Jueves 17 de enero. Último
día, prácticamente, en Lisboa y en Portugal. El viernes partía para Francia,
vía Madrid. El tiempo se fue volando como de costumbre. Íbamos a emplear la
mañana para visitar el barrio antiguo de Alfama, su Panteón Nacional, el
castillo de São Jorge, su vieja catedral. Una buena caminata por una de las
colinas más tradicionales de esta vieja ciudad. Históricamente, Alfama es el
barrio más antiguo de Lisboa. Ahí se encuentra el antiguo castillo de San Jorge
y su vieja catedral. Pero Maria había decidido hacer una buena caminata para
recorrer la vieja Lisboa. Para eso nos fuimos hasta la estación de Santa
Apolonia. Este nombre lo tenía fijo en la cabeza. Cuando estuve en Europa entre
1994-1995, compré el famoso Euralpass para poder viajar por tren entre varias
ciudades y países; te daban un folleto en el que salían todas las estaciones de
trenes y los horarios de conexiones de estas con diversas ciudades de Europa.
Ir a Lisboa o Sevilla era bastante complicado, puesto que en ese entonces
estuve viviendo en Dinamarca. Era casi dos días ir hasta allí y, para complicar
la situación, España había impuesto unilateralmente la visa para los peruanos.
Eso fue a pocos días de partir a Dinamarca y no pude hacer los trámites
debidos. Leía el nombre de Santa Apolonia, así como el de Santa Justa de
Sevilla, dos estaciones que terminé de conocerlas 25 años después. Santa
Apolonia es una estación que recibe este nombre, pues hubo anteriormente un
convento con ese nombre. Bajamos del metro, (la línea se ha extendido hasta
esta estación) y ascendimos hasta el edificio central; al salir nos topamos con
el Museo Militar, el cual no íbamos a visitar. Decidimos caminar por las calles
sinuosas para llegar a nuestro primer objetivo: El Panteón Nacional, O Panteão
Nacional.
Este gran edificio es la
memoria intelectual, artística e histórica de Portugal. Tiene una larga
historia que se mezcla con la leyenda y el mito popular. Aquí hay datos
interesantes de su pasado (https://www.abc.es/internacional/20140119/abci-panteon-nacional-lisboa-lugar-201401170047.html).
Todo panteón es una gran visita para navegar en el imaginario de una nación, no
importando el momento que uno le toque visitar. Este sitio acoge tumbas
simbólicas como la de Luis de Camões o Vasco da Gama, pero también es el
espacio de la gran cantante de fados Amalia Rodrigues o el jugador de fútbol
Eusébio da Silva Ferreira, más conocido como Eusebio. Aquí un fado de Amalia
Rodrigues sobre la vieja Lisboa (https://www.youtube.com/watch?v=v6P68KXeBy4)
y aquí un video con varios goles de Eusébio (https://www.youtube.com/watch?v=GLBBCjM4b_w).
Aquí más datos anecdóticos de este lugar (https://www.visitlisboa.com/es/node/853).
Lo más destacado es subir a la cúpula, recorrer los pasillos laterales y
controlar un poco tu acrofobia para ver todo el panteón desde la parte
superior. Luego salir a una amplia azotea para ver el Tajo y parte de la ciudad
antigua: es una vista maravillosa. Al descender, hicimos una última vuelta por
el panteón para despedirnos de Luis de Camões, Vasco da Gama, toda la pléyade
de portugueses que son el orgullo de la nación lusa.
Al salir nos fuimos en
dirección a la iglesia de San Vicente de Fora, una blanca iglesia grande frente
a un pequeño parque. El edificio es sobrio, pero monumental. Esta gran iglesia tiene
al costado un antiguo convento agustino, que es famoso por sus azulejos. No
ingresamos puesto que teníamos más cosas pendientes en mi último día. Además,
luego nos enteramos de que aquí está el cementerio real de la Familia Braganza (Bragança).
Aquí tenemos más datos de tan bello lugar (http://www.sietelisboas.com/sao-vicente-de-fora/).
Está muy ligado a la historia de esta vieja ciudad, pues este es el resultado
del éxito del asedio cristiano contra la ciudad mora que era Lisboa en el siglo
XII. Afonso Henriques, una vez reconquistada la ciudad, mandó a erigir un monasterio
e iglesia a cargo de los agustinos. Está dedicada a este santo español y sus
restos fueron traídos desde el Algarve a este sitio. Aquí hay más datos (https://destinoinfinito.com/monasterio-san-vicente-fora/)
(http://www.sietelisboas.com/sao-vicente-de-fora/).
Al salir nuestro objetivo era
el castillo de San Jorge. Pero no iba a ir de Lisboa sin haber subido al
tranvía para un recorrido más extenso. Al intentar tomar uno para subir en
dirección al castillo, creo yo que hubo un mal entendido con el conductor de
uno de estos el cual entendió que nosotros queríamos pasar, cuando nuestra
intención era subir al tranvía. Ya habrá otra oportunidad. Antes de llegar al
castillo hicimos una escala en el Miradouro de Chão do Loureiro (Mirador del
Terreno del Laurel), en el que hay muchos cafés y pastelerías como una pascana
natural de los cientos de turistas que, como nosotros, estaban recorriendo la
Lisboa vieja.
