Eufemismo: según la RAE,
dícese de una manifestación suave o
decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante. O
sea, es la palabra o expresión menos
ofensiva que sustituye a otra palabra o expresiones de mal gusto que puede
ofender o sugerir algo no placentero o peyorativo al oyente.
El 25 de octubre del año
pasado, Leila Chihuán, congresista de la República por FP, hizo unas
declaraciones que provocaron una reacción de censura en los medios al comentar
que sus 15,600 soles, más sus viáticos y los gastos de representación no le
eran suficientes para su ritmo y calidad de vida. Su apellido fue adjetivado
con el sentido de “estar pobre”, “estar escaso de recursos”, “estar chihuán”. Sus comentarios golpearon más la
alicaída imagen de un congreso despilfarrador que durante la gestión de Luis
Galarreta se trataron de hacer compras de computadoras, televisores y canastas
navideñas costosas. Tras una relativa calma de las torpezas hechas por diversos
“padres de la patria”, la jornada pasada se informó sobre el caso de cinco legisladores que cobraron doble en la famosa “semana de representación”; la
reacción desencajada de Karina Beteta no hizo, sino que caldear más los ánimos
contra estos personajes arrogantes y cada vez más alejados de la sociedad. Las
excusas eran groseras y burdas para defender un dinero que dicen pertenecerles por su condición de representantes de la sociedad peruana. Durante todo este
episodio, Karina Beteta recordó súbitamente haber sido maltratada por su
excompañero de partido, Daniel Salaverry. La reacción de apoyo a favor de esta
fue tibia, pues más grotesco y risible fue la posición de la congresista para
justificar sus gastos al exterior mientras cobraba doble por su famosa semana
de representación. Simplemente vergonzoso.
Y así el escándalo se acentuó al conocerse los frecuentes viajes al
extranjero con suculentos gastos pagados de muchos congresistas que cobraron, también,
puntualmente sus semanas de representación. Y lo peor estaba por venir, cuando
todos los peruanos refrescamos la memoria del hecho que estos gastos de
representación no son justificados. Las penosas declaraciones de diversos
congresistas, desde Gino Costa hasta Jorge Bruce para defender la naturaleza de
estos gastos causaron hilaridad e indignación. Para colocar la cereza sobre la
torta de lodo, las desatinadas declaraciones de Mercedes Aráoz sirvieron para ahondar
la brecha entre legisladores y el pueblo peruano, y que la congresista se
volviese objeto de duros comentarios y graciosos memes, pollada bailable
incluida.
Tras leer todas estas
explicaciones, no queda más que pensar que la palabra “congresista” significaría
una suerte de inopia, la que está rondando entre los mendicantes que pululan en
el Congreso de la República. Pero, el reciente escándalo que nuevamente
envuelven a Héctor Becerril, Javier Velásquez Quesquén y Jorge Bruce podría
ampliar la acepción a “delincuente”, realidad que identifica cada vez más a los dilectos "padres de la patria".
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