El último domingo una
periodista capitalina realizó una entrevista al jurista peruano Luis Pásara quien
acuñó el término “Achoramiento” y sus variables que describen a un gran grupo
de individuos emergentes que reúne ciertas peculiaridades y cuya principal
característica es la de manejarse en un espacio social carente de normas o de la
degradación del mismo. El eje de la entrevista se centró en la famosa frase “¿en qué momento se había jodido el Perú?”,
pensada por Zavalita en la novela
Conversación en la Catedral de Mario Vargas LLosa. Pásara replantea la perspectiva para
incluir a cada uno de nosotros, los peruanos, e involucrarnos en la acción
intencional, personal o comunal, de dañar nuestra sociedad. Pasa a detallar en
qué momentos actuamos en desmedro del bien común y, que a la larga, cual
búmeran, retorna a nosotros pensando que tal o cual acción no ha sido provocada
por nosotros. Desde robar en el pesaje, apañar a niños patanes, amañar notas
para favorecer a un mediocre en cualquier nivel del sistema educativo
(colegios, institutos, universidades), dejar de pagar impuestos o no asumir
responsabilidades achacándoselas a terceros; hasta ser responsables directos de
elegir a los representantes políticos inadecuados y sospechosos en las
diferentes elecciones que vivimos en nuestra democracia formal. Contribuimos
con la corrupción.
El último gran destape del
caso Odebrecht o la difusión de los famosos Vladivideos a inicios de este
siglo, ambos sucesos nos muestran la cantidad y calidad de gente que realiza
actos que lesionan la sociedad peruana en su conjunto. No es solo el mundo
político, de derecha o izquierda, que ha actuado corruptamente; es también el
mundo empresarial, académico, artístico y otros que han actuado en conjunto
para agravar no solo la psique moral de nuestra sociedad, sino la sanidad
económica del pueblo y la nación peruanos en provecho personal o “corporativo”,
si cabe el término. La gente tiende a identificar al político como el único actor
del acto delictivo postergando a los demás actores involucrados. En su momento
Montesinos uso el poder político para corromper a tantos personajes, incluidos
farándula y deporte. Ahora, es Odebrecht la que usó el poder económico para
comprar no solo políticos, sino comunicadores, periodistas y empresarios. El
Presidente de la Confiep ha tenido que tomar distancia frente a este grave caso. Como
en los Vladivideos, ¿qué otras sorpresas nos irá a deparar este destape que ha
tenido que estallar fuera de nuestras fronteras y que desnudan la complicidad
de nuestras instituciones y ciudadanos?
La sociedad
espera que se identifiquen a todos estos personajes e instituciones que
actuaron contra nosotros. La ciudadanía debe de centrar su atención para evitar
distracciones partidarias durante este destape que ha empezado por la punta más alta
de la pirámide, llámense altas esferas políticas, económicas y sociales. Es una buena
posibilidad de reivindicarnos como sociedad.