Domingo 25 de julio. Casi
todos levantados a las 5:30 am. Habíamos dormido con todo un ruido infernal de
una fiesta quinceañera frente al hotel. Cuando ya salíamos en dirección a
Angasmarca (6:30) los últimos invitados de la ruidosa fiesta se iban. La luna
se veía en todo su esplendor (así puede uno entender por qué se creía que esta
era un dios poderoso, que se lo podía ver tanto de día como de noche).
Premunidos de casacas y gruesas chompas salimos los cuatro aventureros hacia
nuestro objetivo final; salimos de nuestro hotel en la calle Raimondi y subimos
toda esa cuesta. Pero antes de dejar Cachicadán, compramos una rosquitas para
nuestro improvisado desayuno.
El camino, completamente nuevo
para mí, mostraba bellos pasajes, pero se me hizo un poco complicado pues el
sol reventaba en mis ojos. Pese al cobertor y mis lentes oscuros, hubo pasajes
que los pasé con cierta intuición. La carretera también está en mantenimiento
por lo que veíamos maquinaria diversa en el camino, pero no estaban trabajando:
no sabíamos si era por ser domingo o por la fiesta de Santiago. El tramo se
angosta en varias zonas y hay que ir con cuidado. Los choferes más diestros no
escatiman la velocidad por lo que hubo momentos un poco tensos. Hay lugares en
los que pasa un solo vehículo y las curvas son muy pronunciadas. Hubo un
momento en que la camioneta derrapó, pero fue un pequeño susto. La distancia entre
Cachicadán y Angasmarca es de 26 kilómetros aproximadamente, pero nos tomó casi
una hora. Angasmarca está un poco más alto que Cachicadán (2,884). El último
tramo fue un poco de ascenso. Por fin llegamos a Angasmarca (2,900) y ahí nos
íbamos a encontrar con el profesor Óscar Lihón, director del centro educativo
de la ciudad. Angasmarca tuvo una historia floreciente. Se ubica en punto
estratégico, un valle rico el cual fue explotado durante la colonia: zona agrícola
y pastoril que se vio afectada por muchos incidentes en las últimas décadas
desde la presencia de Sendero Luminoso hasta nuestros días. Aquí detalles de su
historia: http://muniangasmarca.gob.pe/el-distrito/resena-historica/.
El profesor Lihón era la persona que nos
iba a abrir la puerta de la iglesia (principal objetivo) y enseñarnos las bellezas
que se encuentran adyacentes a tan bello monumento que clama ayuda para su
restauración. De la iglesia había oído muchos comentarios que alababan su interior;
había hablado durante años con personas como Ricardo Morales, Iván La Riva o
Guido Sánchez, había leído texto y visto fotografías. Pero “una cosa es con
guitarra y otra con cajón”. Hoy me tocaba con cajón: estaba en el lugar para
constatar su belleza y peligro latente. El profesor nos contó que la torre
había sido demolida (¡demolida!), pues estaba en riesgo de caerse por cuarteamiento,
así que la solución de una empresa fue tirarla abajo. La puerta principal había
sido dinamitada por Sendero Luminoso en 1991, así como la Comisaría del lugar
(es un edificio nuevo). Por lo que esas partes han tenido una intervención cuestionable
y esperemos que con el tiempo se haga una buena restauración. Abrir la puerta e
ingresar fue toda una experiencia alucinante. Al subir la llave de luz, la débil
iluminación nos mostró una belleza inigualable. Había visto iglesias con
detalles primorosos como Huaylillas, Parcoy, incluso La Jalca en región Amazonas.
Pero también vimos el severo daño y peligro en que se encuentra este bello
espacio: Nuestra Señora de la Asunción de Angasmarca o la iglesia matriz. Ingresamos
viendo detalle por detalle. Esta iglesia había perdido su techo (irremediablemente)
y tuvo todo su interior expuesto a lluvias y cambios bruscos de temperatura,
pero aún así los estucos de yeso primorosamente labrados para representar
santos o escenas bíblicas resisten al tiempo y a la desidia humana. Pero ha
habido varios intentos de reconstruir y hay proyectos para su recuperación. Esperemos
que estos se hagan pronto realidad para evitar su acelerado deterioro. Incluso el
techo de paja improvisado (hay que cambiar todo eso) así como la portada y la
torre, (urgente antes que haya intervenciones desafortunadas) necesitan ser
removidos técnicamente; el techo tiene muchas palomas cuyas heces están
afectando también el estuco de las imágenes y retablos. La iglesia ha tenido
hurtos y saqueos, uno último ha sido el de su campana de bronce. Hay vigas que
sostienen paredes y algunos techos de cuartos colaterales pueden colapsar en
cualquier momento: uno ve esto y sí puede comenzar a creer en todo tipo de
milagros. Luego fuimos a ver los restos de la hacienda en la que alguna vez
estuvo Bolívar y Raimondi alojados. El paisaje es generoso y frente a ello una
inmensa montaña empinada como Apu tutelar de la zona. Nos contó que ahí hay restos
wari y el triste caso de unos jóvenes imprudentes que murieron en un incendio
provocado por ellos mismos. Ya retornando con nuestro guía nos fuimos a ver un
portal, el Portal de Belén, construido para ese único propósito. Aquí datos de
la iglesia: http://www.munisantiagodechuco.gob.pe/webantes/Donde_ir/iglesia_matriz_de_angasmarca;
aquí otro más: ndiario.pe/blogs/notas-de-prensa/2015/06/22/gr-apoyara-restauracion-de-antigua-iglesia-de-angasmarca.








