Los políticos peruanos que
pueblan nuestro alicaído Congreso han entrado en la fase de caída libre. Congresistas
desaforados o implicados en posibles escándalos delincuenciales (casos Becerril
o Velásquez Quesquén en Chiclayo) son noticia cotidiana, generando un desmedro
permanente en su credibilidad. Salvo contadas excepciones, la mayoría de
congresistas engrosará la lista de personajes sospechosamente corruptos o
cínicos que han ido encubriendo gruesos escándalos para el asombro e
indignación de la opinión pública y del Poder Ejecutivo. O simplemente de anónimos perfectos.
Hagamos un poco de historia.
El actual Congreso fue electo en las elecciones de 2016. En ese entonces, la
composición de este era la siguiente: Fuerza Popular (FP) tenía 73 escaños; Frente
Amplio por Justicia, Vida y Libertad (FA), 20; Peruanos Por el Kambio (PPK), 18;
Alianza para el Progreso (APP), 9; Partido Aprista Peruano (APRA), 5; y Acción
Popular (AP), 5. Recordemos el accionar de este primer congreso con una mayoría
fujimorista más el abierto apoyo del APRA, los cuales tomaron una actitud hostil permanente desde el momento en el que
su líder, Keiko Fujimori, actualmente presa, no reconoció la investidura del
nuevo presidente de entonces, Pedro Pablo Kuczynski, en la actualidad bajo
arresto domiciliario. Tras tres años, tenemos: 55, FP; 9, PPK; 10, Nuevo Perú;
7, Cambio 21; 7, Concentración Parlamentaria; 9, FA; 8, APP; 6, AP; 5, APRA; 5,
Bancada Liberal; 5, Unidos por la República; y 3 como no agrupados. Una
atomización iniciada no bien ellos empezaron a legislar (si cabe el término) y
que quiso ser contenida por el partido que más pérdidas ha sufrido desde el
indulto a su jefe “ideológico”: Alberto Fujimori. Lo demás ya es historia
conocida. El otro caso es el de congresistas desaforados. La historia del
Congreso peruano tiene muchos casos, así que el de Edwin Donayre no es el
único; pero sí es descarado el blindaje absurdo por parte de varios colegas
suyos. Y más escandaloso aún, el hecho a todas luces que le ha permitido
fugarse de la justicia peruana. Recordemos que tres integrantes de FP, entre
ellos Kenji Fujimori, casi son desaforados por el pedido insistente de sus
mismos compañeros de banca. Interesante es recordar que la excongresista Tula
Benites fue desaforada en 2008 por haber contratado un empleado fantasma.
Imaginar que dos de sus compañeros, Del Castillo y Mulder, arrastran evidencias
de lo mismo e, incluso, se archivó la investigación del primero. De los
suspendidos por acciones dolosas, basta nombrar que a estas alturas se debe de
estar reintegrando Moisés Mamani. Huelga comentario alguno.
Odebrecht ha abierto un gran
forado. El informe Lava Jato de Rosa Bartra queda como un escándalo mayúsculo.
Pero también están los aportes económicos durante campañas electorales a
diversos congresistas. Quizás eso explique la cerrada oposición a la
colaboración eficaz que está preocupando a más de uno. Quizás.
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