Miércoles
03 de abril, 6:45 de la noche. Tratando de cruzar la Av. Manuel Vera Enríquez
desde la Av. Gerónimo de la Torre, una camioneta irrumpe metiendo toda su
carrocería contra mi auto. A pesar de
llamarle la atención, lo único que lo inmuta es el hecho de que su espejo
lateral haya topado contra el mío. Lejos de corregir su actitud, en cuanto pude
adelantar, el troglodita metió todo su vehículo sin importarle los conductores
a los cuales los había perjudicado con su franca conchudez y cinismo.
Jueves
04 de abril, 4:30 de la tarde. Av. Juan Pablo II con cruce Av. España. Tres
micros instalados cada uno en un carril diferente tientan doblar hacia la mano
izquierda para ingresar a la Av. Pedro Muñiz. Pese a estar ubicados a la mano
derecha y contra toda norma, dos de los micros, uno de ellos en condiciones
deplorables y peligrosamente inclinado, tienden a voltear a su objetivo sin
importarles los vehículos ubicados atrás de ellos.
Jueves
04 de abril, 11:05 am. Un camión en el centro histórico frena por cambio de luz
en plena calle Gamarra frente a la SUNAT. De pronto, algunas tablas caen al
suelo golpeando a unos transeúntes. Lejos de demandar al piloto por su acción
temeraria, las personas ayudan al irresponsable a subir las maderas nuevamente
al camión.
Historias
como estas abundan todos los días. Habría que agregar la proliferación
silenciosa de moto taxis que ya circulan de lo más campantes incluso por la
plaza de armas “para recoger material de desmonte”. Las hileras de taxis que
esperan frente a cada supermercado ya es de tradición, pese a que algunos de
ellos son autos ocupados por hampones que esperan a algún cliente incauto que
se convertirá en una cifra más de robos al paso. Hay muchos conductores en
nuestra ciudad que tienen escasa cultura cívica y esto cuestiona la
organización vial de nuestra ciudad en la que se encuentran evidencias de
corrupción. Esto va no solo transporte
público (que es de manejo privado), sino para los particulares. Cada vez se ven
vehículos nuevos manejados por personas bastante inescrupulosas en su conducir.
La ciudad es una verdadera jungla en la que el más avezado determina las reglas
del juego. Así, vemos micros o combis, por un lado, como camionetas o autos por
el otro, subiendo veredas, rompiendo bermas o yendo en sentido contrario, en un
marco de impunidad.
Debemos
de agregar a esta dramática situación el hecho de que Trujillo tiene un parque
automotor de casi 360 mil vehículos con un crecimiento del 6 % anual. En 2017,
según datos de entonces, las autoridades debieron de haber retirado un total de
6 mil vehículos de todo tipo, pero solo se retiraron 600.
Medidas
drásticas deben de ser aplicadas con el fin de atacar esta situación. Las
medidas son impopulares en un principio, por lo que deben de ser bien
planificadas, pero no postergadas. El populismo ya ha hecho demasiado daño a
los ciudadanos. ¿O es que ya es este nuestro estilo de vida?
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