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Trujillo, La Libertad, Peru
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domingo, 30 de enero de 2022

LA CAPACIDAD DE LA NEGACIÓN (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO TRUJILLO 30 DE ENERO)

 


El grave incidente ecológico frente a Ventanilla es un cúmulo de errores que ha ido tomando ribetes extremos ligados a una capacidad de negación inaudita por parte de todos los actores involucrados en este desastre, capacidad alimentada por la incompetencia de varios entes reguladores para hallar una rápida solución a esta catástrofe. Y para colmo de males, se ha ido politizando esta desgracia con lo que, al final, un grupo privilegiado sacará alguna ganancia y la mayoría pierde.

A través de este accidente, vemos una realidad tenebrosa que evidencia una serie de falencias e incompetencias mortales que arrastran instituciones o empresas de nuestro país. La explosión volcánica en una remota isla en medio del océano Pacífico ha tenido graves secuelas en nuestro territorio: en Tonga se reconocen oficialmente a tres muertos; en nuestro territorio, dos. Fuera del país más afectado, somos el único país que ha tenido un saldo humano trágico. Tan importante fue esta noticia para los medios que nunca identificamos quiénes fueron estas dos víctimas. La Marina de Guerra dio una alerta de oleaje anómalo, ese que arrasó con propiedades en la bahía de Paracas y dos vidas. En el mundo, esta noticia fue suficiente para demostrar la precariedad de ciertas instituciones ante criterios a tomar en momentos críticos. Algunos llaman sentido común. Mientras la institución involucrada se defendía con argumentos poco sólidos, llegó la noticia del derrame de petróleo. Demás está comentar todo lo que leemos en medios sobre la secuencia de errores y justificaciones que provocan indignación no sólo a nivel local, sino internacional. Tanto es el escándalo que todos los medios han tenido que ir aceptando los hechos tal como se dieron.

Hay muchas lecciones que este lamentable suceso nos está dejando. Comenzando por la seguridad frente de desastres naturales: la respuesta local dada fue totalmente diferente a la de nuestros vecinos. Además, el centralismo y el poder político y económico determinan la calidad informativa en nuestra sociedad: dos personas ahogadas en playas limeñas hubieran tenido portadas estridentes. Y el daño ecológico (suceden a menudo en nuestra sierra y selva) ha dado una dura lección que permite entender que esos reclamos de gente que ven sus ríos, lagunas y tierras envenenadas por cualquier sustancia son muy válidos y merecen la misma atención como la que genera semejante desastre en costas limeñas. Se anuncia que para recuperar todo el siniestro desde el punto de vista ecológico (ergo, humano) demorará veinte años. Estos son hechos sin tintes políticos, son fácticos y comprobables. Se pueden medir en buscadores de noticias en cuanto al tratamiento de medios de comunicación y los otros ya se han dado todas las explicaciones biológicas, ecológicas, ictiológicas posibles. A estas alturas, los silencios indican complicidad o miedo velados. Roa Bastos escribía: “no hay memoria para el daño”. Lástima.