Hace 19 años, aguas de la Quebrada de
San Idelfonso corrían por las calles céntricas trujillanas, luego de que las
aguas contenidas en un antiguo reservorio chimú, convertido en cementerio
ilegal, hayan sido inadecuadamente tratadas para evitar el rebalse eminente. Y
la riada de agua buscó su cauce natural de siglos, ahora convertido en calles y
avenidas céntricas. En 1998, hace 19 años. Igualmente en noviembre de ese año,
una revista local, especializada en construcción, publicó un artículo mío, “¿Preparados
para la adversidad?”, en el que reflexiono sobre nuestro actuar frente a tan
apabullante fenómeno, como el que nos aqueja en estos momentos. Ahora que releo
los contenidos, poco o nada se ha hecho para cambiar los errores cometidos en
ese entonces: se ha seguido construyendo en zonas identificadas como lechos de
ríos secos; hay hasta edificaciones de material noble que demuestran cierta
solvencia económica. Y Mampuesto sigue siendo utilizado como un cementerio.
Otro dato anecdótico fue la publicación de un mapa histórico en que se mostraba
toda la red de ríos secos, sobre los cuales se han construido calles y
avenidas. Lejos de tomar en cuenta el hecho de ser un cauce natural, los
ingenieros, planificadores urbanos y autoridades municipales y regionales de
estos últimos 19 años han pavimentado estas zonas sin medidas de precaución
(por lo menos, drenes) por lo que la ocurrencia de desastres es mayor en las
mismas; además tienen numerosos rompemuelles incrementando el problema.
Trujillo ya viene afrontando una
tropicalización, fruto del cambio climático y de la presencia de Chavimochic, proyecto
que ha generado un impacto sobre la población. Incremento del calor y humedad, y
subida de la capa freática son algunos de los cambios sustanciales
experimentados en los últimos años. Y con un Niño, estos se incrementan
exponencialmente. El Norte peruano debe de construir pensando en un nuevo Niño,
fenómeno inevitable y cada vez más violento. Las carreteras y calles están
pensadas para ciudades de escasa lluvia; por eso, colapsan irremediablemente.
El sistema de drenaje de Guayaquil debe de ser un ejemplo a imitar por todas
las ciudades norteñas: desde Huarmey hasta Tumbes. ¿Las autoridades regionales
y municipales se han dado una vuelta por Arequipa para ver el puente que une a
dos distritos de esa ciudad? ¿Por qué el puente Moche está a la altura del
cauce mayor de este río? ¿No se aprendió con lo que pasó en Piura en 1998 o
queremos que suceda el mismo incidente? ¿Existe algún otro puente alternativo
para Trujillo, con casi un millón de personas, con las ciudades del sur? Las
construcciones del boom de los últimos años han mostrado grandes problemas en
su edificación. ¿Se construyeron pensando en el Trujillo de los 80? Queda en la
sospecha que muchas previsiones hayan caído en saco roto a causa del fantasma
de la corrupción, como Chavimochic, que ha corroído nuestra sociedad por
décadas. Al final de cuentas, la reconstrucción es negocio redondo y aceitoso.