Datos personales

Trujillo, La Libertad, Peru
Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal
Mostrando entradas con la etiqueta niñez. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta niñez. Mostrar todas las entradas

lunes, 8 de agosto de 2022

AL LÍMITE (DIARIO CORREO ARTÍCULO DE OPINIÓN TRUJILLO 07 DE AGOSTO)


En una semana llena de pantomimas y desplantes en el mundo político peruano, y un avance alarmante y descarado de la corrupción en el Poder Judicial, una triste noticia nos estremeció y nos debe de invitar a una profunda reflexión, esa que los partiduchos que nos gobiernan en los poderes legislativo y ejecutivo no nos permiten abordar por ocuparse estos más en cubrir sus veleidades y trafas que en preocuparse por la ciudadanía.

El fin de semana pasado vi una obra teatral puesta en escena por jóvenes actores trujillanos. El tema: el suicidio. Dos jóvenes entablaron un diálogo, cínico y desesperante, sobre la realidad que los empujaba a tomar tan drástica respuesta a un pesado morral cargado de frustraciones, rechazos y derrotas; esas que agobian a miles de personas. Las procesiones van por dentro. Pese al acercamiento entre ambos, toman la fatal decisión de saltar al vacío. Tras dos años de pandemia (que parece rebrotar galopantemente), todos nos sumimos en el silencio de nuestras casas, en un aislamiento cargado de temor e incertidumbre. Cuando reviso los textos de entonces, asombra saber que llegamos hasta aquí. Pero no llegamos íntegros. En el camino muchas heridas mentales se abrieron; pero hubo la esperanza de que en algún momento las íbamos a abordar para reconstruir nuestra psique, nuestras emociones, nuestro mundo interior. Algo de esperanza. Mis textos escritos a inicio de este año invitaban a la reflexión y diálogo, luego de conversaciones sostenidas con profesores y psicólogos durante los primeros meses de retorno a la presencialidad estudiantil. Olas diversas de emociones recorrían las aulas y patios de diversos colegios; niños y jóvenes volvían a verse; pero, en el trayecto fueron emergiendo grandes carencias en infantes y adolescentes. Duelos truncos, miedo a la socialización, reclamos no oídos, miedos y tics iban surgiendo entre ellos. Capacidades motrices truncas entre los más niños y dificultades de trabajar en equipo. Quizás otras carencias vayan a surgir en las aulas universitarias, fuera del deterioro académico. En la absurda creencia de que los adultos pueden ser más capaces de controlar sus frustraciones, he ido teniendo algunos amigos quienes partieron por sus manos sin habernos preocupado por sus silencios. Decidieron saltar al vacío al no tener las respuestas que necesitaban. La sociedad nuestra enfrenta estos nuevos vacíos que agobian a muchos profesionales de la salud mental, profesores, padres de familia. A la sociedad en general. Los puentes están débiles y muchas veces son muchos elementos externos los que empujan a tan fatal decisión.

Además, muchas personas son víctimas de vejaciones por inescrupulosos abusivos y, también, por medios escandalosos; algunas personas aprovechan para sacar ganancia del escándalo público; de eso viven: del morbo de la chusma. Estos inescrupulosos son culpables de esta situación justificando su accionar lesivo para satisfacer a “su público”.


domingo, 3 de abril de 2022

¿ADAPTÁNDONOS A GOLPES? (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO TRUJILLO 03 DE ABRIL)

 



En medio de la latente amenaza del COVID que está enviando al encierro a millones de personas en otras latitudes y de los tambores de guerra cuyas consecuencias nos está pasando una dura factura que son parte del grave problema de una huelga de transporte que tiende a agravarse; el retorno a aulas sigue siendo un reto en el que todos debemos de hilar fino. La naturaleza de las clases virtuales del mundo escolar de estos dos últimos años ha generado cambios actitudinales que aparecen como una suerte de fractura insospechada que se está manifestando en las nuevas relaciones. El “restablecimiento” de estas relaciones de niños y adolescentes en sus salones de clases ha provocado ciertos comportamientos que hay que observar atentamente. El ansiado momento presencial está generando algo de desencanto y un complicado reacomodo entre todos los actores de la tríada educativa: alumnos, profesores y padres de familia. Siendo una de las pocas sociedades sin clases presenciales por dos años, los peruanos estamos en un lento proceso de aprendizaje en el que vemos muchos bemoles por los cuales debemos de estar alerta. Tanto la educación pública como privada están, pues, aprendiendo en el camino y con pautas que iremos entiendo, pues no existen referentes en otras sociedades.

