Domingo, 02 de enero. Una
simpática visita al Valle Sagrado: Urubamba. En los días anteriores, estuvimos
coordinando para ir sea a Maras y Moray, o Chincheros y otras ciudades del
valle. El día anterior, Cecilia y Raúl se unieron a la visita y ellos
consiguieron una movilidad para poder ir todos juntos con la hija de Ricardo y
Verónica. Quedamos en reunirnos todos a las 9 de la mañana en la Plazuela de San
Blas. La iglesia está en reparación y hay una paccha muy simpática que la ponen
a funcionar a cierta hora. Llegamos temprano con Goyo, luego de nuestro
sustancial desayuno. Estuvimos husmeando algunas tiendas para ver qué recuerdos
o artesanías llevar a nuestras casas. El día estaba esplendoroso. Llegaron
todos y partimos casi a la hora: nos íbamos a Chinchero.
El camino es siempre un regalo
a los ojos. Tanto Raúl como Cecilia han ido adaptándose a esta ciudad y la han
hecho suya por toda la inmensa red de contactos que han creado a lo largo de
los años. Nos iban explicando los logros y espacios ganados para diversos
proyectos educativos en la ciudad e, incluso, la región. Cuando hice una visita
a Cusco en 1991 antes de mi partida definitiva a Trujillo, estuve con ellos,
otros amigos e Ingrid recorriendo algunos lugares (recuerdo que Cecilia había
conseguido un Volkswagen y me dio las llaves para conducirlo) del Valle Sagrado
que ahora recorreríamos. Pero íbamos a empezar “al revés”: en el 91, cerramos
la visita en Chinchero; en el 2022, empezábamos por esta pequeña ciudad. En el
camino nos detuvimos a contemplar desde una suerte de parador una serie de
montañas que podían observarse con claridad. Así pudimos ver el Salkantay. Recuerdo
que en mi viaje a la sierra de Tacna, en el 2013, tuve oportunidad de
detenernos en una zona llamada la Apacheta (hay una pequeña capilla) desde la
cual podíamos ver la belleza de algunos volcanes (Yukamani y Turukapa); igualmente
en el 2015, en el último viaje al Colca, nos detuvimos en Patapampa, en donde
hay toda una señalética especial (los volcanes que uno distingue y las alturas
de cada uno de ellos); desde ese lugar miras los siguientes volcanes: Misti,
Chachani, Ampato, Sabancaya, Hualca Hualca, Chucura, Mismi y Ubinas. En
Francia, en los viajes que hice con Melissa e Isabel me han permitido ver
lugares con vistas espectaculares potenciadas por servicios que hacen que las
personas disfruten del lugar y permanezcan en la zona. También lo vi en
Portugal e Israel. En verdad, nuestro país puede crear conceptos paisajísticos
como los que vi en Arequipa en el camino al Colca. Lo pueden hacer en Áncash, en
la sierra liberteña, los paisajes que vi en mi visita Ayabaca, Huancabamba en
Piura; o Cajamarca y la belleza de Balsas. Nuestra geografía es para explotarla
sin destruirla: una vez, una chica francesa me dijo hace años, mientras
pasábamos de dunas a zonas arbóreas y ríos profundos, que nosotros tenemos un
tesoro, sólo falta imaginación y trabajo para hacer de este nuestro mayor
recurso. Con la irritante noticia del derrame de petróleo y la inacción de
muchas personas frente a este hecho uno puede preguntarse si nosotros, como
ciudadanos, nos merecemos un país como este. Esperemos que Cusco haga realidad
eso; sin embargo, uno puede constatar la amenaza en ciernes sobre esta zona: el
aeropuerto internacional que está construyéndose. Esa realidad ha hecho que el
pequeño pueblito que lo recuerdo del 91 y del 2004, ahora sea una amalgama de
edificaciones que muestran la equivocada idea de progreso personal y poder, de
dinero y de jactancia o exhibicionismo. Como en todas las ciudades peruanas,
vemos edificios de tres o cuatro plantas con acabados inconclusos y vidrios
polarizados. Terrible.