Luego de un reparador café y
un delicioso pastel nos fuimos hacia el castillo. Este ascenso se hizo por las
estrechas calles de una ciudad medieval, aunque los edificios son nuevos, tras
el terremoto de 1755. Así llegamos a la entrada del castillo. Hicimos una
pequeña cola y recogimos algunos folletos informativos. Ya adentró nos dirigimos
hacia las instalaciones militares para culminar en el museo de la ciudad. Este
espacio era originalmente una fortaleza y espacio real de los musulmanes y luego
pasar a manos cristianas tal la reconquista de Afonso Henriques. Esta fue la zona
real portuguesa hasta el siglo XVI. Fue usado como lugar militar. En la actualidad
es un monumento y patrimonio nacional; además se han hecho muchos avances en las
investigaciones arqueológicas y se está descubriendo todo ese mundo musulmán que
le dio mucha gloria arquitectónica a esta zona. Los azulejos son bellos y hay
interesantes reconstrucciones de varios de ellos bellos pero dañados.
Aquí más datos (https://elcuadernoviajero.wordpress.com/2016/10/20/castelo-de-sao-jorge-eterna-fortaleza-de-lisboa/) (http://castelodesaojorge.pt/site/es/historia/)
Aquí más datos (https://elcuadernoviajero.wordpress.com/2016/10/20/castelo-de-sao-jorge-eterna-fortaleza-de-lisboa/) (http://castelodesaojorge.pt/site/es/historia/)
Nuestro último objetivo era la
Catedral de Lisboa, La Sé. En el camino vimos los restos del teatro romano
cerca a nuestra meta. No logramos ingresar por estar en reparaciones. Así que
seguimos hacia la catedral, la cual es una suerte de madre de todas las
iglesias de Lisboa, pese a no ser tan grande como los Jerónimos, es una sólida
iglesia que carga con la historia de esta ciudad. Está edificada sobre la
mezquita de los musulmanes vencidos por Afonso y sus huestes. Su construcción
es románica, por eso esos anchos muros de espíritu militar, inspirado en el
ambiente de las cruzadas medievales. Se parece a la Sé Velha de Coimbra. La
iglesia tiene muchos tesoros y los tienen escondidos en el segundo piso en una
bien cuidada ala que guarda casullas, incunables, objetos de culto e imágenes.
En la parte posterior al altar principal hay una serie de salas en las que
vemos viejos y bellos trabajos escultóricos tumularios. La iglesia es sobria y
discreta. Según la historia, ha tenido varios problemas aparte de terremotos e
incendios. Aquí tenemos más datos al respecto (http://www.sietelisboas.com/se/) (https://www.e-cultura.sapo.pt//patrimonio_item/7602).
Esta fue una visita reconfortante. En esta caminata por la ciudad, nos
dirigimos hacia la Casa dos Bicos (casa de los picos), donde se halla la Fundación
Saramago (Fundação Saramago). Esta casa perteneció a una familia noble y la
casa quedó muy dañada por el sismo de 1755. Fue utilizada como almacén de bacalao,
el pescado base en la dieta portuguesa. En las últimas décadas del siglo
pasado, la casa fue rescatada y actualmente es un espacio para exposiciones. De
ahí nos fuimos a Praça do Comercio y al Parque Saba Praça
do Município, donde María me tomó algunas fotos. Desde ahí caminamos por la
zona pombalina para ir a nuestro siguiente objetivo: el almuerzo. Y este lo
íbamos a tomar en A Tendinha, un lugar informal que sirven especialidades diversas
y acompañado de cerveza, pero la especialidad es la bifana, razón por la cual Maria
había escogido este restaurante; no es nada elegante, pero el ambiente es
simpático y ves poco turista; sin embargo, estaba lleno. El restaurante está en
la Plaza Rossio, también llamada Praça de Dom Pedro IV. La bifana es un rico sánguche
hecho con lonjas de chancho macerado en ajos, vino blanco, laurel y pimiento, y
tras ser colocado a la plancha, se lo sirve en pan portugués. (https://www.196flavors.com/es/portugal-bifana/).
Antes de retornar ya a casa
para preparar nuestras cosas, pues tanto Maria como yo teníamos que viajar al
día siguiente, fuimos a dar una vuelta y llegamos a un pequeño bar regentado
por un peruano que vive en Lisboa. Fuimos para bajar el chancho y lo mejor para
estos casos es un corto de pisco. Estuvimos conversando largo y tendido, pues
el dueño era de Trujillo. Tras nuestra larga conversa, decidimos retornar a
casa para preparar las cosas ya que salía a Toulouse, vía Madrid, muy temprano.
Mi último día en Portugal estuvo cargado de historia. Hasta una próxima vez.
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