Se va el 2018. Año accidentado
en muchos aspectos, acentuados estos últimos días de fiestas. Pareciera que
nuestra ciudad es el espacio emblemático de violencia, suciedad y ambulantes
por doquier. Esa es la imagen que compartimos todos. Quizá esa sea nuestra
percepción final de este año que se va. Sin embargo, prontos ya a recibir el
2019, es bueno hacer un recuento positivo de lo que va quedando para empezar un
año nuevo con cosas claras y edificantes.
2018 fue un año fructífero
para casi todas las artes. Hubo presentaciones, exposiciones, conferencias,
ferias y festivales que mantuvieron activo el mundo académico y artístico
trujillanos. Las propuestas vinieron de diversas instituciones culturales
civiles, empresas y organizaciones públicas (sobre todo, ediles). Un activo
Fondo Editorial Municipal fue uno de ellos. Las pocas galerías que quedan en
nuestra ciudad han montado exposiciones que han sido una extraordinaria vitrina
para artistas, estudiantes y público en general. Nombraremos algunas de las más
notables de las numerosas que han sido expuestas en el BBVA, Alianza Francesa,
El Cultural, Casa de la Identidad Regional y en la Fundación del Banco de la
Nación, así como el Club Central, Colegio de Arquitectos y la pequeña galería
de El patio rojo: las fotografías de la artista germano-argentina Annemarie Heinrich;
la extraordinaria colección de Tola con importantes obras de Tapiès, Picasso,
Tamayo, Lam, Banksy, entre otros; la exposición fotográfica del XV Concurso de
Fotografía Documental “Espacio-Tiempo 2018”, que expone también trabajos de
proyectos fotográficos ganadores de versiones anteriores; el Segundo Encuentro
Nacional de Artes Visuales en el mes de setiembre y octubre, que le dio una
movida interesante al Centro Histórico, pues se intervino en nuevos espacios,
como la Casa Francia, y trajo a una serie de ponentes expertos en artes
visuales y creadores de proyectos culturales que podrían generar un impacto muy
significativo para las propuestas culturales de nuestra ciudad. Por otro lado,
el Teatro Víctor Raúl Lozano Ibáñez, más conocido como UPAO, ha dado un vuelco
a las artes escénicas del Norte del país; este exige a nuestros artistas
locales mejorar su producción y adecuarse a un desarrollo tecnológico que
enriquece su producción artística. La llegada de diversos espectáculos teatrales
o musicales ha reavivado nuestro mundo cultural. Hubo Feria del Libro, pese a
la reticencia de usar un espacio alternativo que no sea la Plaza de Armas. Hubo
conferencias de muy alto nivel académico. Festivales de cine, uno de ellos, el
Festival de Cine Peruano, único en todo el país. El Festival de Canto Lírico,
sólido a pesar de los años, y renació el Festival Internacional de Ballet de la
AFIT, luego de 15 años.
Todo esto debe de merecer el apoyo
municipal o regional. Es necesaria una política clara de las nuevas gestiones
para mantener estas actividades que hacen de Trujillo, una ciudad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario