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Trujillo, La Libertad, Peru
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domingo, 28 de abril de 2019

POLÍTICA BARROCA A LA PERUANA (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO TRUJILLO 28 DE ABRIL)

En mis clases de Lengua de antaño con Luis Jaime Cisneros en las aulas de la PUC, leíamos un interesante texto de Luis de Góngora y Argote: el panegírico al Duque de Lerma. En este, todo el pensamiento y la técnica del mundo barroco llega a su máximo esplendor. La construcción barroca, abigarrada y confusa de primera impresión, “estiraba” el lenguaje para ver todas sus posibilidades. Pero, el enrevesado texto ensalza a uno de los personajes de más dudosa conducta y en el que la corrupción, promovida por él y sus hombres de confianza, comienza a socavar la corte española.
En los últimos años, nuestra lengua, la de la geografía humana peruana, ha ido adquiriendo raras excepciones y eufemismo, gracias al dilecto grupo de políticos y personajes de otras ramas (periodistas, empresarios, religiosos, gente de otros quehaceres o de la farándula). Desde “no se cayó, se desplomó” a las nuevas acepciones del robo generado por la corrupción o “prisión preventiva”, las palabras se han ido estirando hasta límites insospechados. Estamos, pues, ante una nueva explosión del barroco lingüístico no generado por poetas o literatos, sino, en nuestro caso, por personas que exploran, por así decir, una suerte de “resiliencia” de las palabras. Diversos personajes políticos construyen nuevas versiones para justificar a sus líderes, los cuales se hallan, cada vez, más envueltos en gruesos escándalos comprobados de corrupción; por tal motivo, se dedican a explorar algún vacío semántico al cual aferrarse para “salvar” la dignidad de la cabeza de su vapuleado partido o institución. Ejemplos, como “no lo nombró”, surgen como una extrema explicación para justificar lo indefendible. También está la omisión intencionada o accidental de incluir a todos aquellos personajes sobre los cuales recae la descripción adecuada para ser identificados y posteriormente recibir la sanción justa. Muchos medios y periodistas están obviando al poderoso mundo empresarial (por ejemplo, el famoso Club de la Construcción o la CONFIEP), puesto que muchas personas se juegan sus puestos, su razón de vida, entorpeciendo investigaciones para llegar a la verdad. Es más fácil exponer a un personaje público, como lo es un político, que a otros que mueven hilos más gruesos y silenciosos en el oscuro manejo del país.
Otros elementos más están jugando en esta interesante creatividad lingüística: la condición relativa de los actos. La prisión preventiva de los Humala, vista como un acto de justicia para la comunidad oficial y de oposición de todos entonces, se ha ido decantando en un acto de lesa humanidad y exceso una vez que los implicados y sancionados son otros. Declaraciones de políticos desgarrándose las vestiduras rozan lo ridículo, habida cuenta que se tienen muchas evidencias que contradicen su posición.
El mundo político peruano está hecho pedazos. Y caerá, pese a su búsqueda de sobrevivir. ¿Y qué estamos haciendo como sociedad civil ante esto?

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