Artículo publicado el 13 de noviembre 1998, Revista Construyendo Diario
La industria
Los últimos acontecimientos que
abatieron a nuestro país deben de invitarnos a una reflexión sobre nuestra
actitud y planificación de todas las actividades que desarrollamos, empezando
por una de las más básicas y prioritarias: la educación.
Hemos sido testigos de un cambio
de actitud general hacia muchos cursos escolares, desplazados unos por otros,
los últimos magnificados por una serie de cambios que han venido sucediendo en
los últimos años. Esta actitud, sin embargo, no solo es ajena a los PPFF o
estudiantes, sino a los mismos docentes de los cursos en cuestión, lo que
agrava esa dejadez traslucida en poca innovación, escasa motivación y débil
capacitación que se da los docentes de esas áreas. Me estoy refiriendo a los
cursos de Geografía, Historia y Educación Cívica.
Vamos paso por paso. El reciente
fenómeno del Niño (1998) es un acontecimiento evidentemente geográfico, cuya
repercusión se hará sentir por varios años, en un principio, negativos; y, de
ser bien canalizados, en positivos. Este acontecimiento ha sido estudiado por
mucho tiempo por los científicos especializados en geografía física y
climatología. Los instrumentos cada vez más sofisticados permiten obtener datos
más exactos, corroborando o corrigiendo observaciones hechas hace varios años e
incluso siglos.
Es, también, un fenómeno histórico, de marcada preocupación
por todos aquellos que han sido, son y serán afectados por este acontecimiento
de envergadura que causó, incluso, la desaparición o casi extinción de culturas
ancestrales. Por lo tanto, las preocupaciones centradas en la visión real de
que dicho fenómeno es inevitable han desarrollado, a lo largo de la historia,
respuesta para poder sobrellevarlo. En algunos casos, los antiguos peruanos
lograron armonizar y sobrevivir al fenómeno; en otros, significó la extinción
de esa civilización.
El desarrollo silencioso de la
Historia y Geografía permite entender mucho mejor por qué muchas culturas se
hubieron extinguido sin que haya mediado participación externa humana
(invasión, guerra). Algunos misterios comienzan a ser comprendidos en su real
magnitud gracias a la necesaria interrelación disciplinaria, acción aún no del
todo planteada en aulas escolares o universitarias, más por prejuicio o celos
desarrollados en las últimas generaciones. Este conocimiento es necesario para
cualquier sociedad, pues le permite buscar medidas preventivas y a desarrollar
estrategias que nos permitan continuar existiendo evitando el colapso. Y este
conocimiento, básico o profundo, se accede por la educación de toda la
población involucrada.
La población, de pronto, se
encontró sorprendida por aquello que ya estaba previamente anunciado. El diario
La Industria publicó mapas donde figuraban datos ya observados ¡hace siglos!,
datos que la arrogancia moderna jamás los tomó en cuenta. Calles céntricas del
viejo Trujillo son en realidad cauces secos. Se construyeron edificaciones
–hasta de material noble-en lechos de ríos secos, los cuales se colmataron (no
hay que ser un genio de ingeniería o de historia para saberlo, ¿o sí?) y
volvieron a su esencia natural. ¿Qué pasó con todos los sofisticados
conocimientos de ciencia y tecnología frente a lo de Mampuesto? ¿Se consultó a
los anales de la historia que fue un RESERVORIO creado para aprovechar las
aguas de las quebradas? Otros datos, desde el aire se ve cómo estuvieron
afectados, Huanchaco, Huanchaquito, Trujillo y sus numerosos barrios, el cauce
del río Moche, todos anegados; pero Chan Chan no muestra amenazas de este
desembalse.
¿Qué pasó con Defensa Civil, la
cual TODOS integramos? ¿Qué pasó con nuestro sentido de colaboración,
solidaridad y orden durante el desastre? ¿Por qué la gente se dedicaba a crear
sus propias protecciones sin orden y coordinación alguna para crear una suerte
de canal para canalizar las aguas que venían? ¿Dónde aprendemos esto? ¿Hay
cursos destinado para esto? ¿Matemáticas, Química, IT? De aquí vienen más
preguntas: ¿cuántas horas gastan nuestros estudiantes en marchar por las calles
de Trujillo, las cuales no saben proteger en caso de desastre? De haber
capacitado mejor a nuestros jóvenes, ¿hubiesen sido más efectivos en hallar
respuestas a padres desesperados ante una casa inundada? ¿Qué les estamos
negando, pues, a nuestros estudiantes en nuestros centros educativos?
De ahí vienen más dudas sobre las
universidades, ¿estas instituciones que forman a los futuros dirigentes (creo)
de su región, ciudad y barrio incluyen en sus estudios de la realidad, si es
que los hay, la presencia de este Fenómeno? Ingenieros civiles, arquitectos,
economistas, comunicadores, ¿saben lo que es el Niño y lo que debe de hacerse
para atenuar sus consecuencias? Entonces, ¿es el Fenómeno del Niño un acontecimiento
importante a tomar en cuenta o nos lo pasamos por alto?
En nosotros, como docentes, están
las respuestas.
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