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Trujillo, La Libertad, Peru
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domingo, 19 de febrero de 2017

CIUDAD ENFERMA (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO DE TRUJILLO 19 DE FEBRERO)

Las primeras manifestaciones vivas, rápidas y directas que tiene un visitante de una ciudad son su sistema vial y en el manejo de sus ruidos. A través de estas, el foráneo tiene una radiografía inevitablemente fortuita de sus habitantes, pues son las maneras y convenciones cómo los ciudadanos, Trujillo en este caso, nos interrelacionamos diariamente.
He tenido oportunidades de constatar cuál es la primera impresión que algunos visitantes se llevan de la ciudad. Recuerdo una ciudadana norteamericana invitada para una conferencia en una universidad local y su reacción nos sorprendió mucho; desde el taxi que la recogió del aeropuerto hasta su retorno al terminal aéreo para regresar a su país estuvo aterrada durante el trayecto o cuando iba por nuestras pistas y calles: la intrepidez insana de los conductores, el estado deplorable de muchos vehículos de transporte público o privado, el uso indiscriminado del claxon y las radios a todo volumen, más el caos la aterrorizaron.
El retiro de más de doscientos microbuses vetustos es un grano de arena en el caos vial actual, pero es un buen comienzo. Hay gente interesada que estas operaciones no se lleven a cabo, sea por demagogia o por intereses económicos mezquinos. Los plazos para su retiro han sido negociados por diversas tiendas políticas no en beneficio de la ciudad, sino en la contabilización de votos o la posibilidad, que ahora cabe, de actos corruptos oscuros que pudieran haber beneficiado a una u otra parte. La liberalización del transporte por el fujimorato ha tomado caminos dentro de un concepto de libre mercado que nos está dejando estos monstruos incontrolables. Y esas mismas hidras económicas hacen inválidas diversas ordenanzas para regularizar el tránsito de nuestra sufrida ciudad. Un ejemplo: cada vez es más frecuente ver mototaxis que ingresan osadamente por la periferia del centro histórico, muchas de ellas portando calcomanías que las ubican bajo un paraguas de grupos de extorsionadores. A través de esta maraña también salta el fantasma de la corrupción al ver entes del poder judicial emitiendo amparos judiciales a líneas de transporte o, lo más terrible, la posibilidad de circulación de choferes que acarrean varias multas en su haber. Recuerdo que hubo el caso, entre varios, de un chofer que atropelló a varias personas e, incluso, mató a una anciana, y el criminal seguía conduciendo, aduciendo que era el pan que llevaba a sus hijos diariamente. La extorsión de los sentimientos es algo que los peruanos sabemos trabajar en contra de nosotros mismos.

La Municipalidad debe de crear un buen servicio público “público”, no privado que solo buscan lucro y pocas veces se preocupan del usuario o peatón. Esperamos el día en que solo halla buses articulados, tranvías modernos o un metro que saquen de circulación a tanto vehículo pequeño (buses, micros y combis) contaminante (ruido y esmog) y arma asesina potencial en mano de tanto chofer inescrupuloso. Larga marcha.

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