No había pasado ni una semana del 2021 y tenemos muchas sorpresas. Estas están vinculadas al mundo
político, tanto nacional como internacional. No bien terminamos con las
celebraciones navideñas y del año viejo 2020, una avalancha de sucesos ha
generado respuestas de sorpresa, esperanza, estupor e indignación por dichos
acontecimientos. Desde las fotos del congresista liberteño Luis Valdez
divirtiéndose en Miami por año nuevo, mientras nuestra Región vivía la
convulsión del paro agrario; hasta la intentona de golpe de los seguidores de
Trump azuzados por este con el parlamento repetido de fraude.
Cuando nuestra Región se veía
envuelta en enfrentamientos a causa del descontento de la nueva Ley Agraria,
situación por la que algunos congresistas se trasladaron a nuestra ciudad,
Valdez brilló por su ausencia; y calentó los ánimos al ver que su inasistencia
era por frivolidades. Peor fue la justificación del líder de su partido y,
luego, la inocua separación de dicho personaje de la campaña de APP. Además,
todo sucede en momentos que nuestro país vive una nueva emergencia sanitaria
que está obligando a otros países a confinamientos más estrictos, pese a contar
con vacunas para su población. El mensaje es claro hacia la sociedad civil
liberteña.
Por otro lado, está lo
sucedido en Estados Unidos y su todavía presidente, Donald Trump; lo que hemos
visto es una de las situaciones que vivimos aquí tras las elecciones en las que
salió ganador PPK. La intransigencia, la obstinación, el fanatismo e
intolerancia han sido las principales razones por la que muchos ciudadanos (no
son pocos) hayan reaccionado así. Ese es el peligro. Cuando un grupo de
personas de tendencia fundamentalista sostiene la idea de ser dueños de la
verdad, estamos ante un verdadero peligro. El pensamiento Trump no es único y
se sostiene en la matonería, en el abuso del poder, en la humillación de los
otros. Una cosa es cierta en ese actuar: pensamiento y actitud sí están
asociados. Mucha gente lo apoya, no solo en su país; conozco varios peruanos
que ven en él el adalid de una Norteamérica que recuperaba su esplendor de ser
la primera potencia del mundo sin que nadie la avasalle. Son de la política del
Big Stick de Theodore Roosevelt y mucha gente de la extrema derecha y la
derecha lo ve como un paradigma. Esta gente, ligada a grupos religiosos
extremos, o partidos fascistas y racistas permitirían sacrificar cualquier condición
esencial por la cual uno aprecia a esa sociedad: ellos ven la necesidad de
volver al antiguo orden. Son un peligro, pues dicen sostener la verdad gracias principios
fundamentalistas.
Lo vivido con Trump no ha terminado; por el contrario, es una pesadilla que ha crecido como el virus. Salvando distancias y momentos, los peruanos lo hemos vivido en dos congresos lamentables, obstrucciones, preocupados más en sus intereses que en el bien común. En abril tenemos elecciones. ¿Qué panorama tenemos entonces?