Viernes 02 de agosto. Norte de
Chiclayo. Íbamos a hacer un buen periplo. Tomamos un buen desayuno para salir
temprano e irnos hacia Ferreñafe. El muchacho que trabajaba en el restaurante
nos indicó salir por la calle Tacna hasta la altura de Makro hasta acceder a la
ruta que va hacia Picsi y de ahí a nuestro objetivo. Al llegar a Ferreñafe, tomamos
una ruta que nos evita ingresar a la ciudad en sí; nos fuimos directamente al
Museo Sicán, una visita siempre agradable. Recuerdo mi última visita con varios
amigos que habíamos alquilado un auto en vez de una camioneta y fue terrible,
pues a todos los alcaldes de la Región, se dedicaron a abrir calles y avenidas
para cambiar tubos de agua y desagüe. Terrible. Al llegar dejamos la camioneta
y ya había cierto calorcito. Entramos en el museo e hicimos la visita de manera
pausada para ver los detalles que siempre se nos escapan en todo museo. Este no
es grande, pero la riqueza que tiene sí lo hace notable. La tumba de entierro
invertido sigue siendo todo un misterio, pese a que ya muchos arqueólogos dudan
que este entierro haya sido como tal; quizá con el tiempo las bases colapsaron
y el cuerpo quedó en esa posición como se lo halló ya en siglo XX. Misterios
que se esperan un día se resuelva. La ciencia en sus avances sí ha podido identificar
el nexo familiar entre las chicas y mujeres que fueron sacrificadas para ser
enterradas con un soberano, terrible suerte para las mujeres que eran forzadas
a seguir la eternidad del gran señor. La sala que tiene ajuar funerario y la
bella máscara enrojecida con cinabrio es una de las mejores del museo, pues
enseña la capacidad y creatividad metalúrgica de este pueblo. Es un espacio
cultural que mucha gente antes pasaba por alto; ahora ya hay más visitas. Positivo.
En este lugar compré un libro: Conociendo Sapamé de Edgardo Sánchez Canario,
docente de Historia y Geografía, un libro que contiene 142 páginas sobre la
historia y geografía física, social y política de la zona; además tiene en las
últimas páginas un pequeño glosario de palabras moche sacadas del libro de Brüning
y cómo se pronuncian en nuestro sistema fonético. Es un libro didáctico, acompañado
de fotos que describe la fauna, flora y los principales accidentes geográficos del
lugar; además recopilación literaria de la tradición del lugar. Adela quedó prendada
de la frondosa vegetación del museo, pues había buganvillas de todos los
colores. Uno no se da cuenta de las cosas bellas que te rodean hasta que alguien
te lo hace notar. Aquí alcanzo un breve documental al respecto: https://www.tvperu.gob.pe/novedades/museos-puertas-abiertas/visitamos-el-museo-nacional-de-sican.
En realidad, en los últimos
años la arqueología ha tenido notables descubrimientos en todo nuestro país.
Estamos parados sobre un gran patrimonio histórico del cual pocos peruanos son
consciente de ello, fuera de que no los conocen; por esa razón, no los respetan
e, incluso, los destruyen en la más honda ignorancia que se ha expandido groseramente
en las últimas décadas. Y esa experiencia nos la iban a contar en nuestra siguiente
visita del día: Bosque seco de Pómac. Nos enrumbamos hacia esta reserva natural
e histórica, pues todo lo que vimos en Museo Sicán fue hallado en este bosque
lleno de huacas y bonitos parajes para visitar. Aquí detalles de este parque: https://www.sernanp.gob.pe/bosque-de-pomac.
Primero, hay que ingresar al Centro de Interpretación
explicado por una chica que fue nuestra guía durante la visita. Pómac es un
bosque seco que tiene un lecho de río con poca agua, aunque el día de nuestra
visita tenía un buen nivel. Nuestra guía nos mostró el viejo algarrobo en el
que se siente una mística especial. Fuimos al mirador Las Salinas para ver el
extraordinario paisaje que asemeja al mundo maya de Guatemala o el sur de México.
En esta visita al mirador, Adela decidió descansar un poco, mientras Carmen y
yo subíamos a obtener esa vasta vista del lugar. Como íbamos con camioneta
pudimos vadear el río La Leche para ir a otro lugar fascinante, el lugar donde
se hallaron los entierros cuyos ajuares los habíamos visto en Ferreñafe. Ya
había estado en la huaca de El Oro (muchos creen que se llama Huaca del Loro),
pero con nuestra guía nos fuimos a otra que no conocía: Las Ventanas. La peculiar
forma como fue construido (unas hornacinas no cubiertas) le da este nombre.