Antes de llegar a nuestro
siguiente destino, vimos a lo lejos la laguna Puray. De ahí, la primera parada
para hacer una buena visita fue Chinchero. Un poco antes pudimos ver a lo lejos
los trabajos del nuevo aeropuerto internacional; este sí va a impactar en la
zona en lo ecológico. Comentaban que, pese a todo, no podrán recibir aviones de
gran calado como los jumbos. La construcción de este generó todo un
desplazamiento de familias para ocupar sus terrenos; las autoridades sugirieron
un modelo de casas para poder tener un espacio orgánico y armónico; pero muchas
de las personas han hecho lo de siempre: construir sus terribles edificios
inconclusos con sus vidrios pavonados. Terrible. Aquí información de este nuevo
aeropuerto: https://portal.mtc.gob.pe/transportes/concesiones/infraestructura_aeroportuaria/aeropuerto_chinchero.html. Arribamos
al estacionamiento del Chinchero para dejar la camioneta. La mayoría del grupo
decidió ir al mercado, mientras enfilé hacia la iglesia y, en verdad lo digo,
descubrí por primera vez el complejo arqueológico. La primera vez llegamos de
noche; la segunda vez sólo pude ingresar a la pequeña bella iglesia; pero ahora
pude visitar con más detenimiento el sitio arqueológico. No había comprado
boleto turístico, pero este era el primer domingo de mes y eso nos permite
ingresar libremente a museos públicos y sitios arqueológicos de manejo público. Entré al sitio con el objetivo de ingresar a la iglesia, que era lo que más
me interesaba en realidad, sin tener una idea de los restos incas. Aquí
información de esta bella iglesia construida, imagino, sobre los restos
incaicos como plan de extirpación de idolatría, una política muy usual muy
extendida en nuestro territorio (https://www.facebook.com/1857047297910068/posts/2190567127891415/). En
Trujillo, la iglesia de Huanchaco está precisamente sobre una huaca. No me
permitieron ingresar a la iglesia, pero vi los murales exteriores y estaban
restaurados; espero que el interior también lo esté. Pero me fui a ver el sitio
incaico: muy buena decisión. Parte de los restos fueron el palacio del inca
Túpac Yupanqui (https://tuguia.net/destinos/centro-arqueologico-de-chinchero).
Cuando estuve en 2003, había una feria frente a la iglesia; ahora la feria está
reubicada. Viendo las fotos que tomé en ese año (2003), las calles de acceso a
la plaza estaban al descubierto con acequias en el centro; ahora está todo
empedrado y hay muchos negocios de recuerdos. Por cierto, es un centro vivo
cultural; se usan los espacios que fueron hechos tanto por incas como por
españoles; esa es la atracción que veríamos también, pero con menor fusión, en
Ollantaytambo. El grupo estaba merodeando para ver qué podían comprar: Goyo
compró un trabajo en metal y Verónica estaba muy entusiasmada por unos tejidos
que al final decidió llevar. Una vez concluidas las compras, nos enrumbamos
a Ollantaytambo.







A este lugar he ido varias
veces, la última en octubre de 2019. Antes de llegar a nuestro siguiente
objetivo, Raúl y Cecilia me comentaban del lugar que habían comprado para un
futuro. Además, vimos las cápsulas de este novedoso complejo hotelero
suspendido en una montaña (Skylodge Adventure). El acceso a Ollantaytambo es
simpático y está bastante organizado. En esa oportunidad, subí a las
construcciones de este lugar ligado al jefe militar Ollantay. En esta
ocasión no iba a ascender nuevamente, pues reconozco que la caminata sí es exhaustiva y no estábamos con mucho tiempo. Esta información es para ahondar en
datos de este sitio arqueológico: (https://www.arqueologiadelperu.com/ollantaytambo-la-ciudad-inca-viviente-en-el-valle-sagrado-de-los-incas/?print=pdf) (https://docplayer.es/37260356-Arqueologia-y-etnohistoria-de-ollantaytambo.html). El minibús nos dejó en la plaza ferial
(entrada al complejo arqueológico) y rodeamos el sitio para curiosear. Como no
pensábamos subir, tanto Raúl como Ricardo nos sugirieron nuevos sitios para ver
en el pueblo en sí; además unas vistas para mí bastante nuevas del lugar. Ricardo
y Verónica se casaron aquí y tienen un recuerdo entrañable del lugar; Goyo y
yo nos dejamos llevar, pues, por los dueños de casa. Deambulando por las
estrechas calles, en realidad callejones empedrados fuimos conociendo la magia
de este lugar preferido por muchos foráneos para quedarse un buen tiempo o definitivamente.