Nos despedimos amablemente de
nuestro guía y retornamos a Cachicadán. César sugirió retornar a Santiago de Chuco
para evitar los cortes que habíamos visto el día anterior. En nuestro camino
ingresamos a un pequeño poblado de agricultores: Santa Cruz de Chuca. Nos detuvimos
un rato en su bonita plaza, aunque un poco arruinada por un armatoste de mal
gusto de la municipalidad, un edificio lleno de vidrio translúcidos y con
detalles que rompen con la armonía del lugar. Como siempre, el mal concepto de “modernidad”.
Pero el secreto del lugar iba a ser una suelte de balcón desde el cual se ve
Santiago de Chuco y otros bellos lugares; además un silencio escandaloso, roto por
la brisa del viento y el movimiento de los maizales. Al retorno, una señora muy
amable nos obsequió mote de trigo y vimos cómo cocía una cabeza de chancho.







Volvimos a nuestra camioneta y de ahí a Cachicadán. Ya estábamos cerca. En Cachicadán
fuimos al hotel a recoger las cosas y partir a Santiago para almorzar allí. Había
un tráfico regular por las fiestas; estábamos un poco temerosos de no hallar
hotel. Al ingresar veíamos en las esquinas de muchas calles arreglos y altares para
esperar el paso de la imagen de Santiago que iba a ser trasladada en una
camioneta. Nos dirigimos hacia nuestro hotel: hostal El Mirador en la calle Los
heraldos negros (nombre de un poema de César Vallejo). Felizmente había
habitaciones; los amigos de César fueron una gran ayuda; como era un poco
tarde, pedimos almorzar ahí. La demora sí fue proverbial, sin embargo, nos dio
tiempo para ver la procesión que iba recorriendo las calles centrales con
varios hombres pallos y mujeres ataviados para la ocasión (https://www.youtube.com/watch?v=Bv6ZhFfjq6s).
Las calles estaban llenas de personas celebrando (nada de protocolo sanitario,
peligroso). Como estos festejos iban para más tarde, decidimos visitar el
cementerio de la ciudad. Fuimos caminando y en el trayecto vimos en varias
esquinas gente bailando y bebiendo a raudales (cajas de cerveza varias, por eso
hay una venta extraordinaria de cerveza en estas fiestas): tomamos el camino
hacia este lugar. Vemos un monumento a Manuel Porturas y de ahí empieza una
avenida que lleva su nombre. Al llegar al cementerio vemos dos entradas: una
nueva y una más antigua que eran los límites iniciales del camposanto. Es un cementerio
de pueblo de sierra, algunos cuarteles se han hundido. Lo que nunca logramos
encontrar son las tumbas de los familiares de Vallejo; el día anterior el guía
nos indicó que sus familiares estaban en este cementerio y que su familia era
conocida en la ciudad. No encontramos dato alguno. Lo que sí hay es una tumba en
conmemoración de Vallejo con una frase (mal escrita, dicho sea de paso) de su
esposa francesa Georgette Vallejo (la frase está en francés). Uno evoca su triste
poema dedicado a la muerte de su hermano Miguel: aquí escuchamos la versión de
Susana Baca (https://www.youtube.com/watch?v=LNCevBd0Pl0);
o esta de Mercedes Sosa (https://www.youtube.com/watch?v=SaYLaHjLdUA.
Qué canto y poema.





Un poco apenados salimos del cementerio
y César nos sugiere de ir a un paseo mirador no lejos de ahí. Este lugar sí es
muy simpático y nos permite ver la ciudad; en el mirador, mirador Chaychugo,
hay muchos murales y vitrales que crean espacios cromáticos de luz. Nos quedamos
hasta la caída del sol y retornamos a la plaza principal donde la fiesta estaba
en su punto. Todo Santiago estaba en la calle; entramos a una pequeña pizzería,
Arte y Aguacero, para tomar un café y comer algo. Este restaurante tiene dos
balcones que dan hacia la plaza, desde los cuales veíamos el desarrollo de la procesión.
Bajamos nuevamente a la plaza para ver de cerca el ingreso de la imagen a la
iglesia y ver los fuegos artificiales y bailes improvisados de la gente ya bien
sazonados. Nuevamente nos encontramos con el señor Salinas, mayordomo de la
actividad central, con quien conversamos sobre la iglesia de Angasmarca; me
comentó que ya tienen expedientes y presupuestos, pero hay asuntos administrativos
pendientes. Le comenté sobre Huaylillas y me comentó que ellos lograron
restaurar esta iglesia, así como la de Tulpo y Bambamarca. Estuvimos
conversando por lo menos una media hora al respecto. Luego nos retiramos para nuestro
hotel, no sin antes comprar pan, bizcocho (extraordinarios) y rosquitas. Ya en
nuestro hotel pedimos coordinar con la señora para que nos prepare temprano el
desayuno y que nos pueda comprar más pan y bizcochos.








Lunes 26, muy temprano
iniciamos retorno a Trujillo. El camino fue tranquilo, nos detuvimos en Shorey para
revisar una llanta, la que tenía un buen clavo incrustado. Por el lugar llamado
Paraíso compramos quesos, muchos quesos. Llegamos a Trujillo con un tráfico
pesado. Fin de nuestro viaje.