Este artículo de opinión debió de haber sido publicado el día domingo 02 de julio. A estas alturas, el Contralor Alarcón ya está de salida por decisión del Congreso.
La vida política peruana está
viviendo en una gran ciénaga moral, controlada por personajes de dudosa
catadura; los cuales, como en la salita de SIN, han ido desnudando a tanto líderes
de derecha, centro e izquierda de nuestro país. Los cuestionados Procurador de la República Edgar Alarcón y el Director
Ejecutivo de su empresa familiar Marcelo Odebrecht están demoliendo lentamente la
ya alicaída capa social política del país. Si podemos encontrar un punto de
referencia similar al que estamos viviendo; nos remontaríamos a todo ese
periodo en el que muchos Vladivideos comenzaron a salir al aire y comenzaron a
caer diversos personajes no solo de la casta gubernamental y su entorno (casi
todos los partidos de entonces tuvieron algún representante sentado en interesante
conversación con el Doc), sino empresarios, deportistas y gente de la farándula
limeña. Muchos de estos videos se “extraviaron”, puesto que varias altas
esferas se iban a ver íntimamente cuestionados e incluso enviados a prisión
como sucedió con peces menos gordos. Quizá para muchos jóvenes o personas que
vivieron engañados en la burbuja mediática creada en ese entonces jamás haya
llegado a sus oídos u ojos lo que significó para la sociedad peruana ese
periodo negro de nuestra historia que ahora se pretende disculpar, luego de
haberse levantado medio país, haber corrompido cuanta institución pública o
privada había en ese entonces y haber arrasado con la precaria moralidad escasa
que aún había.
El contexto ahora es, para
bien o para mal, diferente; el corruptor de gobiernos, Marcelo Odebrecht, quizá
no vaya a la cárcel gracias a la colaboración eficaz, luego de haber arruinado
la política no solo en su país, sino en cuanto lugar su empresa estuvo.
Odebrecht está en el país desde finales de los 80, cuando el primer gobierno de
AGP la trajo. Acostumbrada a los famosos lobbies políticos, los ha promovido en
cuantas elecciones gubernamentales hubo en las últimas décadas. Según palabras
del mismo colaborador, se “apoyaba” al candidato más fuerte en la contienda. De
ser lógica esta estrategia, la candidata KFF ha sido una segura beneficiada de
esta modalidad. A medida que se desmadeja la información, los diversos candidatos
de las últimas décadas están afilando sus estrategias de comunicación para tratar
de salir airosos; esperemos que no.
Lo de Alarcón es más grueso y
parece dedicado a dinamitar a cuanto político se le ponga por delante. Es
cierto que esta situación ha demostrado lo bastante improvisado que ha estado
este Gobierno en muchos rubros con algunos personajes de malas costumbres
lobbistas; pero el modo de accionar de este contralor ya bordea lo
delincuencial. Costumbres montesinistas.
¿Qué hacer como sociedad ante
el momento? Exigir más transparencia en procesos para no caer en las redes de mediocres
como Alarcón. Y otro objetivo más: partidos políticos modernos y sólidos, con
cuadros transparentes. Así se rescatará la credibilidad.