Hace un año despedíamos el 2019 con incertidumbres políticas y sociales, pero con la voluntad de que podíamos aspirar a un avenir positivo. Rumores de una enfermedad nos llegaban desde el Asia, pero nos eran lejanos en ese entonces. Nadie presagiaba que nuestro mundo, tal como lo conocíamos hasta esos momentos, iba a dar un giro sorprendente. Y a lo largo de este año hemos ido descubriendo, para bien o para mal, las capacidades e incapacidades que como humanos tenemos y que es una dura lección por enfrentar, y que es la herencia con la que entramos al 2021.
Desde los meses iniciales, cuando
la pandemia azotaba ya varios países, comenzaron voces de alerta, así como las
de negación y escepticismo que un evento de esta magnitud acarrea. Hemos visto
líderes de opinión, políticos y personalidades de toda índole convirtiéndose de
la noche a la mañana en una suerte de exégetas en una materia tan complicada y
novísima como lo fue este virus. Grandes errores se fueron acumulando al haber
permitido que personas que no tenían nada que ver con el tema médico aseverasen
opiniones que generaban grandes desconciertos. Líderes como Bolsonaro o Trump,
muy interesados en salvar otras cosas que vidas, llevaron a desastres sanitarios
a sus países. En nuestro país, periodistas de diversos medios mostraban su
incredulidad ante este evento y, peor aún, se mofaban del mismo. Cuando dos de
ellos cayeron contagiados, su sonsonete paró. Los medios han jugado un papel
tan ambiguo en las campañas realizadas por todo el mundo como en nuestro país.
Y hemos visto que incluso no han sido transparente en informar todo el problema
sanitario en nuestro país. Focos grandes de contagio como zonas industriales,
agrarias o mineras, tanto formales como informales, no fueron difundidas del
todo o lo hicieron de manera parcial más por intereses económicos que por el
manejo de la verdad. Por otro lado, las marchas de noviembre eran difundidas
con la advertencia de ser un caldo de cultivo para la pandemia; pero parece ser
que esto no ha sucedido al no haber el temido rebrote pandémico a fines de
noviembre. Más que la opinión de políticos u otros personajes, esperamos que la
ciencia dé más explicaciones al respecto para poder actuar con propiedad y
salvar vidas.
Pero las sociedades, como la
peruana, han buscado soluciones ante esta situación. Se vio una interesante
capacidad de organización y respuesta que nos queda como aprendizaje con la
cual debemos de trabajar para futuro. Muchas personas han salido adelante tanto
por ingenio, resiliencia; pero también de trabajo colaborativo. Son fortalezas
que deben primar, de ahora en adelante, en nuestras planificaciones.
2021 puede ser un año de
reconstrucción en todos los ámbitos. Hemos sido golpeados por muchas pandemias:
COVID 19, corrupción política, informalidad en todos los campos y deficiencias
de un modelo incapaz de haber satisfecho pilares de nuestra sociedad: salud,
educación y seguridad. ¿Seguiremos en lo mismo?