Durante la primera semana en la que empezaron las clases presenciales en muchos colegios públicos, una niña declaró, muy sincera ella, a un entrevistador televisivo su desasosiego por retornar a aulas: el hecho de tener que lidiar con compañeros de clases que no “le caen bien” o estar en una clase aburrida se volvían momentos desagradables para esta alumna que añora la virtualidad. Me contaban diversos amigos que trabajan o tienen hijos en educación inicial ese duro proceso de socialización para niños que habían vivido prácticamente aislados o con escaso contacto con otros niños de su edad, pese a haber estado regularmente en sus momentos virtuales. Compartir un juguete u otro objeto para estos niños no es de su agrado y estos reaccionan negativamente a la socialización; esto exige a muchos docentes creatividad y perseverancia para crear en el niño la necesidad de compartir y aprender a convivir con los demás. Interesante panorama que para muchas personas ha pasado desapercibido. Y esta evolución no está exenta de varios momentos reactivos que generan malestar y frustración no sólo a los niños, sino a los profesores y a muchos padres desconcertados. Los colegios están viviendo toda una ebullición social en la que se ven muchas reglas quebrantadas, conflictos de convivencia y cuestionamientos ante el nuevo contexto. El retorno es para muchos también un espacio de expresión de tensiones vividas en sus hogares y en el mundo familiar, algunos incluso arrastrando duelos de personas queridas que partieron a la distancia. Es, pues, una realidad que exige la colaboración de todos para restañar las brechas emocionales, mentales y sociales.

lunes, 27 de agosto de 2018

PADRES EN SU SOLEDAD (ARTÍCULO DE OPINIÓN PARCIALMENTE REPRODUCIDO DIARIO LA INDUSTRIA DOMINGO 26 DE AGOSTO)


La reciente lamentable muerte de la niña Xohana Guerra en un buzón de la plaza de armas de Cerro Azul, Cañete, viene a ser una suerte de triste colofón, de una serie de errores inmediatos y mediatos que debemos de tener en cuenta. Rodeados por la cultura de informalidad y la displicencia, cada uno de los actores de esta triste experiencia es una larga suma de errores sociales (algunos de los cuales justificamos como casualidad) que está generando una larga retahíla de niños y adolescentes heridos o, en lo más extremo, muertos.
La cultura del aislamiento que se viene desarrollando agresivamente en nuestro siglo ha cambiado comportamientos y perspectivas de todas las personas de una sociedad, personas que asumimos diversos roles, entre los cuales están el de ser hijos y padres de una familia. Este acelerado proceso de aislamiento ha coincidido con una tergiversación de reconocimiento de valores individuales, así como un marcado ensimismamiento de las personas de su mundo personal, ayudado por la presencia de un mundo electrónico invasivo que hace que mucha gente deje sus labores de su compromiso social (como es el del preocuparse del prójimo, entre estas, la de cuidar de sus hijos) para sentirse raramente integrado con el mundo descuidando a su entorno. Así no es raro ver a policías, mozos, secretarias, maestros, padres de familia en general, más preocupados por su celular que de las personas a las cuales se dedica. El caso de Xohana, producto inicial de un descuido, es el largo hilo de una madeja. Agreguemos a esto, la informalidad y la escasa cultura de la prevención y seguridad para tener una de las tantas tragedias familiares de nuestro país.
La tergiversación de valores es otro de los grandes problemas en este mundo plagado de derechos y escaso de deberes. La niñez y la juventud han tenido grandes avances en el reconocimiento de sus derechos, aunque faltan muchos pasos más por dar. El abuso de estos derechos por parte de adultos, entiéndase padres de familia, genera una fuerte debilitación del crecimiento de relaciones sanas en el núcleo familiar. Los niños y adolescentes crecen en mundo avieso en el cual su persona es el centro del mundo y los demás son accesitarios. Craso error. Grandes conflictos de jóvenes mimados, carentes de límites y autoridad los vemos cada día. Estas carencias devienen en rebeldía extrema, escasa emoción social, frustración por su dependencia en todos los campos. Muchos jóvenes intentarán medidas extremas (como el suicidio) para hallar respuestas a un periodo doloroso el cual no tuvo cimientos sólidos desde la niñez por exceso de sobreprotección y carencia de reglas de convivencia. Hay muchos padres que en su accionar debilitan su propia figura de autoridad, la cual será un patrón referente para ese joven, quizá futuro padre o madre de familia.
La sociedad nuestra, además, genera situaciones que generan dudas en el crecimiento de niños y adolescentes. Se les habla de valores y ven un mundo adulto lleno de cínicos y corruptos; se les habla de la unidad familiar y vemos cada vez más madres adolescentes tratando ellas mismas de sobrevivir; por eso se llaman adolescentes, pues carecen de muchos recursos aún. La sociedad lejos de apoyar dando buenas herramientas a diversos jóvenes que desconocen todo, se les da la espalda aduciendo criterios religiosos o morales de quienes, a veces, no tienen ningún sustento más que el de sostener sus creencias. La educación sexual correcta en el Perú es urgente. Así no lanzaremos a la vida a padres tan jóvenes que después generan una cadena de problemas de nunca acabar.