Dos eventos, uno internacional
y otro nacional han permitido dar riendas sueltas a la desproporción que puede
generar la pasión y la obsesión.
El primero ocurrió el lunes:
el incendio de Notre Dame. Un voraz incendio causó daños severos a uno de los
patrimonios culturales y artístico para los franceses, europeos y la humanidad.
La impotencia al verse consumir 800 años de historia se comparó a los daños
irreparables del Museo Nacional de Brasil en el que los brasileños perdieron en
pocas horas miles de años de su historia. Muchos mirábamos consternados aquel
monumento que había resistido tantos embates de la historia para caer casi
derrotado por un descuido en la era de las precauciones. Pero hubo algunas
reacciones que asumieron una perspectiva totalmente sesgada: ver a Notre Dame
como un espacio únicamente religioso. Es como pasa aquí con la reciente
destrucción de muchos geoglifos en la quebrada de Santo Domingo, los cuales son
vistos como objetos vetustos que “frenan” el progreso económico de un puñado de
personas. La simplificación de las cosas genera percepciones erróneas y crasos
errores, que incluso pueden provocar hechos lamentables como este último.
El segundo sucedió el
miércoles último. El expresidente Alan García se suicida para evitar la prisión
preventiva que se dictó en el marco de la investigación de corrupción que lo
involucra como a otros miembros de su partido. Este acto ha abierto un sinfín
de riesgos peligrosos para la sociedad peruana: desde el extraño ensalzamiento
del suicidio en una sociedad que lo censura hasta la posibilidad de continuar
con las investigaciones del caso Odebrecht. En el marco de las pesquisas de este caso hasta la fecha, AGP se veía involucrado en casos de corrupción. La
puerta se abrió con los dudosos pagos para una conferencia. El escándalo
estalló con el caso que involucran a Luis Nava y Miguel Atala, quienes también reciben
la prisión preventiva. El suicidio de AGP ha generado una crisis de psique
social al colocarnos en un conflicto de intereses de una sociedad religiosa que
no promueve la muerte inducida, negando incluso la eutanasia. Por otro lado, el
golpe cultural que se recibe, sobre todo en lo educativo. Muchos niños y adolescentes
han formulado preguntas a sus mayores y, pronto, a partir del día lunes 22,
muchos docentes recibirán una andanada de preguntas sobre lo acaecido este
miércoles. Las opiniones vertidas estos días han sembrado muchas dudas entre
los jóvenes. Estamos ante un caso de evasión extrema por parte de una persona.
Ahora es el momento del
partido aprista de recomponer sus cuadros. Hay que permitir el curso de las
investigaciones para comprobar si su líder estuvo o no involucrado en actos de
corrupción; y de ser cierto, el ser capaces de enmendar su error histórico por
haber crecido en la negación de una imagen corrupta de su líder, salvo una
colusión implícita con AGP con sus posibles negociados turbios.
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