Desde ese impresionante lugar tuvimos una vista hermosa del conjunto de huacas
que hay en este bosque. Desde esta altura, nuestra guía se despidió de nosotros
y nos dio las indicaciones para salir por el camino de trocha hacia Pacora, de
ahí a Íllimo y luego nuestra siguiente meta: Túcume. Nuestra guía nos mostró un
fruto de una planta enredadera que creció por todas partes en nuestro famoso
Niño costero del 2017. Las lluvias se van acentuando cada año más, producto de
los cambios climáticos que afectan a todo el mundo. La construcción de un extenso
proyecto de irrigación como el de Olmos va a cambiar más el clima y humedad de
esta zona. Este proyecto ha sido liderado por la empresa envuelta en grave escándalo
de corrupción como lo es Odebrecht. Aquí un video promocional de esta empresa
que muestra el proyecto en sí que cambiará Lambayeque: https://www.youtube.com/watch?v=BcOPcz2t6V4.
En nuestro camino para salir a Pacora se nos cruzó intempestivamente una gran
iguana a la que llaman pacazo aquí en la región; esta saltó dándonos un gran
susto, pues el animal no es una lagartija pequeña y ligera. El día anterior
habíamos visto uno en las paredes derruidas de la iglesia matriz de Zaña. Salimos
de la reserva a través de una puerta metálica, no había personas que lo cuidase;
espero que no haya muchas malas artes de personas que ingresan a talar o robar,
mas no lo creo pues todos se conocen entre sí. La ruta es tranquila con poco
tráfico hasta llegar a Íllimo, ahí el tráfico se intensifica pues es camino a
Olmos y a la selva Norperuana. Casi bordeando las 2 de la tarde llegamos a Túcume.
En el lugar solo visitamos el museo de sitio, siempre atractivo y muy didáctico,
también nos fuimos a ver el vivero que tienen en el lugar. Es interesante las muestras
del algodón nativo que hay en la zona y la casi extinción de este. Aquí algunos
datos: http://www.arqueotur.org/yacimientos/complejo-arqueologico-de-tucume-y-museo-de-sitio.html.
Aquí hay más datos: https://www.tvperu.gob.pe/novedades/museos-puertas-abiertas/eco-museo-de-tucume-el-valle-de-las-piramides.
Hay tanto por ver en esta región.
Aquí un vínculo que da a conocer todos los avances arqueológicos: http://www.ledizioni.it/stag/wp-content/uploads/2016/12/Libro-Arqueologia-Lambayeque.pdf.
Salimos casi a las 4 pm de
Túcume en dirección a Lambayeque para almorzar en la Casona Descalzi. Llegamos
a las justas, pues ya no había casi comensales. Felizmente nos atendieron y
logramos comer con calma. De ahí, hablando con el taxista y otras personas me
indicaron que había una ruta que se encontraban tan solo saliendo de Lambayeque
camino a Chiclayo. Y era cierto, es una vía larga semi asfaltada que conduce
cerca de la caleta San José. Salvo un pequeño percance, la ruta fue muy
efectiva y llegamos cerca de la caleta, tomamos la carretera que lleva hasta
Pimentel. Dejamos la camioneta cerca del malecón y salimos a caminar. Adela
estaba muy contenta pues gusta del mar. Caminamos por el bonito malecón que se
ha hecho hasta llegar al gran muelle, al cual lo han incluido como paquete
turístico. El muelle tiene en su entrada una serie de paneles que explican la
historia de este y su ingreso es simpático. El muelle es largo y, ya anocheciendo,
corría un frío viento que calaba en los huesos. Culminada la visita y la buena
caminata, nos dirigimos hacia Chiclayo para dejar la camioneta. La pensábamos devolver
ese día, por eso nos fuimos a la gasolinera de llenar de combustible. Llamé por
teléfono, pero el encargado me comentó que no podía recoger el vehículo, pues
estaba con muchos servicios en proceso; así decidimos ir al aeropuerto al día
siguiente. Como habíamos almorzado tarde y nos fuimos al café que el día anterior
habíamos descubierto: Expresso 414. Habíamos hecho un buen periplo. Recuerdo
que Adela me felicitó pues habíamos sobrevivido a la locura vial que es Chiclayo.
Sábado 03 de agosto. Último día.
Luego de nuestro último desayuno, nos fuimos a dejar la camioneta en el
aeropuerto. Una vez terminado todo el papeleo, nos fuimos a Lambayeque para visitar
el museo de Tumbas Reales. Tomamos un taxi que nos llevó por un precio módico y
nos dejó en el mismo museo. La visita siempre es simpática y nos dimos el
tiempo de ir a paso lento para disfrutarlo. Una vez concluida la visita, al salir
del museo nos encontramos con varios jóvenes que estaban ensayando para un
espectáculo. Era un ambiente de fiesta. Felizmente no bien salimos de las instalaciones
del museo, hallamos un señor que nos cobró módicamente para llevarnos de retorno
a Chiclayo. Nuestro bus salía a las 3 pm. Como teníamos un poco de tiempo, nos
fuimos a una cafetería para comer algo ligero. El lugar se llama Latte Café. Con
comodidad fuimos al hotel, pagamos nuestras habitaciones y recogimos nuestro equipaje
para irnos caminando a la estación de bus Emtrafesa. Fin de nuestra visita.