Este es el camino, que se le vislumbra parcialmente a otro lugar que tiene
características similares: Chachapoyas. Este lugar no solo tiene lugares
arqueológicos de impacto, pues cuenta con cataratas, valles, ríos, montañas y
otros lugares atractivos que hay que ir poniendo en valor de manera adecuada.
Una vez culminada nuestra breve caminata nos fuimos a tomar un par de cervezas
a la plaza del lugar en el que hay algunos árboles bizarros. Ya el hambre nos
apretaba y decidimos poner pies en polvorosa. Seguimos camino a Pisac. El viaje
era un poco largo. Cruzamos Urubamba, vimos ese nuevo museo Inkary hacia lo
lejos, luego Calca: el paisaje es generoso en esta zona. A la altura de Calca
exactamente una fuerte lluvia comenzó a caer. En realidad, tuvimos bastante
suerte, pues no tuvimos lluvia alguna, salvo este domingo. Llegamos a Pisac
hacia las tres de la tarde. Verónica nos había comentado de un lugar en el que
íbamos a almorzar muy bien. Tal como nos pasó en Ollantaytambo, Pisac iba a ser
un punto para reposar y gozar de un buen almuerzo reparador. Al llegar,
buscamos un sitio dónde dejar el minibús. Nos dejaron en un sitio para caminar
a nuestro destino: El Encanto. Llegamos un poco tarde y la locación era muy
especial; nos comenzamos a dar cuenta de que la gente del lugar, incluido los
mozos, no usaba mascarilla. Después nos enteramos del fuerte movimiento anti
vacuna en esta zona de Cusco. En un principio, pensábamos que no íbamos a
almorzar ahí por el desorden de la atención del lugar por lo que fuimos a
husmear por ahí y cerca del restaurante había otro local de cerveza casera,
Cervecería del Valle Sagrado. Al salir del ambiente cervecero, vimos que ya el grupo estaba
instalado en el restaurante, pero no tenían cervezas así que volvimos con Raúl
para comprar algunas botellas para nosotros. Fue un almuerzo entretenido con
mucha conversación. Terminado todo, decidimos ir a buscar el postre. Raúl
comentaba de una señora alemana que hacía postres deliciosos; nos fuimos hacia
la plaza principal, Constitución, que están restaurando. Allí nos encontramos
con el hijo mayor de Verónica. Luego nos dirigimos hacia la calle Manuel Prado
hasta bajar a la avenida Amazonas; vimos el restaurante, el Chijchipa, que
había cambiado de propietario. Pedimos los postres y nos fuimos para ya
regresar a Cusco. El punto de recojo era cerca del puente sobre el río
Vilcanota, a media de cuadra de donde estábamos. Y así comenzamos el famoso
ascenso para regresar a nuestro destino final. En el camino nos detuvimos en el
Mirador Taray (http://www.viajesmachupicchu.com/valle-sagrado-cusco/valle-sagrado-de-lo-incas-mirador-taray-cusco-sitio-turistico-cusco.html),
donde hay un raro monumento en que se ve un abrazo, por eso la llaman El abrazo
imposible. Fue un trabajo hecho por la Cervecera Cusqueña. Nos comentaron que
ese monumento estaba inicialmente en el barrio San Blas y desencajaba con el
entorno del lugar; así que lo removieron y lo colocaron en este lugar. No
desentona del todo.






