2021. Bicentenario de la Independencia política de nuestro país. Elecciones generales. En este año nuevo, los peruanos tenemos dos eventos relevantes con los que debemos de estar a la altura.
Abril será un mes en el que iremos
a urnas para elegir el nuevo lustro gubernamental con un nuevo Congreso que
asuma funciones legislativas. El lustro anterior ha visto 4 presidentes: inició
PPK y culminará la misión presidencial Fernando Sagasti, si es que no hay algún exabrupto
más parecido al que generaron la caída de Martín Vizcarra y el fugaz periodo de
Manuel Merino. Tendremos que escoger un nuevo parlamento conformado por 130
congresistas entre los que son propuestos por una veintena de partidos. Las
recientes inscripciones y observaciones han dado muchas sorpresas tanto en
cuanto planchas presidenciales como cuadros de congresistas. Los partidos políticos
nuevos y tradicionales, responsables del panorama que atravesamos en la
actualidad, pusieron a un grupo de personas que, según las políticas internas
de cada organización, era el más idóneo para poder asumir cargos tanto
legislativos como los cuadros ejecutivos aparentes para que nuestra vida
nacional continúe y mejore. Hemos visto los dos recientes congresos; los
resultados son deplorables, salvo pocas excepciones. Personas incapaces,
egoístas, individualistas, oportunistas y demagogas han poblado nuestros
congresos hace décadas; pero las últimas versiones de este periodo
gubernamental han sido un lamentable panorama de lo mal que está el sistema
político de nuestra nación. Aunque es un mal común que se ve en muchas democracias
formales alrededor del mundo, nuestros congresos han sido un conjunto de
personas que pocas veces han velado por el país asumiendo posturas que no les
competen, proponiendo leyes de lo más populistas e insostenibles y velando por
intereses más que reñidos con lo ético y lo social. Muchos partidos no han
dejado de ser meros clanes familiares y algunos orígenes de muchos de los que
están en competencia son muy oscuros, vinculados a situaciones de corrupción,
lavado de dinero y otras pesadas herencias. Estuve leyendo la biografía de
Pablo Escobar y la serie recreada en la biografía de Juan “Chapo” Guzmán. Los
hilos del narcotráfico siguen ejerciendo su poder y las diversas formas de lavado
de activos apuntan a fortalecer candidaturas de todo tipo como se ha visto a lo
largo de nuestra historia y la de muchos países sudamericanos.
2021 es nuestro Bicentenario
nacional. El de Trujillo nos tocó bastante deslucido por la pandemia y otros problemas
de organización. Como ciudad y región no tuvimos una gran obra que hubiera dado
un realce a nuestra ciudad. Un gran sistema vial y drenaje, por ejemplo, proyectado
y planificado tras los destrozos del Niño del 97-98, hubiese sido un gran
regalo para la actual urbe en la que hemos convertido. Faltó visión, liderazgo.
Oportunidad perdida. Trujillo es una gran ciudad. Pues, hora de despegar.
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