza estas zonas.
Almorzamos algo ligero; iniciamos nuestro regreso a Chiclayo.
La zona por la que cruzamos era por Ferreñafe, para llegar a Chiclayo. Llegamos
un poco antes de las 4 pm. Nos despedimos de Dante y de los dos jóvenes que nos
acompañaron. Nos fuimos a tomar un café antes de retornar a Trujillo. Hasta
otra oportunidad.
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