Llegamos a Cusco por el camino
por el que pasamos por Puka Pukara, Q´enqo, Sacsayhuaman. Arribamos a San Blas
con algunos intentos más de lluvia. Ya en casa de Cecilia y Raúl nos sentamos a
conversar un poco más; nos despedimos de Verónica y Ricardo temprano, pues
Ricardo viajaba a Lima en el vuelo más temprano. Un poco después, Goyo recibió
un mensaje de su hija que no pasó a mayores posteriormente. Así terminamos
nuestra reunión PUCP luego de tantas décadas compartiendo experiencias con los
cusqueños, comiendo rico, celebrando con buenos vinos, riendo mucho,
compartiendo nuestras fotos en redes sociales. Un fuerte abrazo marcó nuestra
despedida. Al día siguiente, regresábamos a la costa: Goyo a Lima, yo a
Trujillo.




Lunes 03 de agosto: nos
levantamos temprano para preparar maletas, dejar todo listo e ir a las últimas
compras. Nos fuimos al mercado de San Pedro no sin antes de dejar todo
coordinado con Isaac el recojo al aeropuerto. Goyo salió un poco antes y al
momento de salir, el conserje del hotel salió a despedirse amablemente y
desearnos un feliz retorno. Ya estábamos cerrando un ciclo que había empezado
con mucho entusiasmo y algunos contratiempos como mi vuelo cancelado. Ahora ya
van quedando en el recuerdo. Fuimos al mercado, Goyo compró sus quesos y luego
tomamos un taxi, pues queríamos comprar algunas artesanías en el barrio que las
tiene en abundancia: el nuestro que lo fue por casi cinco días. Goyo bajó un
poco antes, pues quería hacer el cambio de la punta desgastada de su bastón y
yo seguí camino hasta la plaza. Ahí me di cuenta de que no tenía un billete
chico, así que me fui a comprar algunas cosas para el viaje y con el cambio,
pagué. Ya más tranquilo, comencé a merodear las tiendas; había más tranquilidad
que los agitados días de fin de año. Compré mis regalos finales y me fui al
hotel a arreglar las últimas cosas. Ya todo listo, esperamos nuestro taxi el
cual nos llevó al aeropuerto con buen tiempo. Nos despedíamos de Cusco. En el
lugar, hicimos nuestras revisiones finales y las indicaciones que mi destino
era Trujillo. Todo marchaba bien. En la sala de espera, me encontré con un
amigo de colegio, Héctor Talavera, a quien no veía en años. Sé que un amigo
más, Luis Dueñas y su esposa, viven en Cusco; pero no quise arreglar nada con
ellos, pues sabía que no iba a cumplir con verlos; la última vez que me comuniqué
con ellos fue en 2019 y quedé mal. Igualmente, un exalumno de la universidad en
la que trabajaba me mandó un mensaje y le comenté el motivo del viaje, supo
comprender. El viaje fue bueno y tranquilo. Llegamos a la hora. A Goyo lo
fueron a recoger y nos despedimos con un nuevo fuerte abrazo. Ingresé
nuevamente al aeropuerto a Sala de Embarque, todo iba sobre ruedas; tenía
hambre así que entré a Tanta a comer algo. Pedí una buena ensalada, un buen
jugo y una entrada: papa a la huancaína. Sin darme cuenta, me metí un trozo de
papa que estaba muy caliente y me quemó mis papilas gustativas. Ni modo. De
pronto, alguien me mandó un mensaje con una foto mía en el lugar: eran dos
amigos, Jonathan y Marco, que regresaban de Puno. Estuvimos conversando y Marco
me invitó un pisco sour catedral para celebrar el año nuevo. Potente. Medio
ebrio de gozo, subí al avión (ventajas de ser adulto mayor en estos casos) para
acomodarme. Me encontré con más gente conocida, estaba regresando a casa.
Salimos puntuales y llegamos a la hora. Ya en camino a mi hogar fui cerrando
este gran reencuentro que espero pronto lo repitamos. ¿Por qué no el Norte
playero?





