Una escapada por otras
realidades nos abre los ojos y permite medir muchas cosas de los innumerables planos
que conforman nuestra sociedad. El día a día nos atrapa y no nos permite observar
la realidad que una ciudad y una Región encierra, caso Trujillo y La Libertad.
Un viaje a Ecuador generó en mí una sana, bastante sana envidia y, también, una
frustración por las posibilidades perdidas por nuestra sociedad debido a
diversos factores. Con un grupo de amigos logramos cruzar la frontera en auto
para poder hacer una rápida y selectiva visita a Machala, la cuarta ciudad de Ecuador
en economía y la quinta en población; y su puerto, Puerto Bolívar, no muy lejos
de la misma. Haber ido en auto nos permite hacer las primeras comparaciones: su
sistema vial. No es que uno se sorprenda por la buena autopista que une la
frontera con esta ciudad, sino que es una zona que también sufrió los embates
del Niño costero del 2017. Pueden leer el trabajo de investigación hecho por
Shiela Serrano con otros al respecto. Viajar por tierra de un lado a otro de la
frontera es frustrante, puesto que del lado ecuatoriano quedan pocos daños en
sus calles y carreteras, producto del Fenómeno de ese año; sin embargo,
Trujillo, tercera ciudad peruana, y su sistema vial están aún en un lamentable
proceso de reconstrucción que, me temo, sea solo un paliativo hasta el próximo
Niño. Ni hablar de Chiclayo, ni de Piura.
Ingresar a Machala fue otra
experiencia; yendo al volante en un país ajeno al tuyo, el estado de alerta es
latente; pero la no circulación de combis, ticos o mototaxis es todo un alivio
para cualquier conductor. Manejar en Trujillo, Chiclayo, Piura e, incluso,
Tumbes se ha convertido en un verdadero desafío para el más paciente y tenaz. El
casco antiguo machaleño tiene algunas zonas peatonales y posee anchas calles,
en las que se ha destinado un carril para transporte de buses. En una ciudad
con muchos vehículos, hay poco uso del claxon, son respetuosos de semáforos y
señales de tránsito, y respetan el orden de ingreso a un óvalo. Recuerdo una
entrevista radial a un dirigente de transporte público pesado, quien se quejaba
de la presencia de óvalos en una carretera o en la ciudad. Bueno, si un chofer,
dizque llamado, profesional desconoce su uso, dice mucho del riesgo que todos
tenemos al transportarnos en buses y explica el alto número de accidentes
mortales viales.
La ciudad lucía limpia, ordenada.
Ecuador trabaja mucho en atenuar el impacto generado por la deforestación y la
contaminación de la basura. Esta ciudad ha obtenido logros; a diferencia de
nuestras ciudades. El caso La Hermelinda quedará, todo parece, en una intentona
de calmar las iras de molestos ciudadanos que esperaban una acción más radical
y eficaz contra este flagelo de nuestra salud, seguridad y ornato de nuestra
ciudad.
Tanta gastronomía de
calidad y bellos paisajes se deslucen gracias al desorden que somos como sociedad,
paraíso de la impunidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario