Las palabras Fraude y Golpe, en sus variantes “lento” y “expeditivo” han ido tomando un matiz interesante y, tras unos audios expuestos a la opinión pública este último jueves, han tomado otros rumbos. Viene a la memoria Iván Degregori quien, al hacer un análisis de la década fujimorista con su caída por el famoso fraude electoral y los vladivideos, nos da una radiografía que parece repetirse dos décadas después solo que desde la otra orilla. Hay hechos evidentes: audios y videos, cuyos protagonistas han aceptado su existencia. Hay acciones que han sido comprobadas como las conversaciones realizadas por Montesinos desde su cárcel dorada, acción que compromete severamente a la Marina; y la conversación sostenida entre Pedro Rejas y Guillermo Sedón para “comprar” a tres integrantes del JNE, cada uno por un millón de dólares. La bomba se dio cuando la ciudadanía trataba de asimilar la maniobra hecha por Luis Arce en el mismo JNE. Las evidencias fueron presentadas a periodistas que aceptaron la invitación de Fernando “Popy” Olivera. En medio de su alucinante presentación, con gato incluido, tal era el contenido del material expuesto que los demás medios se vieron forzados a hablar sobre los mismos. Cuando escribo este artículo, la principal protagonista indirecta, Keiko Fujimori, no ha hecho comentario alguno. Imagino que está haciendo un reporte de los graves daños que esto le va a causar a su aspiración de seguir con sus cantaletas. Solo basta ver el historial de los audios para ver que uno de ellos ocurre un poco antes de iniciar el proceso de impugnación de actas de electores de la sierra peruana. De pronto, todos esos momentos que los peruanos pasamos en el 2000 vienen a nuestras memorias; así como mucha gente recuerda lo terrible que fueron los años del terrorismo; también nos debe venir a la memoria toda esa podredumbre que terminó minando, jodiendo a nuestra sociedad: la hizo trizas en sus instituciones, pulverizó la decencia cívica para prostituir todo lo que la dupla Fujimori Montesinos tocaba con sus tentáculos: entre Laura Bozzo, Rosy War, sus pseudo partidos políticos de pantalla, sus diarios chichas y sus geishas periodistas, la sociedad peruana tocó fondo. Ahora, queda analizar los alcances de este material. Las preguntas caen por su peso: ¿Cuánto están comprometidos Keiko y los líderes fujimoristas? ¿Arce con su decisión de patear el tablero? ¿La Marina? ¿Montoya y su séquito siguen leales al acta de sujeción del 13 de marzo de 1999? ¿Qué ganan Sedón y Rejas? ¿Qué gana Popy? “Piensa mal y acertarás.”
Este espacio ha sido creado por Gerardo Cailloma con el fin de difundir mis ideas y poder compartir con el que esté interesado temas sobre cine, música, educación, viajes, literatura y todo aquella diletancia que produzca placer estético (como el buen comer)
Datos personales
- Gerardo Cailloma
- Trujillo, La Libertad, Peru
- Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal
domingo, 27 de junio de 2021
PIENSA MAL.. (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO TRUJILLO 27 DE JUNIO)
domingo, 22 de noviembre de 2020
TERRUQUEO (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO TRUJILLO 22 DE NOVIEMBRE)
Para empezar este artículo, tomo prestado un pequeño extracto del ensayo “Estética de la derecha peruana: una breve indagación sobre sus formas” de Mijail Mitrovic: “[..] El fujimorismo en el poder apostó por la cultura de masas como mecanismo de dominación y en ella la imagen documental operaba de dos modos: por un lado, atiborraba la prensa chicha del mórbido realismo de la catástrofe y el crimen, mientras la cuidadosa puesta en escena de las capturas de líderes de Sendero y el MRTA apuntaba no tanto a la lucha contra la subversión sino a desalentar cualquier disenso mediante el estigma del terruqueo [..]”. El resaltado y subrayado son míos.
Tenemos un nuevo presidente. Uno
nuevo surgido en el marco de una ola de descontento contra la clase política
vergonzosa y descarada. Los que recordamos los años 80 desde inicios de las
acciones sangrientas de SL, los gobiernos de entonces no fueron capaces de
enfrentar el crecimiento de este cáncer que prosperó por incapacidad de no ver
al monstruo que tenían delante de sí, por el crecimiento de una galopante
corrupción, una inflación desastrosa, escasez e ingobernabilidad como lo fue el
primer gobierno de Alan García. Los entonces partidos de izquierda, corroídos
por la inacción y el avance senderista abrumador, no trazaron una frontera con
los movimientos terroristas, salvo excepciones. El ascenso de Fujimori fue
acompañado de un aparato mediático que aplastaba sistemáticamente a opositores
sociales y políticos de manera escandalosa. Así surgió el término terruco y sus diversas variables como "terruqueo" o “terruquear”. Esta palabra sirvió para encasillar, como una
suerte de cajón de sastre, toda acción que implicaba reclamos por trasgresión
de los derechos sociales y humanos. Ejemplos sobran. Cualquier resquicio de
malestar contra el régimen o contra el modelo y las personas que sustentaban
ciegamente al gobierno de turno, era acallado no solo a través de los medios,
sino por la sociedad misma que vio con temor un posible rebrote de SL o
cualquier variante de terrorismo. Tres generaciones de peruanos hemos crecido y
reaccionado con el prejuicio que estigmatizaba personas y acciones. Esto
también, en cierta manera, desalentó a muchas personas que querían hacer
política, pues el fujimorato desmanteló toda forma de institucionalidad
política: los Vladiveos son las más claras evidencias de ello. Prensa,
farándula y algunos partidos políticos eran ignominiosos vasallos de una campaña
escandalosa. Pero el daño causado en la sociedad aún persiste en las
percepciones de la gente. Son respuestas automáticas, aprendidas por el
sonsonete reiterado no solo en esa década, sino en los gobiernos siguientes.
Una extensión a estas palabras es “caviar”, dada a aquellas personas que, pese
a su condición socioeconómica, se adhieren a reclamos sociales justos.
La gente - los “terrucos” - salió
a la calle a protestar. Una barrera ha comenzado a caer. Es tiempo de
desaprender prejuicios y poner las cosas en orden.